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El mundo interior de mis fotos

En la fotografía, como en la música, lo más importante es contar con una pieza impecable que te permita hacer y decir a través de ella lo que sientes

     

Luis, ¿y eso de estar tomando fotografías es algo pasajero o vas en serio?” Últimamente algunos amigos o fans me han hecho preguntas que me han dejado esa rica sensación de necesidad reflexiva. Esta fue una que me gustó mucho porque me obligó a pensar y repensar el por qué de mi otra pasión actual: la fotografía. Quizá hayas visto recientemente en mis redes sociales que he compartido algunas fotografías hechas en mis viajes o en mis paseos por la ciudad donde vivo. Esta pregunta es una buena oportunidad para compartirles mis motivaciones de esta nueva faceta.

El primer contacto que tuve con el mundo de la fotografía fue con el iPhone 4S. Recuerdo que me dio por tomarle fotos a todo lo que me rodeaba en cada concierto, en las caminatas por el parque de la ciudad, en el gimnasio y hasta en las noches de bohemia con mis amigos. Además, había encontrado algunas aplicaciones en el teléfono con las cuales podía editarlas.

No se imaginan cómo me atrapó por completo ese proceso de trastocar digitalmente cada fotografía. Fue la misma sensación que me provocaba de niño un juguete nuevo o como cuando por primera vez hice sonar las cuerdas de la guitarra de mis tíos en mi país natal, Nicaragua.

Lo que empezó como un hobby divertido se convirtió en casi una necesidad. Todos los que veían mis fotos del iPhone me decían que porqué no lo hacía con una cámara de verdad, que de esa forma lograría tener una mejor calidad y lograr mayores detalles. Por la facilidad con la que ya trabajaba en el iPhone no me decidía a comprar una cámara profesional y, además, porque pensaba que sería tedioso tener que aprender en poco tiempo a manejar la nueva cámara, a como ya sabía usar el teléfono. Todo quería tenerlo rápido.

En fin, me animé a continuar con mi curiosidad, aunque me tomara tiempo aprenderlo, y le compré a un amigo una cámara usada muy buena. Poco a poco comencé a descubrir cómo trabajar con ella. El inicio fue terrible porque no daba pie con bola, pero me di cuenta inmediatamente que el producto final definitivamente tendría más calidad que el conseguido con mi celular.

De esta manera fue cómo mis fotografías empezaron a tomar una mejor forma y yo a tener una sensibilidad diferente con respecto al entorno que captaban mis ojos.

Con el tiempo fui enfocando mi atención en la composición del ambiente. Empecé a interesarme y a enamorarme de los paisajes, los reflejos en el agua y los edificios. El lugar que visitaba lo capturaba con mi cámara. Así descubrí también mi fascinación con el cielo y las figuras que se esconden entre las nubes. Aunque no solo eso porque hay un mundo en cada cosa. Por ejemplo, cuando he fotografiado fotos cromáticas, una flor, una avispa, etc., se me ha hecho increíble ver en detalle todo lo que la fauna y la naturaleza en sí encierran en los tamaños más pequeños.

Me he dado cuenta también que mi proceso fotográfico a veces está planeado pero la gran mayoría del tiempo está sujeto a la improvisación, a salir a explorar a ver qué encuentro y valga la pena retratar, siempre ligado a la belleza en cada objeto pues es esta la que más me inspira. Eso de explorar es totalmente nuevo en mí porque no recuerdo haber sido antes alguien de salir a sudar en medio de un día de calor o de lluvia solo para tomar fotos.

Varias fotos me han emocionado desde entonces, ya sea porque técnicamente están bien logradas (según yo, claro está) o por lo que sentí al tomarlas y logré que transmitieran en su resultado final. Recuerdo algunas: una que tiré con el iPhone 4S de una nube después de una tormenta en Miami –de mis favoritas, por cierto-, hasta otras de atardeceres en Nicaragua. Solo de recordar cada clic que he hecho en el último año caigo en cuenta que en realidad siento que voy retratando la vida.

Les cuento que lo interesante de toda esta nueva etapa es que la fotografía está despertando en mí una conexión especial con la música. O quizá es que la música está influyendo en mi proceso creativo con la fotografía. A veces sí he podido sentir música cuando veo una imagen que me emociona e inmediatamente me hace imaginar una melodía o una progresión de acordes.

Es como un “mood”, porque definitivamente las fotos te dan eso, te pueden transportar a un estado de ánimo íntimamente ligado a lo que se está viendo.

Imagínenselo así. En el proceso de creación musical, la canción primero se escribe y luego, si esta tiene todo lo que a uno lo mueve, viene el próximo paso que es vestir esa obra. Igual me pasa con la fotografía. Tomo una foto y si está bien en cuanto a luz y composición, la siguiente parte de edición me llena de emoción.

La foto para mí se toma pero también se hace a la hora de editar. Es como cuando le das a un arreglista una canción y le da los toques finales para así lograr un clímax de emoción cuando todo eso esté grabado, editado y masterizado. Es casi el mismo proceso con la fotografía. Como en la música, lo más importante es contar con una pieza impecable que te permita hacer y decir a través de ella lo que sientes.

En fin, esta etapa de fotógrafo “amateur” me ha desarrollado y me ha dado un toque renovado de inspiración creativa. Tanto así que la foto del sencillo Cuando Se Juega con Fuego fue idea mía. Aunque la fotografía no la tomé yo, sí tenía claro lo que deseaba ver en la imagen. Esto de ir capturando por dónde voy cosas que me emocionan, es algo que siempre sentí con la música. Comienza uno a ver el mundo de diferente forma, a reconocer las texturas, los colores, las cosas más simples. Definitivamente cada objeto del mundo exterior se ha vuelto mucho más bello para mí de lo que antes podría haber experimentado.

Una foto publicada por Luis Enrique (@luisenrique) el

Por eso quiero desarrollarme, y de verdad hacerlo, de una manera profesional. Lograr comunicar por este medio un poco más de mi mundo interior.

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