En pantalla
Pitt es un comediante sublime. Aunque “War Machine” no es completamente exitosa en lo que se propone, la estrella justifica su existencia.
Netflix no se detiene en sus esfuerzos por convertirse en una especie de estudio verticalmente integrado. Como en la era dorada de Hollywood, produce películas y es dueño del teatro donde se exhiben. O más bien, es dueño del software que permite proyectar el filme en casa. Conspira con el público para que cedan control de su televisión. Hace algunos años, una estrella del calibre de Brad Pitt habría producido independientemente “War Machine”, con la certeza de que un gran estudio compraría los derechos de distribución. Ahora, su hogar natural es Netflix. ¿Cuándo fue la última vez que una comedia para adultos se vio beneficiada por un estreno global? Ese honor está reservado para esperpentos taquilleros como la quinta entrega de la franquicia “Piratas del Caribe”, monopolizando pantallas esta semana. En Cannes, Pedro Almodóvar puede lamentar los estrenos simultáneos en pantalla chica, pero en mercados como el nuestro, es un salvavidas. Netflix apunta a servir a las audiencias descuidadas por los cines.
“War Machine” es el tercer largometraje del australiano David Michod, un talento en ciernes que consiguió buenas críticas con el thriller criminal “Animal Kingdom” (2010) y el drama postapocalíptico “The Rover” (2014) – ambas inéditas en Nicaragua–. La película se basa en el libro del periodista Michael Hastings, que nació como un artículo para la revista Rolling Stone. La sátira analiza el juego de la guerra contemporánea a través de una figura controversial. En la película se llama Glen McMahon, en la vida real era el general Stanley A. McChrystal, quien siguió un arco narrativo similar en sus intentos por cerrar la invasión norteamericana de Afganistán.
La película introduce a McMahon mientras asume la jefatura de las fuerzas de ocupación. Nos guía la narración omnisciente del periodista Sean Cullen (Scoot McNairy). Se hace acompañar de un séquito de devotos soldados que incluye a Matt Little (Topher Grace), un publicista civil contratado para administrar la imagen del general. Así se juega la guerra en el siglo XXI. McMahon quiere ser el arquitecto de la victoria, y se da de topes con el embajador norteamericano Pat McKinon (Alan Ruck), el presidente Karzai (Ben Kingsley), e incluso el presidente Obama.
El dispositivo de la narración es bienvenido, por la abundancia de personajes y relaciones que deben delinearse. La multitud puede ser históricamente correcta, pero un poco de economía narrativa habría sido bienvenida. “War Machine” presenta a McMahon como una especie de inocente, atrapado en un sistema burocrático que no termina de comprender. O quizás, simplemente sobrevalora sus capacidades para manipularlo. Menos que un villano, McMahon es una figura tragicómica, con el corazón en el lugar correcto. El general reserva su empatía para la tropa de menor rango, jóvenes enviados como carne de cañón a la línea de fuego. En este grupo, adquieren protagonismo Ortega (Will Poulter) y Cole (Lakeith Stanfield), ejecutores de una desastrosa incursión a un pueblo supuestamente controlado por terroristas.
La película asume una estructura episódica, siguiendo a McMahon en una malograda gira por Europa, exhibiendo las transgresiones de su grupo ante el periodista, y tratando infructuosamente de conseguir las tropas que necesita entre los aliados de la OTAN. Aquí, se nos presenta el costo personal que asume al dedicarse a la guerra, en la persona de su esposa, Jeannie (Meg Tilly). Ella se une al tour en París, para unas incómodas vacaciones de trabajo. “En un años estamos juntos apenas 30 días”, le dice en una cena de aniversario fraguada de pesadumbre. Tilly, ausente de papeles de alto perfil por mucho tiempo, asume la carga de poner en perspectiva el premio personal que el militar paga por servir a su país. Tilda Swinton es brillante en una escena donde interpreta a una congresista alemana que cuestiona los planes de McMahon.
La película es desigual, pero funciona gracias al elemento unificador de Pitt. Es fácil olvidar los instintos cómicos del actor, su facilidad para usar el lenguaje físico en la creación de personajes distintivos y reconocibles. Michod le saca partido. Tome nota de como registra sus ejercicios matutinos, corriendo como niño que no ha aprendido a impulsarse con los brazos. Pitt es un comediante sublime. Aunque “War Machine” no es completamente exitosa en lo que se propone, la estrella justifica su existencia.
“Máquina de Guerra”
(War Machine)
Dirección: David Michod
Duración: 2 horas, 1 minutos
Clasificación: * * * (Recomendada con ciertas reservas)
Disponible en Netflix