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Ese pedazo fresco de humanidad

"El pueblo de la eterna sonrisa no perecerá, más los dictadores quedarán untados en la historia y luego serán limpiados de ella para no volver aparecer jamás"

     

El gran maestro del cine mudo, Charlie Chaplin, alguna vez dijo que tenía una vida llena de problemas, pero sus labios desconocían esto, por consiguiente, siempre sonreían.

En tiempos aciagos, donde la esperanza se desmorona como rosquete en café negro, parece ser, según nos dicen los expertos, que el mejor remedio o estimulación para invocarla, es sonreír. Puede ser un cuarto, media, o completa sonrisa, pero el punto es que los labios hagan tic, al menos.

El origen de esta simple expresión humana yace en lo más profundo, en un plano casi metafísico para algunos, para otros es lo que se conoce como el corazón, un lugar dentro del ser humano donde circulan todas las emociones.

El autor y piloto, Antoine de Saint-Exupéry, narra en una exquisita carta como esta enigmática expresión puede ayudar ante una adversidad, cualquiera que sea. Con armas de fuego presionadas a su cuerpo, mientras fungía como corresponsal durante la Guerra Civil de España, fue capturado por militantes rebeldes y llevado a una celda bajo tierra.

Dentro, Saint-Exupéry, conocido por ser observador, pudo notar el aburrimiento profundo en los rostros de sus secuestradores y la apremiante necesidad de amor. Fue por ello que decidió compartir un pedazo fresco de humanidad. Mientras quedó bajo vigilancia con un guardia, Exúpery decidió pedirle, con la más cándida amabilidad y una leve sonrisa, un cigarro. El soldado se bolseó, sacó la cajetilla, y le brindó uno al tiempo que hizo ademán de sonreír. Desde ahí todo cambió: el monstro, terrorista, soldado de lerdo hablar empezó a soltar su lengua, a conversar, y todo el entorno parecía estar lleno de una gracia que giraba en torno a Saint-Exupéry. No le tocaron un solo cabello.

Ana Frank, la quinceañera víctima del holocausto en Bergen Belsen, una vez dijo en su diario acerca de los soldados alemanes, que creía a pesar de toda la maldad que espumeaban, había algo bueno dentro de ellos. También compartió que hay una sola regla que necesitamos recordar: sonreír. Ana nos invita a mostrar esa vulnerabilidad del ser humano, ese pedazo fresco de humanidad que solo puede revelarse mediante una sonrisa.

Finalmente, el apóstol Pablo exhorta a hacer todo con gozo y entusiasmo, y el predicaba con el ejemplo, pues se amistó con el soldado romano que vigilaba su prisión, al caer en gracia con este por su actitud afable y sonriente.

Estas personas estaban pasando por situaciones de vida o muerte, algunos fueron afortunados, otros no, como Ana Frank o Pablo, pero todos sonrieron en las situaciones más desafiantes de sus vidas.

Veo a mi pueblo nicaragüense que no deja de luchar y ha hecho una sinergia digna y grande como nunca antes en la historia logrando la desarticulación financiera y política de un régimen que ha robado y asesinado, y veo, entre toda la adversidad, como el pueblo noble de Nicaragua colmado de gracia, siempre sigue mostrando ese pedazo fresco de humanidad que les caracteriza: su cálida, afable, y alongada sonrisa.

Carlos Herrera | Niú.

Dondequiera que vaya, incluso en los lugares de extrema pobreza, siempre encuentro sonrisas. El pueblo de la eterna sonrisa no perecerá, más los dictadores quedarán untados en la historia y luego serán limpiados de ella para no volver aparecer jamás.

Hoy, me comprometo a caminar bajo la lluvia para que no vean cuando esté llorando, y mientras viene la lluvia, sonreiré y mostraré siempre ese pedazo fresco de humanidad donde quiera que vaya.