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#LoNiú: Los «Recap» de Narcos
Fotograma de la serie | Netflix

A partir de hoy vamos a recapitular la nueva temporada de “Narcos”, un capítulo por día.

     

Nos gustan las series tanto como a vos. Por eso, para hacer que el entretenimiento dure más, vamos a recapitular la nueva temporada de “Narcos”, un capítulo por día. Si querés refrescarte la memoria antes del próximo episodio, ponerte al día, o descifrar algún detalle que se te haya escapado, estamos a la orden. Solo trata de mantener los comentarios libres de “spoilers”, para no arruinarle la diversión a los demás.

NARCOS

TEMPORADA 2

EPISODIO #1

“FREE AT LAST” (Libre al Fin)

DURACIÓN: 53 minutos

La acción arranca en el preciso momento en que nos dejó la primera temporada. El operativo del Ejército para sacar a Pablo Escobar (Wagner Moura) de “La Catedral”, su prisión hecha a la medida es un desastre. Mientras rescatan a Eduardo Sandoval (Manolo Cardona), el vice ministro de seguridad, Escobar se escapa por una vereda, acuerpado por un apenas tres hombres modestamente armados. Se cruzan con una escuadra de militares, pero estos están francamente embelesados con la leyenda del narco. Atribuyéndole cualidades mágicas, lo dejan pasar sin ofrecer mayor resistencia, paralizados entre la admiración y el miedo.

La serie le está bajando el gas al protagonismo de los agentes de ley y el orden. En la primera temporada, Murphy (Boyd Holbrook) funcionaba como guía de la audiencia, ordenando este universo con su narración en off. Rubio, ojos azules y de buenos sentimientos, es el protagonista perfecto para que el norteamericano promedio se identifique. En esta segunda temporada, el rol de narrador se mantiene, pero están reduciendo su tiempo en cámara. Connie (Joanna Christie), su esposa, confronta a Murph con la seguridad de su familia. La discusión queda truncada por la llamada de Peña (Pedro pascal), notificándole del escape de Escobar.

En el Palacio de Gobierno, el presidente César Gaviria (Raúl Méndez) discute con su gabinete cómo proceder. El escape de Escobar lo pone en vergüenza: 4 mil soldados, 250 tropas especiales, 4 helicópteros…todo para nada. Para compensar, deciden ocupar militarmente Medellín. El control de la cacería al fugitivo queda en manos del Coronel Pinzón (Luis Fernando Hoyos). Gaviria le confiesa al vice ministro Sandoval que es la única persona en quien puede confiar.

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Escobar se reúne con su madre, su esposa Tata (Paulina Gaitán), y sus hijos. La escena es emotiva, y apunta a subrayar la humanidad del criminal. En la habitación matrimonial, Pablo y Tata hablan sobre el futuro. El tenor de la conversación es similar al del intercambio entre Connie y Murphy, pero con el sexo aliviando la tensión. El estrés del estado de sitio puede beneficiar a la esposa. Pablo queda recluido en casa, sin tiempo, espacio ni oportunidad para serle infiel.

La noticia del escape le da la vuelta al mundo, mientras las tropas se extienden sobre la ciudad. Los soldados van de puerta en puerta, mientras Murph y Peña tratan de encontrar su lugar en este nuevo orden.

Escobar decide mover toda su operación de lugar, y reclutar más hombres para su causa. La Quica (Diego Cataño) queda encomendado con la tarea de encontrar un chofer para el jefe, ávido de salir a las calles e imponer su autoridad. Vaya que si le hace falta.

Los sindicatos criminales de Medellín se han relajado en su ausencia, prestos a desafiar su control monolítico. El más beligerante es el de los Moncadas, aupado por el deseo de venganza. Un flashback a la temporada anterior nos recuerda como Pablo ejecutó en persona a su líder, Kiko Moncada, y su mano derecha, Fernando Galeano, creyendo erróneamente que lo traicionaban. La viuda, Judy Moncada (Cristina Umaña), su hermano Jaime (Steven Salcedo), y su jefe de seguridad, Diego Murillo (Mauricio Cujar), “Don Berna”, se han separado de la operación del cartel, y también quieren venganza.

Entre estos dos polos, Escobar y los Moncada, flotan el Cartel de Prisco y la pandilla Gallón. Imágenes de archivo nos informan que esta pandilla fue la que mandó a matar al futbolista Andrés Escobar, por meter el auto gol que sacó a Colombia en el Mundial de 1994. Estos destellos de realidad abonan a la credibilidad de la ficción al mismo tiempo que llaman la atención sobre su carácter artificial. Para mí, son un truquito irresistible.

