Perfiles

Joven nica logra bachillerarse en el exilio
Cynthia Padilla, bachiller en el exilio
Cinthya Padilla, 19 años, estudiante nicaragüense que ha logrado ser bachiller en el exilio. // Foto Cortesía | Niú

Contra pronóstico, Cinthya Padilla logró terminar su bachillerato en el exilio, tras irse Nicaragua por la violencia y el asedio contra la Rebelión de Abril. Cinthya había participado en las protestas, ayudando en un puesto médico.

     

A los 18 años, Cinthya Padilla tuvo decirle adiós a toda la vida y los planes que tenía en Nicaragua. Tenía que protegerse del asecho constante de los paramilitares de Masaya, tomó sus pertenencias y se fue del país. Sin embargo, lo que más le dolió, además de alejarse de los suyos, fue dejar sus estudios a medias. Ahora, ha logrado convertirse en bachiller en el exilio.

“Estaba en cuarto año de la secundaria. Era una buena alumna, por eso tenía beca en el colegio. Y fue muy fuerte no poder terminar el año, ver a mis compañeros bachillerarse y sentir que yo me había quedado en el aire. Pues, en Costa Rica es muy difícil seguir estudiando, porque el sistema educativo es diferente, las evaluaciones son diferentes, te dan clases que no se ven allá (en Nicaragua) y se estudia la historia e instituciones públicas de acá (en Costa Rica)”, explica.

Cynthia Padilla conoció los primeros obstáculos a la semana de haber llegado a Costa Rica pues cuando trató de pedir información sobre cómo continuar estudiando, en el Ministerio de Educación Pública (MEP) de Costa Rica, el guarda de seguridad no la dejó pasar para preguntar, al oír que ella era nicaragüense. Sin embargo, no desistió y continuó indagando hasta que se inscribió en clases.

“Yo sentía esa necesidad de continuar estudiando, porque nunca me imaginé perder un año por una situación así, ni nunca pensé que tuviese que salir del país para resguardar mi vida. Pero hoy se me han presentado muchas oportunidades que en Nicaragua no hubiera tenido y sé que en un futuro puedo regresar para aportar muchas cosas”, afirma.

El 12 de diciembre pasado, Cinthya Padilla recibió su diploma de bachiller en el exilio, y ya se inscribió en la Universidad Internacional de las Américas (UIA) para estudiar Relaciones Internacionales. Esa casa de estudios le ofreció un descuento en el pago de la carrera.

La travesía por acceder a la educación

Cinthya logró terminar su bachillerato en el exilio gracias al programa ‘Nuevas Oportunidades Para Jóvenes’. Cortesía | Niú
Cinthya logró terminar su bachillerato en el exilio gracias al programa ‘Nuevas Oportunidades Para Jóvenes’. Cortesía | Niú

Aunque hoy, Cinthya Padilla, celebra haberse graduado, hace un año el panorama no era tan claro. Estaba sola con su novio en un país en que ninguno de los dos conocía y el único apoyo que tenían, era el de los exiliados mismos. Estaban adaptándose a una ciudad mucho más grande, con una cultura y costumbres distintas a las nicaragüenses.

“Me fui de Nicaragua un 15 de julio y fue duro porque yo me sentía extraña aquí. Uno viene predispuesto porque no es un lugar donde uno quiere estar. Sin embargo, para mí fue como comenzar de nuevo, fue un momento de transición y me dije: ‘Ok, yo sé que no quiero estar aquí, pero necesito salir adelante porque tengo una familia en Nicaragua”, dice.

Su primer intento por continuar estudiando fue en el programa llamado “bachillerato por madurez”, en el cual los aspirantes realizan unos exámenes en donde demuestran que tienen todos esos conocimientos. Sin embargo, no pudo inscribirse porque para hacerlo debía presentar su solicitud de refugiada.

“Cuando fui ya estaban a dos días de cerrar las inscripciones y para que me dieran ese documento de solicitud como refugiada, tardaban al menos una semana. Fue entonces, que un profesor que me daba clases me habló sobre un programa que se llama ‘Nuevas Oportunidades Para Jóvenes’ del Colegio Nacional Virtual Marco Tulio Salazar y así que logré entrar al sistema público”, cuenta.

Cinthya Padilla asumió este nuevo reto con mucha ilusión. Comenzó a estudiar todos los días en el turno nocturno, a esforzarse por seguir el ritmo de sus compañeros ticos y superar el rechazo que al principio les causó, compartir ese espacio con una nicaragüense.

“Hubo momentos en que se tocó el tema de Nicaragua y para mí fue muy incómodo porque hacían comentarios feos. Sin embargo, el profesor buscaba como crear una reflexión para no criminalizar a la gente migrante, hacer ver que los desplazados no se van porque sí, sino porque existe una razón de peso que es resguardar sus vidas”, dice.

Y ese fue su caso.

La decisión de exiliarse

Cinthya Padilla se involucró en las protestas desde abril de 2018. Cortesía Julio Vannini | Niú

Antes del 18 de abril de 2018, la vida de Cinthya era distinta. Su única preocupación era terminar sus estudios con buenas calificaciones para estudiar medicina o relaciones internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Aún no se decidía por alguna, pero tenía tiempo para pensarlo.

Ella además, pasaba parte de su tiempo pintando y también como voluntaria en el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Masaya, en el que se integró desde 2014. Pero en abril, su vida cambió con el inicio de las protestas cívicas contra el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

“Yo estuve muy fuerte en las redes sociales, ayudé entregado víveres, asistí a muchas marchas y también ayudé con la atención a heridos en Masaya. Entonces, varias personas me identificaron. También pesó que mi novio trabajaba para el Gobierno y como renunció lo tacharon de traidor”, cuenta vía telefónica.

Durante las manifestaciones, cuenta que el día más difícil fue el 22 de abril, cuando quedó rodeada por policías en un callejón oscuro de Masaya, junto a cuatro personas que ayudaban en un puesto médico clandestino. Ese día pensó que iba a morir.

“Yo pensé que alguno de los cinco íbamos a morir. Yo solo esperaba el momento en que me impactara una bala en la cabeza o alguna parte del cuerpo. Y recuerdo que lo único que se me vino a la cabeza fue mi mamá, mis hermanos y yo dije ‘ya acabé con mi vida’”, afirma.

Cinthya Padilla y su novio se unieron a las protestas de 2018, por esto fueron amenazados hasta que tuvieron que exiliarse. Cortesía | Niú

Cinthya y las cuatro personas más lograron salir a salvo, pero al poco tiempo comenzaron las amenazas. Primero en redes sociales, y luego con encapuchados a bordo de motos, que amenazaron con quemar la casa en la que vivía.

“Nosotros (Cinthya y su novio) decidimos irnos de tanto sentir que no podíamos salir a la calle, que no podíamos ir a ninguna institución a hacer algún trámite. Eso nos obligó a irnos”, afirma.

Cinthya está reiniciando su vida en Costa Rica, pero afirma que si la situación de Nicaragua mejora, regresará. Ahora, uno de sus sueños como profesional es trabajar en Latinoamérica en políticas públicas y defensa de los derechos humanos.