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Entre el trabajo y mis hijas
Niña viendo por la ventana. // Foto: Pixabay. com

Aunque no lo crean, las niñas están molestas porque no pueden ir a la escuela, estar con sus amigas o ir a visitarlas.

     

La incertidumbre y el temor de contagiarse de covid-19 nos ha dejado paralizados a millones de personas alrededor del mundo. En la provincia de Ontario, donde vivo con mis hijas, oficialmente nos mandaron a cuarentena desde el 14 de marzo hasta el 6 de abril, pero es muy probable que se extienda este período.

Las calles de mi ciudad están vacías y la mayoría de los negocios, bibliotecas, parques y áreas de recreación están cerrados. La cuarentena me ha dejado una mezcla de sentimientos, una suerte de tranquilidad y ansiedad al ver cómo puso nuestras vidas de cabeza sin previo aviso.

Vivo con mis dos hijas, una niña de nueve años y otra de seis. Durante las semanas previas a la cuarentena, hablábamos sobre el virus y cómo se estaba propagándose. Mi hija mayor me decía que en la escuela les recalcaban la importancia de lavarse las manos frecuentemente y de quedarse en casa cuando no nos sentimos bien. Sin embargo, la menor no estaba tan interesada en el tema.

La primera semana hicimos un horario de estudio con diferentes actividades. Los primeros días cumplimos con las tareas, pero como trabajo desde casa, me es difícil prestarles suficiente atención, verificar que cumplan con los horarios y concentrarme en mi trabajo. Así decidí que, por las mañanas hagan actividades escolares, después juegan y ven televisión. El distrito escolar nos envió los enlaces de sitios web que ya utilizaban en la escuela. Después que desayunan y se cambian el pijama tienen permiso de conectarse para jugar con ejercicios de matemáticas o leer libros interactivos.

Por las tardes, cuando he terminado de trabajar las llevo a caminar en mi vecindario por 25 minutos. En mi provincia aún no han restringido salir de la casa. Para mi es súper importante salir por unos minutos al día y desconectarme de las noticias. Aunque no lo crean, las niñas están molestas porque no pueden ir a la escuela, estar con sus amigas o ir a visitarlas.

Salir a comprar alimentos es un desafío. Una vez a la semana hago compras en línea que las retiro en mi supermercado el día que me asigna la aplicación. Sin embargo, por la demanda de este servicio, tengo que hacer uno o dos viajes para comprar lo que me falta. Han cambiado horarios de atención, limpian los carritos frecuentemente y, en las cajas hay señalizaciones que indican la distancia que debemos tener.

Para ser honesta tengo miedo que mi familia se contagie, sobre todo temo por mi mamá que se encuentra en Nicaragua porque las autoridades viven en otra dimensión. Me parece un mal un chiste escuchar las declaraciones de la vicepresidenta. No entiendo cuál es la estrategia detrás de la negación de lo qué está pasando a nivel mundial. Volviendo a este lado del mundo donde habito, tengo esperanzas que nos tomando en serio el aislamiento, vamos a lograr salir de esta crisis.

CroNicas del coronavirus

*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en España viven las medidas de confinamiento tomadas por el Gobierno español. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.