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El edificio donde trabajo decidió que necesitaba "refuerzos" para los supermercados. Acepté porque soy el único sueldo para sostener mi casa
La semana antes del anuncio presidencial de estado de alerta –14 marzo–, notaba que la gente se estaba concientizando después del comunicado que hizo la presidenta de la comunidad de Madrid. La gente empezó a quedarse en sus casas, había menos afluencia de público y, el jueves 12, las tiendas del centro y en los alrededores de Madrid empezaron a cerrar.
El viernes 13 cerraron todas las tiendas por la mañana, pero el centro comercial donde trabajo, un almacén de más de cinco plantas, cerró hasta por la noche. La junta directiva se reunió y decidió que se necesitaba refuerzo para los supermercados. El refuerzo era “voluntario”, no nos explicaron en cómo iba a repercutir para la gente que no iba de refuerzo; económicamente no sabemos el salario que vamos a percibir. Acepté porque soy el único sueldo que entra en mi casa, no tengo otra forma de ganarme la vida más que eso.
Guardo mi mascarilla como un tesoro
El sábado 14 de marzo, me presenté a trabajar, utilizábamos solo guantes, pero como exigimos que nos facilitaran mascarillas, había dificultad para conseguirlas. Fue hasta el domingo por la mañana que nos las entregaron a cuentagotas, la guardo como un tesoro.
Al establecimiento ha habido menos afluencia de gente. Hay unos cuantos, al borde de los nervios. Cuando entran al supermercado se ubican en los pasillos guardando la distancia de metro y medio. Otros están histéricos por salir y no lleva ningún tipo de protección, se enfadan, se molestan y quienes pagamos las frustraciones somos las y los cajeros.
La medida que ha tomado la comunidad de Madrid y el gobierno central de no salir a la calle a menos que sea sumamente necesario, son importante cumplirlas. Si salís por placer y no das una explicación convincente a la policía, perfectamente te pueden multar, multas bastante altas que van de los 100 euros hasta los 60 mil por lo que han informado en las noticias. Por eso, yo como trabajadora llevo mi identificación de empresa a todos lados por cualquier cosa, por si me paran tengo que presentar mi documentación.
Me siento cansada. Desde que salís de casa vas con un estrés en el autobús que prácticamente no va nadie a las horas que suelo subirme. Por ejemplo, el sábado 14 me fui sola por la mañana y volví sola por la tarde y, el domingo íbamos una chica y yo, ella se bajó a mediados del camino y por la noche me vine sola directo, no hay coches, no hay gente en las calles, es como si fuera una ciudad fantasma.
Intento distraerme quizás porque quiero quitarle hierro al asunto para para animarme a mí y al resto de compañeras con quienes hemos planeando hacer coreografías para bailar y cantarle a los clientes, la canción que suena todos los días “Resistiré” del Dúo Dinámico. La hemos modificado “Resistiré, aunque el bicho nos ataque fuerte vamos a resistir porque hay que dar de comer a la gente.
El estrés es constante
El domingo que regresé del trabajo lo primero que hice fue quitarme toda la ropa la metí a lavar, me quite los guantes, la mascarilla la puse sobre el radiador para que se calentara y me metí una ducha de agua caliente. Busco cómo tomar las medidas porque el miedo te invade. Yo no quiero hacerle daño ni a mi familia ni a alguien mayor.
El estrés es constante porque pienso en la situación de Nicaragua, en que no se están tomando las medidas que se requieren, más bien el régimen permite reuniones masivas, entrada de extranjeros y esto me hace pensar en mi gente, noto el estrés al no poder dormir bien, mi cuerpo está estresado y por la mañana parece que es que me han dado una paliza. Me duelen las articulaciones, pero intento darme ánimo, hay que continuar, pienso en positivo que no me va a pasar nada, que no nos va a pasar nada si nos quedamos en casa y que esto, prontito se tiene que acabar.
Voy a continuar trabajando y voy a estar bien, y servir dentro de lo posible estos 15 días porque nosotros, al personal de apoyo nos han dado 15 días para trabajar, luego se irá viendo sobre la marcha lo que vaya diciendo el gobierno y lo que las empresas de productos de primera necesidad decidan.
*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España y Estados Unidos viven las medidas de confinamiento. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.