Pero los Moncada son un desastre. No pueden ponerse de acuerdo en una línea a seguir. Jaime cree que Pablo está acabado, y cree que puede absorber en sus filas a los Prisco. Judy quiere matar a los que se alineen con Pablo, mientras Berna prefiere cerrar sus laboratorios y esperar a que el gobierno mate a Escobar. No tienen chance. Una sola llamada de Escobar basta para poner en línea a Ricardo Prisco (Federico Rivera).

The blow must go on. #Narcos

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La Quica recluta a Limón (Leynar Gómez), viejo amigo de infancia, en las afueras del prostíbulo que frecuenta. Limón, con un corte de pelo “mullet”, es un inocente listo para ser corrompido. Es su idea reclutar a una mujer para que vaya sentada en el asiento de atrás, para levantar menos sospechas entre los retenes militares que colman la ciudad. Y tiene una candidata en mente: Maritza (Martina García), una madre soltera a la que probablemente ama.

A todas luces, la estratagema es una maniobra para pasar tiempo con ella. Maritza sabe que es una mala idea, pero también sabe que no puede decir que no. Quica aprueba, y recibe un tapazo hostil de Rosa (Alejandra Lara), una prostituta que no agradece la competencia por la atención del sicario.

Un montaje de imágenes de archivo nos muestra a la legítima Catedral, incluyendo una vitrina empotrada en una pared con el primer millón de que ganó Escobar. El lugar es un templo al mal gusto. De vuelta en la ficción, Murph y Peña rebuscan pistas entre el detrito que el Ejército ha dejado atrás. Hay charcos de sangre entre las revistas pornográficas, y mejores equipos de vigilancia electrónica que los que ellos tienen. La secuencia es anecdótica, puro alivio cómico, resaltando cuan fuera del círculo de poder se encuentran los norteamericanos.

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Mientras tanto, en su casa de seguridad, Escobar le regala un conejito a su hija. Qué tierno. La domesticación del villano marcha a todo vapor, pero el tigre no puede perder sus rayas. Un segundo más tarde, aborda el taxi de Limón para salir de su prisión doméstica.

Al conocer a Escobar, Limón revela que creció en una de las casas que el narco regalaba a la gente pobre de Medellín. El agradecimiento es, entonces, su principal motivación. “Es un honor trabajar para usted, Don Pablo. ¡Todo lo que usted ha hecho por la gente pobre de Medellín! Si me tocara dar la vida por usted…soy capaz”. Algo me dice que esto será puesto a prueba.

Murph y Peña van a la Academia Policial Carlos Holguín, cuartel central de la lucha contra Escobar, para ponerse a las órdenes del Coronel Pinzón. El militar apenas puede ocultar su desdén, y les pasa la cuenta. Los pone a trabajar en dos escritorios viejos, mal puestos en medio de un pasillo. Los héroes putativos ahora son un par de parias.

La locución de Murphy revela que Escobar es el “séptimo hombre más rico del mundo”, mientras lo vemos viajando en la valijera del destartalado taxi de Limón. Una red de niños vigías facilita su circulación, comunicándose vía walkie-talkie para reportar que calles están despejadas de militares (son como “los pequeños ojos” que ayudan a Lord Varis y Cersei Lannister en el Westeros de “Juego de Tronos”).

Escobar recoge una maleta de dinero en una oficina de contabilidad instalada dentro de una modesta casa. Confirma con el administrador en residencia que las comisiones de los otros carteles han bajado, producto de la resistencia de los Moncada. Escobar le asegura que ese problema se arreglará pronto.

We all know Pablo dies. The question now is #WhoKilledPablo? Tomorrow, see the trailer and decide yourself.

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Al salir, Escobar es identificado por un anciano, que se apresura a felicitarlo. Pronto, los vecinos lo rodean, y él no puede hacer más que repartir limosnas en crujientes billetes de cien dólares. El megalómano con complejo de redentor está en su charco.

Mientras tanto, Rosa, la prostituta combativa, llama a la “línea caliente” que Murphy y Peña manejan como castigo, anunciándoles los planes de La Quica de volver al prostíbulo. Atraparlo es acercarse un paso más al capo. Activados, los gringos acuden a Pinzón, que los ve como gatos. Chorreando condescendencia, los manda con apenas tres hombres. Pinzón se ve demasiado satisfecho de sí mismo. Es cuestión de tiempo que le caiga un escarmiento.

Jaime supervisa uno de sus laboratorios mientras Berna insiste, vía telefónica, que deben cerrar operaciones hasta que la tormenta de Escobar pase. El idiota de Jaime le dice que Prisco le mandará protección. Berna sabe lo que eso significa, y pronto se escuchan los balazos. Ricardo Prisco en persona encañona a Jaime, mientras Escobar aparece como espectro. Llaman de vuelta a Berna, solo para que escuche como matan al inútil de Jaime. Escobar le deja ir su sentencia de muerte por el teléfono.

