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Opinión | Me sentí una delincuente
Foto: Carlos Herrera | Niú

Lucila Campbell Cabrera. Estudiante. 17 años. 19 de abril de 2018

     
  • Lucila Campbell Cabrera
  • 27 de abril 2018
Ahora volemos libres, tierna paloma
No pierdas las esperanzas palomita y,
la flor crece con el agua
el sol volverá, volverá
la noche se irá, se irá
«Deja la vida volar». Víctor Jara

El 11 de abril de 2018 los jóvenes cansados del poder opresor habíamos autoconvocado a través de las redes sociales a una marcha para exigir respuesta al gobierno Nacional de Nicaragua por la quema intencional a la Reserva Biológica Indio Maíz.

Eran aproximadamente las 12 del mediodía del miércoles 11 de abril de 2018 y corría por la calle fuera del portón principal de la UCA con una compañera de clases y dos amigos más. Corríamos para alcanzar la marcha.

Corría por las calles con la euforia de encontrar a mis hermanos, de unirme a la lucha, de cantar con ellos, de gritar consignas y exigir respuesta al gobierno corrupto de Nicaragua.

Cuando vimos la multitud me alegré, al igual que mis amigos. Pero antes de poder alcanzar la marcha teníamos que cruzar un retén de policías y antimotines que trataban de intimidar a los protestantes. En ese momento apareció un grupo de jóvenes de la Juventud Sandinista, manipulados y trasladados como ganado, para agredir física y verbalmente a los protestantes. Ahí inició mi miedo.

Alcanzamos la marcha, y las voces de mis hermanos me dieron la fuerza que necesitaba para seguir defendiendo a mí Nicaragua. Luego que terminó la marcha me fui con mis compañeros y se nos sumó uno más. Estaba feliz, estaba eufórica, estaba con más energías para seguir batallando, pero de un momento a otro me sentí delincuente.

Foto: Carlos Herrera | Niú

Eran más de las 12 del mediodía y caminaba con mi grupo intentando llegar lo más rápido posible a nuestro destino, pero el miedo se apoderó de mí. No me paralizó, pero me hizo pensar cosas horribles acerca de mí. Me sentí una delincuente por defender mis derechos, por protestar contra la corrupción, me sentí una delincuente por decir la verdad acerca del poder que rige nuestra sufriente Nicaragua.

Ya es hora que nos unamos, nosotros somos el presente. Debemos organizarnos, debemos hacer que nuestro presidente y todos sus títeres tiemblen de miedo, que se den cuenta que Nicaragua no la van a seguir manejando a su gusto y antojo.

Lo que sucedió el fatídico 18 de abril fue la gota de sangre que derramó el vaso. Todos somos un solo pueblo, merecemos democracia, libertad, paz y amor. Pero lo que sucedió ayer y lo que esta pasando en estos precisos momentos que escribo esto demuestra cómo Nicaragua está sufriendo porque, una vez más, hermanos contra hermanos ponemos la sangre sobre nuestra bandera mientras los gobernantes ilegítimos gozan de la corrupción y destrucción que han plantado.

La JS19 y los trabajadores del Estado están obligados (en su mayoría), la Policía Nacional que un día juró defender al pueblo, están manipulados. Tienen miedo del opresor, tienen miedo de perder su trabajo, tienen miedo de dejar sin comer a sus familias, pero creo que deberían de tener miedo de dejar morir a su patria.

Ese miedo y dolor se debe de volver furia para poder derrocar a la dictadura de esta familia.

Foto: Carlos Herrera | Niú

¿Qué si tengo miedo al escribir esto? ¿Qué si tengo miedo de salir a las calles? ¿Qué si no tengo miedo por mí familia? ¿Qué si no sufro? Sí, sí tengo miedo por todo lo anterior, también sufro y lloro. Pero tengo más miedo que mi hermosa Nicaragua siga en lo que está. Hermanos y hermanas heridos, estudiantes exponiendo sus vidas, campesinos luchando por sus tierras, y estamos otros que no podemos encarar a los cobardes que golpean a sus hermanos que estamos detrás de un celular, una computadora haciendo ciberactivismo y pidiéndoles que no dejen sola a Nicaragua.

Hermanos y hermanas, padre y madre, compañeros y compañeras, docentes, amigos, vecinos y desconocidos les aseguro que si todos nos unimos no habrá quien pueda con nosotros. Dejemos a un lado la violencia, hagamos lo posible por evitar seguir derramando sangre sobre nuestra hermosa patria. Pero les advierto, que si las cosas no mejoran, tendremos que recurrir, una vez más para mi dolor, a la violencia.

Está en nosotras y nosotros hacer el cambio. Sumémonos a esta lucha para que Nicaragua vuelva a ser Libre.

Me sentí una delincuente por como la policía nacional nos sitió el día de la marcha, el día de la vigilia, y el fatídico 18 de abril. Me sentí una delincuente por defender mis derechos, me sentí una delincuente que en cualquier momento la guardia privada de la familia Ortega-Murillo me iba a tomar presa, me iban a detener y creía que lo iban a hacer con todo el derecho del mundo. Un poder asesino me hizo sentirme delincuente.

             ¡Pero no soy delincuente y Nicaragua debe volver a ser República!          

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