Karen Zeledón ha tenido que reinventar su negocio en dos ocasiones. La primera fue en 2018 cuando se vio obligada a cerrarlo después de que surgieran las protestas cívicas. La segunda, hace un par de semanas, cuando se confirmó la llegada del covid-19 a Nicaragua.
Ha sido duro, confiesa. Recientemente había conseguido reinstalarse en un local más amplio y en una zona privilegiada, y ahora ha tenido que limitar sus servicios a entregas a domicilio y take out (para llevar) a fin de evitar la propagación de la pandemia.
“La semana pasada estaba decidida a cerrar. Mi esposo fue el que me dijo ‘calmémonos, veamos cómo transcurren las cosas’, dice la copropietaria de Chocopló, una tienda de venta de chocobananos y frutas con chocolate.
Su preocupación no es aislada. Decenas de emprendedores también están sufriendo, pues el comercio ha bajado significativamente debido a la autocuarentena que muchos nicaragüenses han iniciado. Karen y los propietarios de Ajúa y Antoja2, otros pequeños emprendimientos, nos cuentan sus temores y experiencias ante la crisis que detonó la llegada del covid-19 en Nicaragua.
Ajúa: “La vida y la salud son lo más importantes”
Hace siete años Carlos José y su esposa, Rosángela, iniciaron un negocio de venta de burritos en una plaza pequeña de Jinotepe. Entonces nadie los conocía y quienes pasaban cerca no se atrevían a entrar porque no entendían qué tipo de comida vendían.
“La gente no sabía que lo que hacíamos era burritos. Veían el display en un Baño María y no sabían qué comida iba a salir de allí, algunos pensaban que eran platos típicos porque miraban arroz y frijoles”, cuenta Carlos José.
Con los años lograron ganarse la fidelidad y aprecio de sus clientes. Esto los hizo crecer y los ayudó a sobrevivir a la crisis sociopolítica que surgió en abril de 2018, y que detonó la recesión económica que se mantiene a la fecha. Sin embargo, ahora enfrentan un nuevo desafío con la llegada de la pandemia.
“Nuestro fuerte es la comida en los restaurantes, tenemos delivery, pero no están fuerte como eso. Si quitamos de la ecuación a las personas que nos visitaban todos los días es un porcentaje muy significativo y, obviamente estamos siendo afectados, pero pensamos que la vida humana es primero”, afirma.
Por la pandemia tuvieron que cerrar su local ubicado en el área de comidas de Galerías Santo Domingo y modificaron la dinámica de sus otros dos establecimientos; el que está ubicado en la primera entrada a Las Colinas y el de Plaza España. En ambos ahora solo se entrega por delivery y para llevar. Estas fueron medidas que él y esposa tomaron por su propia cuenta, porque oficialmente el Estado no ha ordenado cuarentena y tampoco a cerrado fronteras.
“Esto es una moneda al aire. No sabemos cuánto tiempo va a durar. Estamos preocupados como todo mundo, pero sabemos que esto es algo mundial. Y no voy a decir que estamos más tranquilos por eso, sino que entendemos que es más fácil que la gente se ponga más flexible con los alquileres, por ejemplo”, dice.
Por ahora, Ajúa funciona con envíos a domicilio a través de la aplicación Hugo. En los locales solo ofrecen comida para llevar y afirman que están siguiendo todas las medidas para evitar el contagio, como el uso de alcohol en gel, guantes y mascarillas. En sus redes sociales, sobre todo en Twitter, comparten más información sobre sus productos y las decisiones que están tomando.
Antoja2: “Es un reto tres veces más grande que el anterior”
Noel Roiz, de 34 años, inició su negocio de ventas de sangrías y margaritas artesanales un año después del estallido de la crisis de 2018. Ese fue su primer reto. Ahora confiesa se enfrenta a uno mucho más grande, porque a diferencia del anterior, siente que cuando todo haya pasado, los emprendedores nicaragüenses estarán solos tratando de sobrevivir.
“Mi preocupación es el tiempo que se va extender esta crisis. Ya una vez demostramos que podíamos lanzarnos a las aguas turbias y pudimos desarrollar nuestro emprendimiento desde cero. Ahora el problema es el tiempo y las deudas, porque no podrás sacar el capital para empezar de nuevo. Y cuando todo esto haya pasado, cada país va a velar por su regeneración y nosotros siendo un país tan pobre, vamos a quedar en segundo plano”, confiesa.
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Meses antes que el covid-19 se extendiera por todo el mundo, Roiz había conseguido ampliar su negocio, ya no solo vendía sangrías y margaritas artesanales, sino que había integrado un puesto de comida y asados. Y le estaba yendo bien, pero hace poco decidió cerrarlo para quedarse solo con las ventas en línea del licor.
“En mi caso tuve que despedir a las personas que estaban laborando conmigo, solo me quedé con una persona que está haciendo los delivery. Él, cada vez que sale. se pone un par de guantes nuevos, lleva su tapabocas, andamos un alcohol en spay para desinfectar las botellas y sí, como emprendedores es difícil porque eso aumenta nuestro gasto de producción, pero debemos ser responsables con la seguridad de nuestro trabajador y nuestro cliente final”, explica.
Sí te gustaría apoyar este emprendimiento podés visitar su cuenta de Instagram y Facebook para conocer sus productos, aparece como Antoja2. También podés comprar sus sangrías y margaritas en el Supermercado Portas.
Chocopló: “Es difícil porque nadie sabe cuándo se va acabar”
Cuando Karen Zeledón inició su negocio, en noviembre de 2015, no imaginó que se iba a volver tan conocido como lo es ahora. Recuerda que al primer local que llevó sus chocobananos y frutas con dulce no era suyo, era un local cerca de la UNI, en el que varios emprendimientos pequeños compartían espacio. Allí comenzó su historia.
“Nos fue súper bien. Ya después comenzamos a ser más grandes en ese mismo lugar, hasta que el 2018 tuvimos que cerrar. Ese fue la primera de las pruebas fuertes que hemos tenido ”, dice.
Durante ese tiempo decidió trabajar a través de pedidos grandes. Ella misma los producía en su casa y después los mandaba a domicilio. Cuando la situación del país se estabilizó consiguió un local pequeño en Altamira y fue hasta enero de este año que se reinstaló frente a Movistar carretera a Masaya y abrió una sucursal en Linda Vista.
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“Hemos sido afectados porque es un tema de comida y la gente tiene miedo de salir a la calle, pero realmente nosotros desde antes que se detectara el primer caso ya veníamos tomando medidas. Lo más preocupantes es que no sabemos cuando va a ser seguro salir a la calle. Cuando podemos trabajar normalmente. Yo espero que en dos meses esto sea parte de un proceso que teníamos que vivir y ya lo pasamos, pero realmente no sabemos”, explica Zeledón.
Tras esta nueva crisis que enfrenta este emprendimiento han decidido trabajar solamente por delivery propio y através de Hugo y Jumpers. También están ofreciendo el servicio «para llevar» en los locales. En ambos están tomando las medidas de prevención para evitar el contagio de covid-19 y han reducido los horarios, ahora atienden de 9:30 a 5:00 p.m. Sí te interesa puedes serguirlos en sus redes sociales.