Rica ironía: Escobar mató sin razón a Kiko, convirtiendo a toda su familia en enemigos. Y ahora, no puede hacer más que matar a todos. La paranoia de Escobar se encargaba de producir sus propios adversarios. En casa de los Moncada, Judy pierde los estribos, mientras Berna le confirma su fidelidad, y sus planes de ir contra Escobar con todo. Judy anuncia que buscará alguien con mucho poder, que quiere matar a Pablo tanto como ella.

Mientras Murph y Peña planean el asalto al prostíbulo, Connie llama desde el aeropuerto. Está lista para abordar un avión a Miami con su bebé adoptada. ¡Qué oportuna! Murph se va corriendo al aeropuerto, dejándole a Peña todo el paquete. La prisa no sirve para nada. Connie se ha ido, llevándose con ella una subtrama que solo servía como peso muerto. A estas alturas, a nadie le importa la vida privada de Murph.

Escobar regresa a la casa de seguridad, donde le espera Fernando (Demian Bichir), el operador político que le sirve de negociador ante el gobierno. La Quica se va con Limón al prostíbulo. En el camino, le da trescientos dólares a Maritza y la morbosea sin importarle la presencia de Limón. Maritza reafirma su virtud, comunicándole que no puede ceder ante sus avances porque debe cuidar a su hija.

La Quica se va a su cita con Rosa, y Limón se despide de Maritza. Es para él que Maritza reserva un insulto: “malparido”. De plano que el tal Limón está haciendo todo lo que no debe hacer para ganarse su amor.

Mientras Peña y sus policías tristes rodean el prostíbulo, Murph ahoga sus penas en un bar del aeropuerto. En el baño, se cruza con un par de ejecutivos de saco y corbata que consumen cocaína alegremente en el baño. El policía, marinado en alcohol y resentimiento, les comunica que seis personas mueren para que esa droga les llegue a Manhattan. Pronto, les está dando una tunda de antología. Murph es detenido. Limón detecta a Peña justo a tiempo y previene a la Quica, quien huye a través de tejados y callejones. Una intensa persecución culmina con el escape de los narcos.

Escobar y Fernando repasan sus opciones. El capo detesta la idea de podrirse en una cárcel norteamericana, y quiere proponerle a Gaviria su retorno a la Catedral para terminar de cumplir su sentencia. Gaviria ni siquiera toma la llamada, delegándosela a Sandoval, el vice ministro de seguridad.

El presidente está a minutos de dar un mensaje en televisión, en vivo y directo, donde ofrece una recompensa de 1.4 millones de dólares por cualquier información que conduzca a su captura. Cierra anunciado su decisión de no negociar nunca más con Escobar, “el narcoterrorista más sanguinario de todos los tiempos”. La suerte está echada.

OBSERVACIONES VARIAS

  • Había olvidado lo irresistible que era “Tuyo”, el tema musical de la serie. Suena como un bolero clásico, pero realmente es una composición original, escrita e interpretada por Rodrigo Amarante, brasileño radicado en EEUU que pertenece a la banda Little Joy. Aquí pueden escuchar la versión completa: https://www.youtube.com/watch?v=PtJ6yAGjsIs
  • Wagner Moura ha logrado neutralizar su acento brasileño y ahora si suena, todo el tiempo, como colombiano. Lástima que no lo pudo hacer antes.
  • El episodio fue dirigido por el mexicano Gerardo Naranjo, quien saltó a la fama internacional con el excelente narco-thriller “Miss Bala” (2011). La estrella de esa película, Stephanie Sigman, apareció en la primera temporada como Valeria Vélez, una periodista que se convierte en amante y apologista de Escobar. No veremos una reunión entre la actriz y el director que la descubrió. Su personaje no aparece en la segunda temporada.
  • El paralelismo entre los reclamos de las esposas de Murph y Escobar es iluminador. En algún nivel, ambos son hombres con trabajos demandantes, que acarrea riesgos terribles. La única diferencia es que uno es un agente de la ley, y el otro un psicópata sanguinario que merece todos los problemas que se le vienen encima.
  • Limón es una figura trágica, que pone en evidencia el lado oscuro del clientelismo. Por supuesto que la casa regalada le vino bien a su familia, pero no era desinteresado. Es la hora de pagar, y con creces. Su agradecimiento con “Don Pablo” lo lleva a sumergirse en una vida de crimen, e instrumentalizar a la mujer que quiere. Esa casa le va a salir cara.
  • Es ejemplar el trabajo de Alejandra Lara, la actriz que en apenas tres o cuatro breves apariciones, construye completo el personaje de Rosa. Lástima que no veremos mucho de ella.
  • El retrato de Judy Moncada sentada a la par de un tigre blanco es un pequeño triunfo del narco-kitsch. Sólo me recuerda al tigre mascota de Tony Montana en “Scarface” (Brian de Palma, 1983).

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Mirá los otros recaps aquí: 2do episodio, 3er episodio