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Solomillo Grill no solo me llamó la atención por la detallada ejecución de los platos y el manejo de los cortes, sino por un interés marcado que, particularmente, me anda loco: Los maridajes con cervezas
Para quienes crecimos en lo que se denominaba la Cuarta Región (Rivas, Granada, Masaya y Carazo), en especial en los pueblos, Jinotepe siempre fue una de las ciudades en la que podíamos encontrar la novedad. La ropa de moda, los primeros restaurantes de pizza y los bares más cotizados. Con el paso de los años, uno migra a la capital y aquellas descuidadas maravillas de la juventud quedan en el desván de los recuerdos. A los lugares donde fuimos imberbes y felices —por alguna razón— tratamos de no volver, parafraseando un verso. Pero esos lugares a veces vuelven para sorprendernos. Me acaba de pasar con Jinotepe: Solomillo Grill es un pequeño restaurante de cortes de carnes premium, que, ahora en esta segunda juventud, apreciamos con mayor cuidado.
Solomillo Grill no solo me llamó la atención por la detallada ejecución de los platos y el manejo de los cortes, sino por un interés marcado que, particularmente, me anda loco: Los maridajes con cervezas.
Al frente de la cocina está la chef Juniett Sevilla. Decidió emprender con su amigo Pío Guevara este restaurante con la convicción de “diferenciarse” de los campestres típicos que circundan Jinotepe y la Cuarta Región. La clave está en la carne a la parrilla premium preparada con ingredientes naturales procesados por la chef. En la mesa de cocina de Juniett hay romero, ajo, aceite de oliva, sal y pimienta gruesa, y creatividad.
Un menú especializado en carnes rojas, pero también en el que coexisten en armonía parrillera cerdo, pollo y pescado. El Solomillo, ese corte extraído de la región lumbar de la res, es la especialidad de la casa que se deshace en la boca. Pero hay cortes como el Puyazo y su divino borde grasa, filetes New York y el T-Bone.
El espacio de Solomillo Grill es mediano. Lo suficiente amplio para sentirnos en salón acogedor, decorado coquetamente, y en el que, cada jueves, hay música en vivo. Cartelera de músicos jóvenes, en especial aquellos que siguen y tocan Jazz.
De la carta de la chef, y que no es res, recomendamos las costillas agridulces y las generosas brochetas de pollo. El menú se presta para experimentar maridajes. Por ahora, Moropotente es la cerveza artesanal de cabecera de Solomillo Grill. Una de las razones es que Moropotente es de Carazo, y el restaurante “promueve lo local”. Lado Oscuro rima con la res, pero abrir la carta de bebidas a otras marcas maximizarían la experiencia en Solomillo Grill.
La chef Sevilla promueve maridaje con vinos, pero también con cervezas. Otra Por Favor se queda en este último grupo. Preferimos maridar con cervezas porque la variedad de estilos no nos impone la regla del viñedo: Vino blanco con sabores delicados, y tinto con sabores audaces.
Con las cervezas y el maridaje no hay normas inamovibles. Ni fórmulas para equis plato con equis estilo. Con las cervezas artesanales lo ideal es probarlas primero, identificar sus sabores, y, luego, decidir el platillo que va más acorde, ya sea por contraste o afinidad.
Para determinar las características de las cervezas, los expertos de Brewers Association recomiendan aplicar el “triángulo del sabor”: El gusto (Salado, Agrio, Amargo o Umami). Sensación en la boca: (Cuerpo, carbonatación, alcohol, temperatura). Aroma (Malta, lúpulo, levadura, que pueden ir desde tostado, cítrico, madera, dulce).
Y no se asusten, no es necesario ser un experto en la materia. Lo divertido y la clave de maridar con cerveza es dejarse llevar por el gusto personal, siempre y cuando que ni la bebida ni la comida sobresalgan una sobre otra.
En el caso de Solomillo Grill con sus cortes premium, ligue con cervezas Stout, Porter y Irish Red Ale. Si pide la brocheta de pollo, mezcle con Pale Lager. Ahora que estamos en Semana Santa, Solomillo Grill estrena plato: Corvina al Papillote. Este pescado sale con una Blond Ale, y la chef Sevilla tiene a mano para usted este estilo: La 19 Días de los Moropotente. Experiencia que nos hace felices —esta vez— para tratar de volver.