Es 28 de junio de 1969. Es Nueva York y la homosexualidad se consideraba un desorden mental. Bailar con alguien del mismo sexo también era un delito. El barrio del West Village, y en especial el Stonewall Inn, eran los principales puntos de referencia del mapa del movimiento gay en Estados Unidos. Es aquí donde inicia esta historia, que cambiaría para siempre a los movimientos de la diversidad sexual del mundo.
La medianoche de ese día fue histórico. Seis policías pensaron que podrían seguir haciendo lo que usualmente hacían en otros lugares de Estados Unidos donde el movimiento LGBT se solía reunir: redadas. Las autoridades estadounidenses entraban a estos bares, alegando que no tenían permiso para vender licor y arrestaban a sus propietarios y a los comensales.
Pero los oficiales subestimaron el “Gay Power” que empezaba a envalentonarse, silencioso, suspicaz. Al entrar a Stonewall fueron rodeados por unas 200 personas. Y no solo eso, tuvieron que capear botellazos y ladrillos, incluso, los vecinos se sumaron a la revuelta, pero los escuadrones de choque no tardaron en llegar. Estos solían ser usados para introducirse en barrios marginales como el Harlem. Los clientes del club encerraron a los policías en el parqueo del bar.
Lo que había iniciado como un amotinamiento contra las fuerzas policiales debido a las constantes humillaciones y vejámenes hacia la comunidad, terminó convirtiéndose en una revuelta que duró tres días… Y tres noches.
Al día siguiente, el diario local Dady News publicó un titular que de haberse escrito en esta era causaría fuertes reclamos y condenas: “Redada en nido de homos, las abejas reinas están que pican”. Ese día, Stonewall se había convertido en símbolo.
Además de lo anterior, Stonewall fue uno de los pocos bares que visibilizó a otros miembros de la comunidad que entre estos círculos eran discriminados, como las drag queens, rechazadas incluso en otros espacios LGBT.
Un año después de los disturbios, en 1970, se dio la primera gran marcha en conmemoración a aquel evento. Desde entonces, las principales ciudades del mundo lo han replicado. Algunos monumentos icónicos se revisten con colores de la diversidad.
Además del color y la algarabía que envuelve a esta conmemoración, detrás hay temas de reivindicación social que se mantienen con los años. Una de ellas es el nulo reconocimiento jurídico y legal a personas LGBT. En Nicaragua, tres mujeres trans fueron encarceladas por haber participado en las protestas contra la dictadura de Daniel Ortega. Pese a su género, todas ellas fueron colocadas en celdas de varones. Al salir de prisión junto a otros 50 presos políticos, ellas denunciaron tratos violatorios a sus derechos humanos.
Nos vemos en la UCA #Pride2019 ✊??? pic.twitter.com/Wu4EZhwmN0
— AMTCNIC (@amtcnic) 25 de junio de 2019
Victoria Obando, Kisha López y Carolina Gutiérrez fueron manoseadas, amenazadas de ser violadas y su identidad de género nunca fue reconocida por las autoridades del penal. «Ustedes son huevones. Están aquí porque les cuelgan huevos, no por otra cosa», les decían.
Policía de Nueva York pide disculpas
Cincuenta años después de aquel 28 de junio la policía de Nueva York ha pedido perdón. El comisario jefe de dicha ciudad admitió que las autoridades actuaron con discriminación y de forma opresiva.
“Las acciones adoptadas por el Departamento fueron equivocadas”, admitió James O´Neill durante una rueda de prensa a inicios de junio.
“Sé que lo que pasó no debería haber sucedido”, declaró el comisario jefe, “por eso me disculpo”, afirmó. También agregó que en Nueva York nunca más habrá una discriminación de ese tipo.
La escritora e investigadora estadounidense Laura Muth recuerda en un artículo publicado en The Themps la verdadera esencia del #PrideDay: “Las marcas están lanzando mercaderías con estampado de arcoíris y patrocinando carrozas de desfile. Pero el orgullo no se trata de colores brillantes, se trata de derechos humanos”, escribe.
El año pasado, la marcha del Orgullo en Nicaragua estuvo marcada por el dolor de los asesinados a manos del régimen de Ortega y Murillo. A diferencia de años anteriores, fue más modesta y menos concurrida. La represión policial no detuvo las decenas de banderas de colores que recorrieron la capital.