En pantalla
El director infunde un tono emotivo y sincero, en marcado contraste con el distanciamiento irónico que caracteriza al cine contemporáneo de acción.
Will Smith es protagonista al cuadrado en “Gemini Man”, un ejercicio de ciencia ficción que se mantiene fuera del laboratorio para correr sin freno por las avenidas de la acción.
Henry Brogan (Smith) es un asesino al servicio de oscuras agencias gubernamentales. Durante un trabajo rutinario, flaquea a la hora de halar el gatillo. Poco tiempo después, descubre que los motivos detrás de la ejecución son menos que nobles. Es su señal para buscar un retiro temprano. Pero sus viejos jefes no dejarán que se vaya tranquilamente. Danny Zakarweski (Mary Elizabeth Winstead), una agente encubierta, lo vigila. Cuando una escuadra de matones falla a la hora de exterminarlo, el siniestro Clay Verris (Clive Owen) envía a un matón idéntico a Brogan, solo que 30 años más joven. Su nombre es Junior (Smith, rejuvenecido digitalmente).
Hay algo extrañamente conmovedor en este concepto. A pesar de la longeva carrera de las estrellas masculinas de hoy día, la acción, por sus demandas físicas, es, en principio, reducto de la juventud. Que Smith, ya en su etapa de “viejo estadista”, se enfrente cara a cara a sí mismo, emulando la lozanía juvenil de sus años como “El Príncipe de Bel Air”, acarrea una cuota de gravedad que “Proyecto Géminis” no reconoce.
Este no es el único punto ciego de la película. Verris es un hombre blanco que roba el ADN de un hombre negro para crear un clon que cría como su fuera un hijo. Si esto no es una alegoría que conecta con el flagelo de la esclavitud y la apropiación cultural, no sé lo que es. El guion acreditado a David Benioff, Billy Ray y Darren Lemke se niega a confrontar esta conexión. El proyecto circuló en la tubería de Hollywood desde los años 90. Bien puede ser que haya sido escrito pensando en un actor blanco, pero al reclutar a un actor afroamericano como titular, es imposible reconocer esas complicaciones éticas. La omisión se siente como negligencia, o peor aún, falta de voluntad. También nos privan de una película más interesante.
Los realizadores concentran en problemas emocionales asociados al ejercicio de la masculinidad. Smith se retira lamentando una vida sin vínculos afectivos, con sus emociones atrofiadas por los traumas de guerra y el control de Verris. En el giro climático, la ausencia completa de la capacidad de sentir dolor se presenta como la exaltación máxima de la hombría. Cuando Brogan trata de persuadir a Junior de abandonar una vida dedicada a la violencia, alega que “todavía puedes ser el esposo de alguien, el padre de alguien”. Smith hace que el momento funcione, considerando que el clon frente a él podría ser su propio hijo, pero estos dilemas palidecen a la par de las implicaciones raciales de la premisa.
Brogan y Junior se enfrentan es una serie de duelos que poco a poco los acerca a un entendimiento. Lee es claro y preciso en la puesta en escena y edición de las secuencias de acción. Una persecución de motocicletas en las calles de Cartagena posiciona a Smith como la competencia de Tom Cruise, dedicado a poner el cuerpo en la línea en la franquicia de “Mission Impossible”. Un mano a mano en las catacumbas de Budapest expande las credenciales de “intriga internacional”. Menos especial es la lucha climática, escenificada en una calle comercial de Atlanta. Un pequeño ejército de soldados anónimos se enfrenta al equipo de los buenos. Esta es la secuencia que más se parece a las escenas dramáticas insertas en los videojuegos, en detrimento de la credibilidad de la película.
El director infunde un tono emotivo y sincero, en marcado contraste con el distanciamiento irónico que caracteriza al cine contemporáneo de acción. El efecto es evidente en las explosiones emotivas de Brogan y Junior, pero también en un elemento que suele ser descuidado en el género: el ingrato papel de la mujer arrastrada por las decisiones de los hombres. La agente Zakarweski es un prototípico accesorio de las tramas anticuadas. Esta ahí como aliada accidental, candidata a daño colateral, e incipiente interés romántico. Sin embargo, la cámara inusualmente está alerta a sus reacciones. Winstead está presente en cuerpo y alma en cada momento, proyectando inteligencia y convicción. Una mujer de carne y hueso le roba el show a dos Will Smith y a centenares de técnicos de efectos especiales.
“Proyecto Géminis”
(Gemini Man)
Dirección: Ang Lee
Duración: 1 hora, 57 minutos
Clasificación: (Regular)
Más críticas aquí.