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Segunda temporada

«Cambalache»: Recap 2do episodio de Narcos

Los "recaps" de Narcos llegan a Niú. Esto es lo más parecido a platicar con tus amigos sobre tevé en la era del "streaming".

     

Nos gustan las series tanto como a vos. Por eso, para hacer que el entretenimiento dure más, vamos a recapitular la nueva temporada de “Narcos”, un capítulo por día. Si querés refrescarte la memoria antes del próximo episodio, ponerte al día, o descifrar algún detalle que se te haya escapado, estamos a la orden.

(El siguiente texto contiene «spoilers»)

TEMPORADA 2

EPISODIO #2

“CAMBALACHE”

DURACIÓN: 46 MINUTOS

Pablo se toma una ducha mientras canta un tango. Será un psicópata, pero nadie puede decir que no es aseado. Al mismo tiempo, La Quica llega a pasarle la cuenta al prostíbulo. Afuera, esperando en su auto, el Limón se tuerce de remordimiento. Con la pistola en la cabeza, Rosa trata de echarle la culpa a Maritza, pero La Quica no pretende hacer una investigación. Está en misión de exterminio. Pobre Rosa.

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Para sortear el bloqueo presidencial, Escobar le da una inusitada entrevista a un periodista. Su mensaje: está dispuesto a volver a cualquier cárcel de Antioquia pero poniendo sus condiciones para asegurarse que no lo maten en un traslado.

En su oficina, el presidente Gaviria escucha con intensidad, tomándose el vaso de agua más dramático del mundo. La locución de Murph nos informa que Escobar también le está hablando a George Bush en EE.UU.

Un clip histórico muestra al papá de George W. poniendo “recursos apropiados” a la orden de la lucha contra el narcotráfico, y recetándole pena de muerte a los grandes narcos.

Inmediatamente vemos a los primeros “recursos” arribando a Colombia: el ex militar Arthur Crosby como Embajador, un veterano especialista en asuntos latinoamericanos y contra-terrorismo; Bill Stechner, un jefe de estación de la CIA; y Claudia Messina, una nueva jefa de la DEA como un “tu madre” personal para Murph y Peña.

El periodista cierra su entrevista preguntándole a Pablo si alguna vez ha cometido un crimen, o mandando a matar a alguien. Pablo, respondiendo sin responder, le dice que eso solo puede decírselo a un sacerdote, en un confesionario. Cortamos a los camiones de medicina legal, recogiendo los cadáveres de las prostitutas. Maritza mira, oculta entre la multitud en la calle, y entiende que es la próxima.

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El nuevo embajador norteamericano es un legítimo John Wayne, y trae a Escobar entre ceja y ceja. Tanto así deja claro en una reunión de “segurosos” que incluye a Peña. Messina le deja caer la ley a nuestros cowboys, consignándolos a las oficinas de la CNP (Policía Nacional de Colombia, siglas en inglés) y anunciando “cambios de personal”. Peña se retuerce en su asiento. Esto no puede ser bueno para Murph. Edward Jacoby, operador de Centra Spike, recibe órdenes de intervenir todas las comunicaciones posibles alrededor de Escobar.

Ya fuera de la reunión, Peña conversa con Messina, tratando de salvarle el pellejo a Murph. Messina le saca el archivo de arresto de la policía. La aventurilla del baño del aeropuerto lo dejó “tocando piano” en una estación de policía, con todo y “mug shot”. Messina movió sus influencias para que los cuello blanco no pusieran una denuncia, pero tiene dudas sobre mantener a Murph.

La escena se convierte en un duelo de voluntades, y una lucha de poder sobre líneas de género y rango. En casa de Murph, los cowboys ponderan el nuevo orden – “Fuck, fuck, fuck” -.  Murph está menos locuaz que de costumbre. ¿Se imaginan si hiciera así toda su narración?

En el hogar Escobar, Pablo y su hijo juegan videojuegos –creo que es “Mortal Kombat”–, pero son interrumpidos por un lugarteniente. No han podido encontrar los laboratorios de los Moncada, y no pueden llegar a los pocos que tienen detectados por la abundancia de retenes policiales en la ciudad. Judy y Berna están desaparecidos.

Limón ha ascendido al círculo íntimo y recibe una siniestra charla motivacional del jefe: “No hay nada más bajo que una rata,  si dejamos que anden por ahí, las calles se van a llenar de ellas”. Esto solo puede significar malas noticias para Maritza.

En el Palacio Presidencial, Fernando Duque descubre que su cita no es con el Presidente, sino con Gustavo de Greiff, el Fiscal General de la República. En Colombia, el Fiscal General es nombrado por la Corte Suprema de Justicia, y no responde a las órdenes del Presidente. Queda establecido que Gaviria y de Grieff tienen una relación tensa.

Ya en el despacho, el fiscal le asegura a Duque que ve a Escobar como un ciudadano que debe ser juzgado y no cazado o matado. Ambos fuman pipa y este motivo visual sugiere un entendimiento, objetivos comunes entre ambos. De Greiff asegura que no cederá ante las presiones de EE.UU. como Gaviria. Esto es bueno para Escobar.

En el despacho presidencial, Gaviria y Sandoval sopesan el nuevo estado de cosas. Resienten el celo de los norteamericanos, pero saben que “necesitamos la ayuda de donde venga”. Apuestan por la estrategia de militarización de Pinzón, que apunta a reducir las probabilidades de que Escobar extienda demasiado la persecución.

Murph y Peña tienen su propia charla de corazón a corazón. Messina ha accedido a mantener a Murph en su puesto, pero ya no puede cometer ni un solo error. Imágenes de archivo nos muestran Medellín bajo estado de sitio, según el plan Pinzón. En la Carlos Holguín, Murph y Peña visitan su cuartel. Ahí se agolpan la DEA, la CIA y Centra Spike, hacinados. Mientras los altos poderes de Colombia resienten la aplanadora de Bush, se desquitan con los funcionarios en el terreno.

