El director Derek Cianfrance, adaptando el bestseller del australiano L.M. Stedman, sigue explorando su tema favorito: como las personas toman malas decisiones en su obcecada búsqueda por la felicidad, solo para ver como las conducen al desastre. Es el arco dramático de la pareja que implosiona en Blue Valentine (2010), y el de los amigos de infancia en The Place beyond the Pines (2012). A pesar de ser una adaptación literaria, y un drama de época que lo saca de EEUU, La Luz entre los Océanos supone una extensión natural de sus preocupaciones.
Tom Sherbourne (Michael Fassbender) es un veterano de la Primera Guerra Mundial. Regresa a su Australia natal ocultando innumerables traumas. Acepta un trabajo como guardián de un faro, en una isla solitaria. En el camino, conoce a Isabel (Alicia Vikander), la formidable hija de un estoico profesor. La química entre ellos es evidente, y después de poco tiempo, ella le pide matrimonio.
Pronto, se mudan al faro donde disfrutan de una convivencia idílica. Pero surgen problemas en el paraíso. Isabel pierde dos embarazos y sucumbe a la depresión. Al menos, hasta que ocurre un acto de intervención divina: Un bote a la deriva llega, su única tripulación es un hombre muerto y una bebé llorando. Ella la ruega al esposo no reportar el incidente a las autoridades, para conservar a la niña.
Cianfrance inunda de luz las imponentes locaciones naturales, dejando caer un velo blanquecino sobre el mundo que sus personajes habitan. La cámara registra acercamientos implacables y monumentales planos abiertos, que contemplan paisajes desolados o empequeñecen a Tom e Isabel ante la magnitud del ambiente. Esto genera una sensación íntima pero claustrofóbica. A pesar de que se aman –o precisamente porque se aman– Tom e Isabel están atrapados, el uno con el otro, más aún después de cometer su crimen piadoso.
Isabel vive en una época en la cual la capacidad reproductiva era el principal elemento identitario de la mujer. El costo humano de la guerra impone un carácter de urgencia en la procreación. Los dos hermanos de ella murieron en el frente, y algún burócrata menciona lo difícil que es encontrar hombres para ejecutar trabajos como cuidar un faro. A pesar de sus resquemores, Tom cede. No reporta el hallazgo, entierra el cadáver, y contribuye a hacer pasar a la bebé como propia.
La trama se complica cuando salen de su isla edénica para bautizar a la niña. En el cementerio, Tom descubre a una Hanna Roenfeldt (Rachel Weisz), hija del hombre más rico del pueblo, que llora ante la tumba de su esposo perdido en el mar. Ella es la madre legítima de la recién bautizada Lucy. Para tratar de consolarla –y calmar su propia conciencia culpable– Tom le envía una carta anónima revelando que la niña vive. Pero no puede calcular las consecuencias de este acto de torcida compasión.
A través de Hanna, la película revela en otra historia de pareja que funciona como eco del romance entre Tom e Isabel. Weisz es una actriz prodigiosa, y logra minar cualquier resistencia que pueda despertar un personaje que se define como antagonista. Porque Hanna no es una villana, la dimensión trágica de la película se expande. En comparación a Isabel, ella también es una “mujer fallida” ante los ojos de la sociedad. Tuvo una hija y la perdió.
Weisz, una de las mejores actrices de nuestros tiempos, se roba la película al aprovechar todas las reservas de desesperación de Hanna. Uno quisiera que Cianfrance prodigara más tiempo a su historia, en lugar de dibujarla a grandes trazos con unos cuantos flashbacks. Quizás el foco de atención es herencia de la novela. Quizás el poder de estrella inclina la balanza hacia Vikander, ganadora del Óscar por La Chica Danesa (Tom Hopper, 2015) y Fassbender, nominado por Steve Jobs (Danny Boyle, 2015), y relativamente popular gracias a su “Magneto” en la franquicia X-Men.
La Luz entre Los Océanos se siente muy larga, pero muy corta a la vez. Ajústese al ritmo contemplativo de este drama adulto, y déjese llevar por su hermético encanto. Puntos extra por volver a poner en el radar a Jack Thompson, excelente actor australiano que descolló en la escena internacional en la década de los ochenta con Domador Morant (Bruce Beresford, 1980). Aquí interpreta a un capitán de barco, amigo de Tom contra toda costa.
La Luz entre los Océanos
(The Light Between Oceans)
Dirección: Derek Cianfrance
Duración: 2 horas, 13 minutos aprox.
Clasificación: * * * (Buena)