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¿Cómo cambiar tus finanzas en tres años? Leé el testimonio de Franciny Serrano, lectora de Plata con Plática, para conocer y seguir su ejemplo
Si el camino a la libertad financiera fuera realmente fácil, créanme que habrían filas de personas durante semanas para alcanzarla. Sin embargo, es un camino donde, por lo general, las personas que logran llegar lo hacen en la estación de invierno y muchas veces está cargada de fenómenos que nunca creímos que íbamos a atravesar en nuestra vida.
Vivimos en una sociedad donde el dolor está mal visto y tiene que evitarse a toda costa. Confieso que, de las cosas más liberadoras, es aprender a abrazarlo sin temor y con humildad, para empezar una nueva etapa.
Nunca olvidemos que absolutamente todo cambio debe empezar por uno y por más difícil que sea el reto, siempre existe alguien que caminó por ese mismo trayecto con el único objetivo de merecer “vivir” y no “sobrevivir”. De ahí la famosa frase: “Si unos han podido, ¿porque yo no?”.
Cuando me aventuré en mi “despertar financiero” no me fui sola. Mi esposo alistó las maletas conmigo y partimos, algo asustados, pero juntos, de alguna forma confiamos el uno del otro.
He de confesar que al abordar, no era un avión moderno, incluso fue un vuelo de meses con muchas turbulencias que parecía sin fin y en algunas ocasiones estuvimos a punto de tomar un paracaídas y tirarnos al vacío. Pero ahí estaba “el fuerte” de ese momento, para detener la huida “del débil” y sí, efectivamente, llegamos a nuestro destino, donde tuvimos la oportunidad de cimentar en bloque nuestra empresa.
Logramos nombrar al mejor gerente. Pudimos crear el mejor presupuesto. Gestionamos el mejor manejo de la deuda y mapeamos nuestro plan de felicidad; para que cuando ya no exista el representante legal, nuestro sucesor administre bien los recursos y activos.
Como matrimonio encontramos que la primera empresa que necesitábamos prosperar, era nuestra propia familia. Fue emocionante entender que éramos socios y que lo único que ocupábamos era gerenciarla con amor.
Han pasado tres años desde que decidimos cambiar nuestro estilo de vida y sanear nuestras finanzas personales. Aunque siempre existen situaciones adversas (porque es parte de la vida), ha surgido un nuevo idioma.
Pareciera que hubiera magia entre nosotros y eso ha provocado un crecimiento positivo de la relación y por ende de “empresa familiar”, porque nos hemos podido desarrollar según nuestros talentos y habilidades. Yo en la optimización de gastos y el control del presupuesto mensual y él en su poder innovador para extraer riqueza con gracia y facilidad. Hoy podemos decir que ha sido una fusión progresiva y equilibrada, porque uno depende del otro (y viceversa).
Siempre que te sientas abatido por el consumismo o por la trampa del “me lo merezco”, teniendo un terraplén de deudas que atente con enterrar a toda familia, siéntete capaz de salir de ese mar de malas decisiones y carencias no superadas a través de un plan de educación financiera, porque ahí es donde nace la diferencia entre la pobreza y la riqueza y encuentras que el placer de la vida está en la simplicidad de tender un mantel en plena montaña y compartir una taza de café con tu hermosa familia. ¡El reto en pareja es complejo, pero cuando hay amor del bueno sí se logra!
Aléjate de las masas, porque estas no tienen conciencia de lo que hacen y cuando lo hayas logrado, encontrarás una bahía de calma y paz para vivir.
Hasta hoy he tenido la dicha de contar con mi esposo y espero que esta empresa que logramos que prosperara, cumpla muchos diciembres más y siempre mantenga la llama de la respeto y la admiración hacia la pareja.
*Este texto fue publicado originalmente en el blog de la autora: Plata con Plática