En pantalla

Una Sociedad Literaria para desafiar tu capacidad de teclear con el control remoto

"Hay cierta resonancia para los nicaragüenses atrapados en una nueva guerra sin haber desempacado el bagaje de la anterior".

No desespere tratando de escribir en la ventanilla de búsqueda el título. Con suerte, encontrará en el submenú de estrenos de Netflix el enlace para reproducir esta irresistible, agridulce comedia dramática. Su tortuoso nombre queda justificado en la escena introductoria. Estamos en plena II Guerra Mundial, en Guernsey, una pequeña isla en el canal de la Mancha. Pertenece al Reino Unido, pero en este momento particular, se encuentra ocupada por los fascistas. Al abrigo de la noche, un grupo de aldeanos desafía el toque de queda. Al ser detenidos por un escuadrón de la Gestapo, improvisan una excusa para justificar su presencia: son los miembros de la Sociedad Literaria y del Pastel de Cáscara de Papa, regresando a casa después de sumergirse colectivamente en la literatura alemana. Los efectos de la bebida en el viejo Eben (Tom Courtenay) aportan la referencia a un incomible platillo producto de la crisis, pero también convencen a los soldados de dejarlos pasar.

Tras la secuencia de créditos, la acción salta en el tiempo al Londres de la posguerra. Juliet Ashton (Lily James) es una joven escritora con los problemas de una joven moderna viviendo en una ciudad en ciernes de la recuperación económica. Su último libro es un éxito. Sidney (Matthew Goode), su agente, le saca el mayor provecho con una nutrida agenda de eventos promocionales, y el encantador diplomático norteamericano Mark Reynolds (Glen Powell). Pero los traumas de la guerra no le dan sosiego. No puede comprar el hermoso apartamento que su éxito le amerita, porque recuerda como un bombardero alemán destruyó su casa, dejándola literalmente al borde de un abismo. La inquietud encuentra un bálsamo en la carta de un desconocido. Dawsey Adams (Michiel Huisman) encuentra su nombre y dirección en un libro de segunda mano, y le escribe para agradecerle haberse desprendido de él. La literatura es importante para él, porque casualmente, pertenece a la Sociedad Literaria de Guernsey. Sin pensarlo mucho, Juliet aborda un barco rumbo a la isla, sin saber que descubrirá la historia de su vida.

Juliet es el clásico pez fuera del agua, tratando de entender la idiosincrasia de los adorables pero excéntricos aldeanos. Además de Eben y Dawsey, el grupo incluye a la viuda Amelia (Penelope Wilton); la solterona aficionada al gin artesanal Isolda (Katherine Parkinson); y el pequeño Eli (Kit Connor). Pero la jovialidad se interrumpe por destellos de oscuridad. Nadie quiere hablar sobre donde está la carismática Elizabeth McKenna (Jessica Brown Findlay), ni porqué dejó a su pequeña hija atrás. Con el celo de una periodista, Juliet decide extender su estadía para descubrir el misterio. La incipiente atracción que siente por Dawsey también es un factor a considerar.

“La Sociedad Literaria…” parece una pieza de museo, y no solo porque su trama se desarrolla a mediados del siglo XX. Es como las irresistibles producciones británicas que Harvey Weinstein vendía al público anglófilo en la década de los 90, pastoreándolas hasta conseguir taquilla millonaria y Óscares. ¡El reparto incluye a cuatro veteranos de la serie “Downton Abbey” y uno de “Juego de Tronos”! La producción es sólida, la ambientación lo transporta como una máquina del tiempo, los actores son emocionales y generosos. Pero el director Mike Newell trata de cazar un unicornio: crear una película que contenga multitudes, que funda todos los géneros, que sea todo para todos los públicos.

La trama salta en el tiempo para reunir las piezas del rompecabezas, acumulando incidentes catastróficos que apenas se registran. Uno puede imaginarse un corte más largo, donde los eventos puedan respirar. Aun cuando uno puede prever las revelaciones, la claridad emocional de los actores nos mantienen encausados. Hay cierta resonancia para los nicaragüenses atrapados en una nueva guerra sin haber desempacado el bagaje de la anterior. Cuando los miembros del club organizan un festín burlando la represión nazi, puede reconocer en los personajes ficticios nuestra propia resiliencia.

En sus mejores momentos, la película coquetea con un tema también explorado con más claridad en la novela “Expiación” de Ian McEwan, así como la adaptación cinematográfica dirigida por Joe Wright (2007): la capacidad del arte y la creatividad humana para resistir ante la violencia, pero también sus límites a la hora de protegernos de sus peores efectos. Al final, “La Sociedad…” quiere reconfortarnos. Hay días en que uno agradece ese impulso.

⭐️⭐️⭐️ | Buena
«La sociedad literaria y el pastel de cáscara de patata de Guernsey»
Dirección: Mike Newel
Duración: 2 hora, 27 minutos aproximadamente

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