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Underwood 2016: Poder matrimonial en la quinta temporada de ‘House of Cards’

House of Cards. Netflix

La serie mas emblemática de Netflix llega a su quinta temporada en un contexto que complica su capacidad de sorprender. Donald Trump hace de las suyas en la Casa Blanca. En Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo muestran lo que una fórmula presidencial matrimonial le puede hacer a la institucionalidad de un país. Ante estas realidades que superan la imaginación de cualquiera, ¿qué pueden hacer Frank Underwood (Kevin Spacey) y su esposa Claire (Robin Wright) para mantenernos interesados?

También hay complicaciones tras bambalinas. Los nuevos 13 capítulos de “House of Cards” se produjeron bajo su propia intriga palaciega. Su creador, Beau Willimon, se retiró al final de la cuarta temporada. Le suplantan dos veteranos guionistas del proyecto, Frank Pugliese y Melissa James Gibson. A pesar de su familiaridad con este mundo, un cambio de esa naturaleza siempre supone incertidumbre. La solución que presentan es volver la trama mas obtusa.

He visto casi la mitad de los episodios, y puedo decirles que los realizadores van a fondo. Casi demasiado. En lugar de hacer acomodos y concesiones, se lanzan a las profundidades de las maquinaciones políticas. La acción arranca justo en el mismo momento en que terminó la cuarta temporada. A pocos días de las elecciones, los Underwood han orquestado un acto de terrorismo doméstico que crea un clima de histeria de consecuencias impredecibles. “Podemos trabajar con el terror”, dijo Frank, memorablemente. Y no está jugando. Mientras hacen campaña, socavan el proceso a cada paso, para desanimar a los votantes del aspirante republicano Will Conway (Joel Kinnaman).

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Los primeros seis capítulos no hacen concesiones. Algún conocimiento de la política constitucional norteamericana viene bien para entender los giros de la trama que se decanta por los escenarios mas insólitos posibles. Afortunadamente, el encanto de sus ejercicios histriónicos es más accesible. Spacey es el genial pillo de siempre. Robin Wright florece a medida que el poder de Claire incrementa. Es una delicia verla navegar los pasillos de la Casa Blanca con la gracia de un tiburón. 

Al inicio de esta cuarta temporada, “House of Cards” lleva casi cincuenta horas de historia, amasando un pequeño ejército de personajes. Sabemos dónde están enterrados los cuerpos, y algunos espíritus se resisten al descanso eterno. Se invoca a varias figuras del pasado para crear nuevas complicaciones. No se preocupe si tiene que esforzarse por recordar el origen de una escena incómoda, que hace referencia a un evento previo. La recapitulación que Netflix preparó no es muy iluminadora, mas allá de enunciar el arco narrativo de la temporada pasada. Sin embargo, la puesta en escena suele ser suficientemente clara como para transmitirnos la emoción necesaria para que el momento se registre.

Extraño a personajes con los que se había construido algún grado de identificación, como el lobbista Remy Danton (Mahershala Ali) y la congresista Jackie Sharp (Molly Parker). El licencioso romance que sostenían aportaba una bienvenida dosis de humanidad. Tampoco tenemos a Ellen Burstyn, quemando puentes como la madre de Claire. En lugar de ellos, tenemos a Campbell Scott como el jefe de campana de Callahan. Hasta ahora, es un opaco Frank junior. Patricia Clarkson promete aparecer más adelante, en un papel aún desconocido para mi.

Además de las barrocas complicaciones constitucionales, la novedad dramática esta en el resquebrajamiento de la armadura dorada de Will Conway (Joel Kinnaman), el dinámico candidato republicano. El creciente escrutinio sobre sus supuestas hazañas de guerra, hace que el stress post-traumático aflore. El “golden boy” deja que su temperamento se torne violento con creciente frecuencia. Si antes Will y Hanna (Dominique McElligott) eran el reflejo en positivo de los Underwood, ahora la imagen se enturbia. Conway es un ídolo que se resquebraja. La búsqueda del poder termina pasándole la cuenta a todos. Estamos viendo “escenas de un matrimonio” vía CNN. En el peor momento posible, una filtración de información complica la estrategia de los Underwood, cortesía de un hacker y el putinesco presidente de Rusia, Víctor Petrov (Lars Mikkelsen).

Los subtramas vienen de los titulares de los periódicos. El subtexto, de los tratados constitucionales. La pirotecnia, de las pasiones novelescas y la actuación vistosa. Hay suficiente para mantenernos interesados. Pero “House of Cards” tendrá que subir la parada en la segunda mitad de su quinta temporada, para cumplir sus promesas de campaña.