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Entre abril y septiembre de 2018 hubo 2068 protestas ciudadanas contra la dictadura, quince veces más que todas las protestas de ese período en el 2017, según estudio de la “sismología social” en Nicaragua
Cuando el régimen de Daniel Ortega prohibió las manifestaciones, a finales de septiembre de 2018, en Nicaragua ya se habían registrado 2068 protestas cívicas en un período de seis meses, 15 veces más que el año anterior hasta ese período, según datos recogidos por el Observatorio de Protestas de Nicaragua, que monitorea el investigador, Sergio Cabrales.
Cabrales ha registrado todas las protestas que han sido publicadas en los principales medios del país y en los portales oficialistas, durante los últimos cuatro años, para medir la incidencia que estas tuvieron. Así fue cómo surgió lo que él llama “Sismología social de la protesta”, usando como analogía los sismos tradicionales.
“A como en los sismos, en las protestas hay fallas, episodios concretos que se van acumulando en el tiempo y que en determinado momento se pueden romper”, explica.
Esto es lo que sucedió en abril de 2018, cuando surgieron las manifestaciones por la ineficiencia del Estado ante el incendio en la Reserva Biológica Indio Maíz. En ese caso, los grupos que históricamente se habían manifestado, como el movimiento ambientalista, los grupos feministas, los estudiantes –que hasta entonces se mantenían apáticos-, entre otros, se unieron por una causa. Sin embargo, aunque estas protestas obligaron al Gobierno de Ortega a responder, pudieron quedarse como un evento aislado.
La dimensión de la rebelión
«La protesta de Indio Maíz tenía la característica de ser similar a las demás protestas, porque no era que antes la gente no protestara, pero sucede algo distinto, justamente una semana después de que la gente está encendida sale el anuncio de la reforma al INSS. (…) Yo me atrevería a decir que, si ese anuncio hubiera sucedido un mes después, la cuestión hubiera sido distinta”, afirma Cabrales.
En ese contexto la protesta por Indio Maíz sirvió para unificar a todos los sectores que ya protestaban, y permitió crear una estructura que semanas después impulsó una insurrección cívica con las reformas al Seguro Social y cobró fuerza con las imágenes de la represión gubernamental. Fue en ese último punto que Nicaragua se salió de los medidores de protestas que usan países como Costa Rica.
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Ante esto, Cabrales creó un medidor para dimensionar las protestas en Nicaragua mezclando siete elementos claves como es la cobertura territorial, el tipo de protesta, la respuesta que dio el Estado, el interés de la misma, las alianzas que surgieron, la represión y las personas asesinadas en ese contexto.
La mayor de las masacres
Con esto se pudo evidenciar que en el último año las protestas han alcanzado su punto máximo. Siendo la “Operación Limpieza” en Jinotepe la que tuvo mayor intensidad por la cantidad de muertos, heridos, arrestados y por la violencia estatal. Esta es seguida por la “Operación Limpieza” de Masaya, el ataque a la marcha en Morrito, en Río San Juan, que dejó cuatro oficiales muertos, el ataque a la marcha del Día de las Madres y el ataque a la UNAN- Managua, que sumó más de dieciocho horas de ataques de la Policía y paramilitares contra los jóvenes atrincherados que se resguardaron en la parroquia de la Divina Misericordia.
Otro dato que arroja el registro es que al menos 177 personas fueron asesinadas en el contexto directo de las protestas, es decir en marchas, plantones, tomas de recintos, etc. El resto de muertes ocurrió en escenarios de violencia, por ejemplo, el caso los muertos de Ciudad Belén. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha confirmado que las muertes entre abril y septiembre de 2018 son al menos 325, entre ellos 22 oficiales de la Policía Nacional.
La protesta antes de abril
El estudio de Cabrales señala que la principal diferencia de las protestas que se realizaban antes de abril de 2018 es la intensidad. Por ejemplo, entre 2016 y 2017, los medios de comunicación reportaban al mes unas 21 expresiones de descontento, en su mayoría enfocadas en la protesta anticanal del movimiento campesino, el extractivismo, las demandas del movimiento feminista, transparencia electoral, entre otras. Sin embargo, estas protestas tenían un bajo o nulo apoyo social, a excepción de las protestas de los campesinos.
En Managua, las protestas antes de abril de 2018 eran esporádicas, se realizaban en el centro de la capital, cerca de ministerios, universidades, juzgados y centros de poder. Esto cambió en 2018, pues se expandieron a los barrios e incluso hubo zonas que tradicionalmente eran sandinistas que se unieron a las protestas.
Asimismo, surgieron protestas de parte de los sandinistas, que antes no se manifestaban. Sin embargo, estas fueron menores en comparación con las demandas de los autoconvocados. Cabrales, señala que, en el período de abril de 2018 a abril de 2019, un 3% de todas las protestas fueron sandinistas, es decir, que solo hubo 66 manifestaciones en comparación con las más de 2000 protestas ciudadanas contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El prisma oficialista
“El 19 Digital sí registra una serie de protestas sandinistas, sobre todo en temas de primero defender la reforma del INSS, después defender la presidencia de Daniel Ortega y después el tema de ellos va a ser exigir justicia y reparación por todas las víctimas de lo que ellos llaman “terrorismo golpista””, señala.
Sin embargo, en los meses de octubre y noviembre este medio oficialista dejó de darle cobertura a sus protestas y empezó a insistir que el país había recuperado la normalidad que gozaba antes de abril. En esos meses es cuando las protestas cívicas fueron prohibidas por parte del Estado y Nicaragua pasó a haber un silencio social, impuesto por la represión. Sin embargo, con la reanudación del diálogo entre la Alianza Cívica y el Gobierno, en febrero de este año, las protestas están resurgiendo y pude ser que el silencio social que hubo durante meses desemboque a una insurrección aun mayor, afirma.