Los pokémon (contracción de las palabras japonesas “poketto monsuta”, que significan “monstruos de bolsillo”) son una clase de criaturas con caracteres animales, vegetales e incluso objetos, muchos de ellos con apariencia de seres mitológicos. Por supuesto, no son reales: pertenecen a una saga de videojuegos creada por Nintendo que esta semana cumple 25 años.
El grupo de los pokémon incluye numerosas especies cuya peculiaridad es que, cuando alcanzan cierto desarrollo, sufren un proceso conocido como “evolución” y se transforman. Sin embargo, ¿se trata realmente de una evolución en sentido biológico o se trata de otro tipo de proceso?
El término “evolución” puede definirse simplemente como un cambio, pero el caso de los pokémon, al tratarse de unas criaturas que presentan procesos vitales como nacimiento, desarrollo y reproducción, sería más aplicable el concepto de “evolución biológica”. Esta es definida como un proceso de transformación que ocurre en las especies a través de cambios acumulados en generaciones sucesivas.
La evolución biológica consiste en la acumulación de cambios genéticos (genotípicos) y morfológicos (fenotípicos) en las poblaciones de organismos biológicos, generación tras generación, que los hace diferenciarse de sus ancestros. Sin embargo, las transformaciones producidas en los pokémon no son así: no se acumulan de padres a hijos.
Lo que presentan realmente son cambios más o menos profundos en el mismo individuo. Esto concuerda más con la definición de “metamorfosis”, que consiste en una transformación que experimentan determinadas especies y que afecta no solo a su forma sino también a sus funciones y a su modo de vida.
Metamorfosis sencilla
En los animales existen dos tipos de metamorfosis: la sencilla o incompleta y la compleja o completa, ambas también observables entre las especies de pokémon.
De forma similar a como aparece en ciertos animales como cnidarios, moluscos, anélidos, muchos artrópodos, equinodermos y anfibios, en la metamorfosis sencilla las fases iniciales del desarrollo de la especie son similares a las fases finales sin existir un periodo de inactividad, mostrando solo aumento de tamaño en cada una de ellas y un mayor desarrollo de algunas de las partes de su cuerpo.
Este tipo de metamorfosis aparece en pokémon conocidos como Frillish y su forma derivada Jellicent, ambos con aspecto de medusa, en Spinarak y su derivado Ariados, similares a arañas, o en Scyther y su derivado Scizor, con morfología que recuerda a las mantis. Otro ejemplo llamativo sería Charmander, el cual que se va transformando, fase a fase, de un pequeño reptil a uno de mayor tamaño denominado Charmeleon y este se desarrolla, a su vez, en un fabuloso dragón conocido como Charizard que desarrolla alas y protuberancias cefálicas.
También ocurre una transformación curiosa en otro pokémon conocido como Poliwag, que presenta una morfología similar a un renacuajo, el cual se transforma en otra denominada Poliwhirl, que recuerda a una ranita, y esta a su vez se transforma en otra criatura llamada Poliwrath, similar a la anterior pero de mayor tamaño y algo más enojada. Este último tipo de metamorfosis, como se puede apreciar, sería similar a la metamorfosis que muestran los anfibios.
Metamorfosis compleja
Por otro lado, en la metamorfosis compleja, frecuente en insectos, aparecen cambios radicales en la morfología y biología pasando por una etapa de inactividad en la que no se alimentan.
El ejemplo más evidente de este tipo de metamorfosis es el del pokémon conocido como Caterpie, con forma de oruga de mariposa, que se transforma en otra denominada Metapod que recuerda a una crisálida, la cual cambia a la conocida como Butterfree, con forma similar a una mariposa. Estas transformaciones concuerdan con la metamorfosis típica de un insecto lepidóptero.
Además, existen otras transformaciones que desarrollan algunos pokémon que se deben a influencias alimenticias-ambientales, que se producen cuando están en contacto con ciertos elementos. Entre estos casos está la de la criatura denominada como Eevee, que se transforma en otros seres según la exposición a ciertos elementos o dependiendo del momento del día. Estos cambios podían deberse a fenómenos epigenéticos donde factores externos tienen efecto en la expresión de los genes que dirigen. Esto mismo ocurre en las abejas que, según el tipo de alimento que reciben, surgen castas diferentes, como entre las abejas obreras y las reinas, estas últimas desarrolladas al ingerir jalea real, la cual induce cambios celulares.
También las relaciones interespecíficas son observadas entre las transformaciones de los pokémon. Una de las más evidentes es la sufrida por Slowpoke que, mordido en la cola por un Shellder, se transforma en la criatura conocida como Slowbro. Esto puede ser considerado como un tipo de parasitismo en su fase inicial que se convierte en un mutualismo ya que ambos seres obtienen un beneficio.
Como se puede apreciar en todo lo mencionado anteriormente, los pokémon mantienen una amplia gama de maneras de transformarse, todas ellas llevadas a cabo sobre el individuo, no sobre la población ni sobre la especie.
Aunque, en general, los pokémon surgen de un huevo producido por la unión de dos progenitores de distinto sexo, las crías sufren cambios drásticos en su forma y tamaño durante su crecimiento. Sin embargo, estos cambios no son heredables por lo que en ningún caso puede considerarse como una evolución biológica como la concibieron Darwin y Wallace, como sí ocurre en animales, plantas y otros seres vivos.
Este artículo fue republicado de The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Joaquín Abolafia Cobaleda, Profesor Titular de Universidad (Área de Zoología), Universidad de Jaén