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Volver a “Palabras Mágicas” para romper el encantamiento

palabras mágicas

Fotograma del documental.

Mientras escribo estas líneas, la violencia terrorista del régimen de Daniel Ortega sigue reclamando víctimas. El Cenidh confirma 38 muertes. Para cuando usted lea esto, probablemente el número será mayor. Decenas de personas se reportan desaparecidas. Padres desesperados llegan a buscar a sus hijos en las morgues, y se enfrentan a burócratas que los obligan a firmar documentos que los condenan al silencio. La corrupción institucionalizada se manifiesta de formas inesperadas y crueles. -por cierto, ese tipo de compromiso es ilegal, y por lo tanto, no vinculante-. Ahora, el futuro del país se apuesta a un diálogo institucional, mientras el régimen no da señas de entender que mandar a la Policía a matar gente en las calles es un punto de no retorno. Estos “cristianos socialistas solidarios” no son muy diferentes a las juntas militares derechistas de la Sudamérica de los 70.

En el arte siempre podemos encontrar pistas para entender la realidad. En julio del 2012, Mercedes Moncada Rodríguez, cineasta nicaragüense y española, estrenó el documental “Palabras Mágicas para Romper un Encantamiento”. Moncada creció en la Nicaragua de los 80, entre el idealismo de la Cruzada Nacional de Alfabetización y los horrores de la guerra -confesión de parte: somos amigos desde niños-. Le tocó ver desde fuera “la segunda etapa de la revolución”, pero claramente detectó la prostitución de los ideales. Su película funcionaba como una reflexión personal que pretendía rescatar el espíritu de la gesta que derrocó al tirano Anastasio Somoza, a la vez que denunciaba la simulación corrupta que vendía Ortega tras su regreso al poder.

A la luz de los acontecimientos de las últimas semanas, Moncada ha compartido un enlace de YouTube que permite ver íntegra la película -con subtítulos en inglés, si quieren compartirla con amigos angloparlantes-. Seis años después de su estreno, “Palabras Mágicas” se revela como una profecía. Su gran arco narrativo contrasta la guerra civil de los 80 con la decadencia de la “nueva etapa de la revolución”, bajo el control tiránico de Ortega y Murillo, abonado por la millonaria cooperación venezolana, que solo sirvió para llenar las arcas de lo que ahora es un engendro de dinastía familiar, partido político y aparato estatal.

Jessica Rivas, madre de Jesner Rivas, un adolescente de 16 años asesinado el domingo 22 de abril. Foto: Carlos Herrera. Niú

Una re visita a “Palabras Mágicas” comprueba que las semillas de la violencia se plantaron años atrás. En su tercio final, un grupo de pandilleros cuenta cándidamente cómo la Policía Sandinista los recluta para reprimir las manifestaciones “de los liberales”. Les dan desayuno, almuerzo y cena; doscientos córdobas; armas y carta blanca para delinquir. Como muchachitos recordando una gran travesura, relatan como en uno de esos operativos, matan al miembro de una pandilla enemiga. “Desde el momento que te dicen ‘vamos a armar una regazón’, ellos (los policías) te dicen ‘les prometemos que los vamos a sacar si los echan presos’”. Estos muchachos son el caldo de cultivo de los grupos de choque de ahora. El régimen se aprovechó de la pobreza de estos jóvenes, convirtiéndola en un arma que podía blandir contra la misma población.

Ahora, el Gobierno ha perdido el monopolio de las calles. La policía y los “grupos de choque” disparan a matar. La careta del régimen ha caído, de la peor manera posible. La pantomima se ha convertido en tragedia. Después del sacrificio de los estudiantes, miles de ciudadanos se tomaron la marcha convocada por el Cosep, desviándola para rendir homenaje a los muchachos aún atrincherados en la Universidad Politécnica. Está por verse si el diálogo nos librará de esta dictadura. “Queremos la paz”, dicen los oficialistas. Queda implícito que si no son ellos los que están en el poder, nos recetarán guerra. Pretenden que la guerra no ha empezado aún, cuando ya cobró víctimas en las calles.

La película culmina con las apoteósicas imágenes de la Plaza de la Revolución, en la celebración del 19 de julio de 1979. ¿Sobrevivirá el sandinismo al triste fin del orteguismo? ¿Terminará el FSLN como el PLC, minimizado por los delitos de su líder? ¿Recibirán castigo los culpables de la peor ola de violencia en la historia de nuestro país? Solo el futuro puede contestar.

https://youtu.be/8u4sPMc6mw0