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La congresista demócrata Alexandria Ocasio Cortez suscitó una nueva polémica al llamar “campos de concentración” a los centros de detención de migrantes en la frontera norteamericana.
Alexandria Ocasio-Cortez está nuevamente en medio de una tormenta. Tras su visita a centros de detención de migrantes en el sur de Texas, frontera con México, la activista estadounidense denunció la situación inhumana de miles de latinos detenidos en estas zonas.
Pero lo que la puso en el ojo mediático durante semanas fue una declaración que ha suscitado diversas posturas: la político millenial dijo que Estados Unidos tenía campos de concentración en las fronteras. Así se refirió a los centros administrados por el Departamento de Seguridad Nacional que albergan a decenas de miles de inmigrantes y donde han muerto al menos seis menores de edad y 24 adultos, desde que inició el Gobierno de Donald Trump.
“Estados Unidos tiene campos de concentración en nuestra frontera sur y eso es exactamente lo que son”, dijo hace dos semanas a través de un en vivo en su cuenta de Instagram.
Ocasio-Cortez añadió que “el hecho de que los campos de concentración sean una práctica institucionalizada es muy perturbador”, y que se debe hacer algo al respecto. También señaló que estos sistemas son propios de gobiernos fascistas.
En el ámbito académico las posturas están divididas. Estudiosos del holocausto, judíos sobrevivientes a los campos de exterminio nazis y políticos republicanos aseguran que las declaraciones de Ocasio-Cortez son exageradas, peligrosas y carecen de fundamento.
Sin embargo, para Andrea Pitzer, autora de One Long Night: A Global History of Concentration Camps, la definición de “campos de concentración” tiene matices y no está únicamente relacionada con las máquinas de muerte que el nazismo implementó en el siglo pasado.
De hecho, el término para Pitzer tiene un significado más global. Abarca, incluso, a otros muy parecidos que han existido a lo largo de la historia en países como Francia, Sudáfrica, Cuba y la Unión Soviética. Según Pitzer, los centros de detenciones en el borde sur de Estados Unidos pueden entrar en esta definición global.
“Tenemos lo que yo llamaría un sistema de campos de concentración”, dijo Pitzer a Esquire, “y la definición de eso, en mi libro, es la detención masiva de civiles sin juicio”. Este elemento hace que las declaraciones de la congresista no estén tan alejadas de la realidad.
This administration has established concentration camps on the southern border of the United States for immigrants, where they are being brutalized with dehumanizing conditions and dying.
This is not hyperbole. It is the conclusion of expert analysis ⬇️https://t.co/2dWHxb7UuL
— Alexandria Ocasio-Cortez (@AOC) June 18, 2019
Mucho debate
Waitman Wade Beorn, un académico e historiador de genocidios, asegura también a Esquire que el término “campos de concentración” debe ser desmitificado. “Las cosas pueden ser campos de concentración sin ser Dachau o Auschwitz. Los campos de concentración en general siempre han sido diseñados, en el nivel más básico, para separar a un grupo de personas de otro grupo. Generalmente, porque los creadores del campo consideran a la gente que están poniendo en ellos como peligrosa o indeseable de alguna manera”.
El discurso del presidente Donald Trump está plagado de epítetos e insultos hacia las personas que emigran por la inseguridad de sus países. Los ha llamado “criminales” y ha provocado una severa polarización social.
Expertos también concluyen que no todo los campos de concentración tienen como fin la muerte, pues casi nunca son creados con el fin de exterminio. De hecho, algunas de las causas de muertes en los campos de concentración han sido las condiciones infrahumanas que hay en ellos. Un campo de concentración también es muy diferente a un campo de exterminio.
Las alarmas se han elevado por el anuncio de que la Administración Trump usará una vieja base de la Armada norteamericana en Oklahoma para mantener a unos 1,400 niños hasta que puedan ser entregados a un pariente adulto, debido al lleno total en los centros de detención de la frontera. La instalación tiene 150 años de antigüedad y fue usada durante la Segunda Guerra Mundial como un campo de internamiento para japoneses.
Aunque algunos políticos republicanos han mandado a leer sobre la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración nazis a Alexandria Ocasio-Cortez, la idea universal avalada por sociólogos y académicos evidencia que en la frontera sur de Estados Unidos existen, en efecto, sistemas parecidos a campos de internamiento, que separa al país de este nuevo enemigo público: los migrantes.
La idea empieza a desmitificarse cuando la actitud del gobierno norteamericano ha sido endurecer las condiciones en los refugios. A inicios de junio Trump canceló las clases de inglés, el fútbol y la asistencia legal para los niños migrantes que permanecen en estos centros.
En Estados Unidos se registran unos 200 lugares donde el servicio de Inmigración y Control de Aduanas tiene detenidas diariamente a más de 50.000 personas. El Gobierno estadounidense alega que carece de recursos para atender una de las mayores crisis migratorias. Desde octubre del año pasado han salido desde Honduras seis caravanas compuestas por miles de centroamericanos hacia México y Estados Unidos. Lo que mueve a la mayoría de estas personas a huir de sus propios países es la inseguridad y falta de oportunidades.
Alexandria Ocasio-Cortez cree que es “inconcebible” lo que pase en las fronteras de su país. El otro grupo de congresistas estadounidenses que acompañaron a Ocasio-Cortez aseguraron que los migrantes reciben abusos psicológicos. La congresista también reveló que un grupo de mujeres les había dicho que en el centro las obligaban a beber del inodoro. “La congresista Aryanna Presley abrió el grifo (en la celda) y no salió nada. Les dijeron que bebieran del váter”, dijo en una conferencia de prensa.
Mientras tanto, Donald Trump no ha dejado de arremeter contra este grupo de mujeres. Sin decir nombres, sugirió que las congresistas regresaran a sus países infestados de criminalidad si no les gustaba Estados Unidos. La respuesta de las diputadas fue pedir a la población que no “pique el anzuelo”, que estos comentarios son un intento de distraer los norteamericanos de la corrupción de su gobierno.
Y vos, ¿considerás estos centros de detenciones como campos de concentración?