Abel David González (Managua, 1987) no es diseñador, ni fotógrafo, ni modelo, ni dueño de una marca de ropa y sin embargo es el responsable de la última revolución de la moda: el boom de la ropa usada. En esta entrevista explica el éxito de las prendas de segunda, justifica su rechazo a las modelos, responde a quienes le llaman boicoteador de la alta costura y logra describirse en una palabra: artista.
Seis millones de seguidores en Instagram y miles de mujeres abandonando los almacenes para comprar en pequeñas tiendas de ropa usada, ¿cómo inició esto?
Soy hijo de una madre soltera que ponía pan en la mesa gracias a que tenía una de estas pequeñas tiendas. Desde niño pude ver lo bien que le sentaba a las mujeres poder adquirir prendas distintas a bajo precio y, como esas son dos cosas que un almacén no te da, en cuanto fui plenamente consciente empecé a expresar esa realidad en redes sociales acompañada de imágenes de clientas de la tienda, amigas y vecinas: mujeres reales vestidas con ropa única, pues no hay dos prendas iguales, y barata. El sentido común hizo el resto.
Pero usted fue más allá de las redes sociales: ha organizado desfiles alternos en los que presenta sus selecciones de prendas de segunda en las semanas de la moda de México, Madrid y ahora Milán, ¿pretende boicotear la alta costura con ropa usada?
No soy un pretencioso. Mi idea es aprovechar estos grandes focos mediáticos para llamar la atención sobre dos puntos. Primero, la ruptura entre la moda y las personas: para mí la «alta costura» se llama así porque se elevó, se alejó de las masas y ahora es propiedad de unos cuantos iluminados, sus talleres elitistas, sus modelos esqueléticas y los ricos y famosos a los que les encanta ser parte del fashion show. Y segundo: el poder de la ropa usada. Porque mire, en mi país una gran tienda de ropa usada mueve mucho más dinero que un almacén del mismo tamaño y en esa tienda compran ricos y pobres, es todo un fenómeno social. Yo no soy un boicoteador, soy un artista.
¿Dónde está el arte en esto?
No solo me dedico a las prendas, uno es mucho más que lo que publica en redes sociales. Yo, por ejemplo, soy un escultor talentoso al que le falta mucha práctica porque apenas estoy empezando.
¿Y qué esculpe?
Desnudos, sobre todo masculinos. Necesito practicar más las formas femeninas, son un poco complicadas para mí.
Es curioso eso porque usted solo viste a mujeres, debería tener cierto conocimiento de la anatomía femenina.
Se equivoca. Amo a las mujeres, son seres poderosos, fuertes y llenos de gracia, pero no conozco plenamente sus cuerpos porque a ellas las prefiero vestidas y a los hombres no, a ellos los prefiero desnudos.
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Este joven que es catalogado como un «gurú del nuevo vestir» por miles de personas es menudo, mide cerca de un metro sesenta, el pelo rojizo y revuelto le roza la nuca y apenas llama la atención con sus prendas: hoy está usando una camiseta de algodón blanca, un pantalón negro de casimir con el talle alto y unos zapatos planos de tela multicolor. En el dedo anular de la mano izquierda luce un anillo de plata con una piedra de ámbar. «Por supuesto que todo lo que llevo encima fue comprado en un puesto de baratijas, no me gasté ni veinte dólares en total», dice entre risas.
Antes de venir a entrevistarlo le pregunté a mis seguidores de Twitter qué querían saber de usted y la mayoría desea saber si está soltero.
Soltero es un estado civil inexacto para describir mi realidad. Yo ya pasé el siguiente nivel de la soltería: la soledad. Sin embargo, no me quejo de mis compañías, ni de las buenas, ni de las malas.
La siguiente pregunta que me pidieron hacerle fue si va a trabajar con modelos profesionales alguna vez.
No. Es que no me gustan los maniquíes. Mi apuesta siempre van a ser las prendas de segunda y las mujeres de a pie. A veces cuando estoy en alguna ciudad escogiendo ropa en los mercadillos o bazares, me imagino que una camisa o unos jeans le quedarían perfectos a una universitaria, o a una artista, o a una madre, o a una campesina, o a una mesera, esas son las mujeres que busco.
¿Pero en serio no le gustaría ver a ninguna modelo vestida con sus selecciones de ropa usada? Vamos, debe haber alguna…
Bueno, en todo caso esa tendría que ser Gisele Bündchen porque es bella, auténtica y natural, tres características que valoro mucho y que pocas veces se encuentran reunidas en una sola persona.
La última pregunta de los seguidores, ¿por qué es tan esquivo con los periodistas? Esta es la primera entrevista que da a un medio fuera de su país.
Porque soy muy tímido y muy vanidoso al mismo tiempo y no quiero sacar a relucir tan públicamente estos dos aspectos de mi personalidad.
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Abel David se levanta del sofá donde está sentado y se excusa pues debe salir a «explorar los comercios populares de Milán». Nos ofrecemos a acompañarlo, pero se niega alegando que es su primera vez en la ciudad y quiere recorrerla solo. En la puerta del pequeño hotel donde se hospeda y luego de habernos despedido, accede de buen humor a responder una última pregunta.
En en un par de meses va a cumplir 30 años de edad, ¿cuál es su deseo de cumpleaños?
Lograr dormir ocho horas diarias y que se termine esta entrevista.
Continuará…
Este texto es ficción, si conocés un caso parecido, podés comunicarte con la autora en Twitter ¿Te gustó el artículo? Aquí podés leer más