En pantalla

El horror para principiantes en “Annabelle 3: Viene A Casa”

El arma secreta de la franquicia no es la muñeca diabólica, sino el cuidadoso diseño de producción, que crea una efectiva cápsula de la época.

Han pasado seis años desde el estreno de “El Conjuro” (James Wan, 2013), y la expansión de su “universo” no cesa. Ahora nos llega una nueva entrega en la subfranquicia centrada alrededor de la muñeca Annabelle. Menos que un personaje, es una pieza de utilería, sobre la cual los realizadores se esfuerzan por imbuir una mitología aterradora. En el prólogo, los adorables espiritistas Lorraine y Ed Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson) la recuperan, con el objetivo de resguardarla en su bodega de objetos poseídos. Camino a casa, son desviados a un cementerio, donde descubren que Annabelle funciona como una especie de faro que atrae a los demonios a la deriva —esta pieza de información no tiene nada que ver con la trama, propiamente dicha—.

La acción salta a unos años más tarde. La pareja se va por una noche y dejan a su pequeña hija, Judy (McKenna Grace), al cuido de Mary Ellen (Madison Iseman), la típica niñera adolescente. Detrás de ella viene su mejor amiga, Daniela (Katie Sarife), lista para causar problemas. La muchacha quiere contactar a su padre, muerto poco tiempo atrás en trágicas circunstancias. Secretamente, invade la bodega de los horrores, tratando torpemente de encontrar la manera de invocar a su progenitor. No sabe que está desatando los poderes de cada cosa que toca.

Cuando papá y mamá no están en casa, los jóvenes hacen de las suyas. Es la premisa de incontables comedias juveniles, y ahora sirve de base para esta especie de “conjuro” para preadolescentes. Los sustos son menos violentos que lo habitual, tratando de apelar a nuevos públicos. Los niños que hace seis años eran muy pequeños para ir al cine a ver “El Conjuro”, ya están en edad de contribuir a las arcas de Warner Bros. Los personajes secundarios, que en este género suelen funcionar como carne de cañón, se salvan al verte elevados a la categoría de alivio cómico. Por ejemplo, el galante Bobby (Michael Cimino) pasa de dar la peor serenata de la historia, a refugiarse en un gallinero, huyendo de un lobo espectral. El torpe repartidor de pizzas no duraría en un “Halloween”, pero aquí sobrevive para ver alguna secuela.

Así como “El Conjuro” engendró a “Annabelle” (John R. Leonetti, 2014) y a “La Monja” (Corin Hardy, 2018), los realizadores esperan que algunos de los habitantes de la bodega puedan fundar nuevas franquicias. Los artículos cobran vida para aterrorizar por turnos a las tres muchachas. La mejor secuencia de la película es protagonizada por “la novia”, cruzando paredes y ventanas en flagrante violación a las leyes de la física. Puede estar seguro que, en algún lugar del mundo, alguien teclea el guion de una “historia de origen” sobre la mujer que mató a su esposo durante la boda, bajo la influencia de un vestido maldito. La prensa maligna está de moda: este año se estrena “In Fabric”, del británico Peter Strickland (The Duke of Burgundy, 2014). Otros candidatos: la armadura samurai, los muertos con monedas en los ojos (al mejor estilo de Caronte, el barquero de la mitología griega que lleva a las almas perdidas al infierno). Pagaría por ver una centrada en el mono de cuerda, pero dudo que eso pase.

A pesar del modesto alcance del horror invocado, la película manifiesta cierta inocencia. Puede ser para esta generación, lo que “Poltergeist” (Tobe Hooper, 1982) fue para la mía: un puerto de entrada al género del horror —claro, sin el virtuosismo de Hooper y el productor Steven Spielberg—. El conflicto emocional principal tiene que ver con la manera en que Judy descubre que sus padres son unos parias de la sociedad tradicional, y cómo hace las paces con la idea de que ella puede seguir el mismo camino. Los personajes de Mary Ellen y Daniela tienen una dinámica que recuerda a la de Betty y Verónica —esta película parece una mezcla de un episodio de Scooby-Do y un pasquín de Archie—. El arma secreta de la franquicia no es la muñeca diabólica, sino el cuidadoso diseño de producción, que crea una efectiva cápsula de la época. Para los espectadores de cierta edad, será como poner un pie en la máquina del tiempo. Para los más jóvenes, una especie de exhibición arqueológica sobre el estilo de los tardíos 60. Uno que otro sobresalto mantendrá las cosas interesantes.

“Annabelle 3: Viene A Casa” (Annabelle Comes Home)
Dirección: Gary Dauberman
Duración: 1 hora, 46 minutos
Clasificación: ⭐⭐ (Regular)


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