La decisión de Pinzón, de dejar a Murph y Peña a cargo de la “línea caliente” es una ignominia más. Los fans de Escobar la inundan con llamadas de bromas. Siguiendo tres tips que apuntan a una locación, los cowboys son nuevamente humillados.  Solo encuentran un muñeco con la cara de Bush Sr., con unos cuantos dibujitos soeces en el rostro.

Sandoval confronta al fiscal sobre su reunión con Duque, increpándolo por contravenir la decisión del presidente, sobre no negociar con Escobar. De Greiff se escuda en la separación de poderes, e interpela a Sandoval sobre su motivación para entrar en La Catedral la noche del asalto a Escobar. Lo despacha prometiéndole abrir una investigación sobre su posible papel en la fuga de Escobar. Sandoval lo manda a comer mierda, literalmente.

La Quica y Limón recogen un encargo del jefe en una ferretería, mientras siguen discutiendo el destino de Maritza. El “encargo” es un inodoro con aplicaciones doradas. Debe haber uno igualito en el baño de Donald Trump. La siguiente parada en la casa de Maritza. Mientras La Quica invade el inmueble, ella se esconde debajo de la cama. Limón la encuentra, pero se queda callado. Maritza se salva por un pelo.

Duque trata de convencer a Escobar de que negociar con De Grieff le conviene, como alternativa al bloqueo de Gaviria. Mejor aún, el fiscal apoya la legalización de las drogas. Tata interrumpe, aclarando que no tienen tiempo. A solas, la esposa le reafirma su preocupación. Está clara de que si Gaviria no lo quiere preso, lo quiere muerto. Le pide que abandonen Colombia.

“Tenemos todo lo que necesitamos, cojamos a nuestros niños y vivamos en otro sitio”. Escobar le contesta, “no vamos a pasarnos la vida escondiéndonos”.  Tata tiene razón. Escobar tiene los recursos para escapar, pero no quiere hacerlo. Su ejercicio del narcotráfico puede haber empezado como una manera de hacer dinero y salir de la pobreza, pero ahora se trata de saciar una implacable sed de poder.

Una llamada anónima avisa a los gringos de la compra del inodoro por La Quica. Es el mismo modelo que Escobar tenía en La Catedral. Peña esta consiente de lo ridículo que suena el tip, pero con información sobre la dirección en que se fueron los mandaderos, desata las habilidades del equipo de vigilancia radial y foto aérea, identificando la posible locación de la casa de seguridad donde Escobar se esconde.

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¡Messina, Peña y Murph trabajan bien juntos! Pinzón se hace el búfalo ante Messina, pero esta da un telefonazo que llega hasta Gaviria, torciéndole el brazo al militar. Pinzón colabora, pero su estilo escandaloso alerta a Escobar. Todos escapan a través de una red de túneles. Solo queda el inodoro, aún embalado en la terraza.

Escobar llega a su nueva casa de seguridad. La tensión con Tata incrementa: “Si va a arreglar las cosas, arréglelas bien”. La versión de “arreglar bien las cosas” de Escobar implica masacrar al mismo tiempo a decenas de policías y militares en toda la ciudad, en un genuina orgía de sangre. Mientras tanto, pone en un tocadiscos el mismo tango que cantó bajo la ducha al principio del episodio, y baila con su esposa.

La secuencia es un espejo del inicio del episodio, donde alternamos entre su canto bajo la ducha y la masacre del prostíbulo. La edición paralela es un guiño al momento culminante de la película “El Padrino” (Francis Ford Coppola, 1973), cuando Michael Corleone bautiza a su sobrino mientras sus sicarios ejecutan los mafiosos que atentan contra su control del bajo mundo. Mientras las fuerzas de la ley lidian con las sangrientas consecuencias de la masacre, Maritza llega a una casa rural para reunirse con su hija. Limón, azuzado por La Quica, ejecuta a un policía. Su paso al lado oscuro es completo.

OBSERVACIONES VARIAS

  • El tango que abre y cierra el episodio, dándole título, se llama “Cambalache”. La versión que escuchamos es interpretada por Julio Sosa. Pueden escucharlo completo, sin ruido de balazos, aquí:
  • La sorpresa de Escobar al ver a una mujer virtual peleando en el videojuego conecta con el alto perfil que las mujeres están tomando en la serie. Messina está apretándole las tuercas a Murph; Tata quiere meter en cintura a Escobar; Maritza está jugando el juego de la sobrevivencia como una campeona. OK, al menos, está sobreviviendo, pero con eso basta.
  • Amo a Messina. Y me gusta que no la caractericen como una pesada que sólo sirve para complicarle la vida a los héroes putativos.
  • “Centra Spike” es el nombre código que tenía vigente a principios de los noventa una unidad especial del Ejército de Estados Unidos conocida como Actividad de Apoyo de Inteligencia del Ejército de Estados Unidos (USAISA, por sus siglas en inglés).
  • Bien por Tata, a la hora de poner a raya a la mamá de Escobar, cuando esta quiere desestimar sus preocupaciones “No estoy hablando con usted, estoy hablando con mi marido”. Tomen nota, jóvenes. No se dejen de la suegra. Lástima que Tata está…no sé… ¿casada con un psicópata?
  • El inodoro con aplicaciones doradas es un nuevo ícono del mal gusto. Ojalá monten una escena en la cual lo instalan al lado del cuadro de Judy Moncada y un tigre blanco.
  • Adiós, Rosa. Apenas te conocimos.

Mirá los otros recaps aquí: 1er episodio, 3er episodio