En pantalla
“The Hater” ilustra exitósamente la dinámica de las redes sociales en su variante más tóxica, especialmente la brecha que existe entre la percepción del público y la realidad
En la primera escena de “The Hater”, Tomasz (Maciej Musialowski), un joven estudiante de Derecho, es expulsado de la facultad por cometer plagio. No puede entender porque “omitir un par de comillas” implique un castigo tan grande. Su ética maleable resultará muy cotizada fuera de la academia. En la Polonia contemporánea —y en realidad, en todo el mundo— florece un siniestro ejercicio de relaciones públicas: usar las redes sociales para destruir reputaciones. Tomasz está a punto de embarcarse en una meteórica carrera como trol profesional, con consecuencias devastadoras.
El director Jan Komasa viene de acreditarse una nominación al Óscar a la Mejor Película Extranjera por “Corpus Christi” (2019), drama sobre un exconvicto que se hace pasar por sacerdote para comandar una capilla rural. Esta nueva película también se concentra sobre un individuo que se reinventa, pero por motivos menos piadosos.
En el fondo, Tomasz quiere ser digno de la atención de Gabi (Vanessa Aleksander), la hija rebelde de sus benefactores burgueses, Zofia (Danuta Stenka) y Robert Krasucki (Jacek Koman). Ellos viven en un cómodo apartamento de Varsovia. Son activos en el mundo de las artes y la política, especialmente en la campaña de Pawel Rudnicki (Maciej Stuhr), el candidato progresista que lucha por detener la ola de fascismo y xenofobia atizada por sectores ultraconservadores. Tomasz está tan hambriento de aprobación que, durante una visita nocturna, se las agencia para escuchar lo que piensan realmente de él. No es una buena idea. Despechado, encuentra validación en el trabajo que le ofrece Beata Santorska (Agata Kulesza). Después de acabar con la reputación de una entrenadora de YouTube, le asignan enfilar cañones contra Rudnicki.
Esto suena como mucha trama, y aún no llegamos a Guzeck (Adam Gradowski), el joven aficionado a las armas que se convertirá en peón de un juego mortal. Trabajando sobre un guion de Mateus Pacewicz, Komasa recarga la película de personajes e incidentes, de tal manera que muchas escenas se sienten superficiales y apresuradas. A pesar del ritmo acelerado, “The Hater” se extiende por más de dos horas de metraje, acolchonadas por repetitivas conversaciones en las que el protagonista corteja a Guzeck para una misión. Las interacciones ocurren dentro de un video juego de interpretación de roles. El recurso es congruente con el perfil de los personajes, pero su uso repetido desgasta la novedad, y avejentará la película a futuro.
“The Hater” es exitosa a la hora de replicar la dinámica de las redes sociales en su variante tóxica. Es particularmente interesante al considerar la brecha que existe entre la percepción del público y la realidad detrás de los servidores de internet. Atrincherados en su visión del mundo, demasiados usuarios permanecen voluntariamente ciegos a las manipulaciones de personas que encuentran ventaja en su dominio de la tecnología. Los Krasucki y Rudnicki del mundo pueden ser muy privilegiados en el mundo real, pero se ven indefensos en el mundo virtual. La “viralidad” es el nuevo talón de Aquiles de los poderosos. Véase en Nicaragua los torpes intentos de la dictadura Orteguista por generar un ejército de troles. O el mismo EE. UU., asediado por injerencia de Rusia en la campaña presidencial mediante la manipulación de las redes sociales. La fragilidad de la imagen personal queda expuesta, en medio de esa plaza pública intangible de la comunicación virtual. En ese sentido, “The Hater” es de rabiosa actualidad, aunque su discurso sea más sensacionalista que inquisitivo. Si Gabi fuera más compasiva y sus padres no fueran unos ‘snobs’ insufribles, ¡quizás nada de esto hubiera pasado! Pero claro, la fragilidad del ego masculino —sí, casi siempre se trata de hombres— está detrás de los exabruptos más violentos de nuestros tiempos.
Musialowski está presente en cada escena, y logra sostener la película con su opacidad. Al acercarse a Rudnicki, podemos ver en su rostro el conflicto de intereses que nace en su cabeza. ¿Puede destruirlo a pesar de que simpatiza con él? En pocas escenas, Agata Kulesza amenaza con robarle la película, como la jefa con una brújula moral disfuncional. “Soy madre soltera. ¿Cuál es tu excusa para hacer este trabajo?”, dice en un atípico momento de introspección. Si quiere ver más de esta brillante actriz, busque “Ida” (Pawel Pawlikoski, 2013), la ganadora del Óscar a Mejor Película Extranjera en la que interpreta a una trágica ‘apparatchick’ del partido comunista en los años 60.
“The hater”
(Sala Somobójców Hetjer)
Dirección: Jan Komasa
Duración: 2 hora, 16 minutos
Clasificación: ⭐⭐⭐ (Buena, recomendada con ciertas reservas)
*Disponible en Netflix