A pesar de que en Nicaragua no hubo confinamiento oficial por la pandemia, miles de personas decidieron resguardarse en sus hogares y vivieron lo que describen como una “transición estresante”, por tener que lidiar con el trabajo o la universidad desde casa.
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En abril de 2020, al menos el 45% de los nicaragüenses se quedaron en casa, según los reportes de movilidad de Google. Estos indican que aunque la actividad no se redujo a niveles más altos como en otros países, casi la mitad de la población estaba autoconfinada.
Ana Sánchez, Elaine Miranda y Silvio Sirias fueron parte de este grupo. Y aunque poco a poco el autoconfinamiento parece quedar en el olvido, ellos nos cuentan cómo lograron sortear los desafíos que les presentó esta nueva realidad y cómo hicieron para finalmente sentirse a gusto en sus casas.
Cargas de estrés
Ana Sánchez es estudiante universitaria, para ella el cambio fue brusco y muy cansado. Y según relata, antes solía pasar gran parte de su tiempo en su Alma Mater, por lo que adaptarse a estar en casa fue un reto grande. “Los trabajos en grupo a veces eran muy estresantes, debía dirigir a mis compañeros, trabajar a deshoras y lidiar con la mala señal del internet”, relata. Sánchez también explica que para ella era mejor reunirse y trabajar de forma presencial, pero que poco a poco fue adaptándose, pues trabajaba muy de cerca con herramientas tecnológicas.
La joven universitaria cuenta que antes de la pandemia sus asignaciones eran incluso relajantes, “pues me olvidaba del estrés de la casa, de las clases y podía ser una salida”.
Asimismo, la transición de llevar una vida normal a tener que hacer todo desde casa, tuvo repercusiones académicas para ella. Explica que a veces las clases en línea no eran muy claras, “los profesores no explicaban bien y muchos ignoraron mis dudas por correo electrónico”, lamenta.
Actualmente Sánchez continúa asistiendo a clases desde la virtualidad. “Aún me sigo adaptando y lidio con el estrés, pero ya me siento más cómoda”. Argumenta que ha aprendido a sentirse cerca de las personas, a través de las herramientas digitales, aunque físicamente se encuentre lejos.
Desafíos en la pandemia
Elaine Miranda, emprendedora y especialista en finanzas, explica que permanecer todo el tiempo en su casa y hacerse cargo del trabajo y el hogar simultáneamente es un gran reto para ella, pues “a veces quisiera adelantar cosas de mi trabajo pero no puedo, no me da tiempo”.
Ella es CEO de una empresa de publicidad y creadora del blog Plata con Plática y trabajaba desde una oficina, pero al llegar la pandemia tuvo que trabajar en casa. Tiene dos niños, uno de ellos recién nacido y, según cuenta, “antes podía desligarse del hogar y trabajar en la oficina. Ahora no tanto, es un gran desafío”.
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Miranda comenta que su mayor reto fue al inicio del embarazo, que coincidió con los primeros meses de la pandemia. “Tenía desafíos domésticos y laborales al mismo tiempo y a pesar de que soy muy organizada, no siempre podía con todo”. Explica que tuvo que delegar trabajo en otras personas y enfocarse en su familia. Actualmente “sólo puedo hacer el 30% de cosas que hacía antes en mi trabajo”, lamenta.
“Tuve suerte de ser mi propia jefa, —reflexiona— de otro modo no habría podido con tanta carga en la casa y el trabajo”. Elaine Miranda confiesa que tiene incertidumbre por no saber qué pasará después, pero a la vez está enfocada en seguir aprendiendo para mejorar en su trabajo y dedicar tiempo a su familia.
A gusto en casa
Para el docente universitario Silvio Sirias, la pandemia fue un momento de enfocarse en su trabajo y seguir creciendo profesionalmente. Se define a sí mismo como un “ermitaño”, pues vive solo en casa y no “tengo a nadie que me moleste”.
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Sirias explica que para él, el autoconfinamiento por la pandemia fue un momento de reinventarse. “Trabajaba de 7 de la mañana a 5 de la tarde sin parar. Fueron seis meses de mi vida en que pasé más solo y feliz que nunca; encerrado dando clases”.
El docente universitario relata que tenía en casa todas las condiciones para trabajar feliz: salud, buen salario y buen Internet. “Salía de casa sólo a hacer las compras y luego volvía”. Comenta que en su casa no hay más compañía que un gato y sus plantas.
Sin embargo, para Silvio el trabajo no fue completamente fácil. Constantemente debía crear formas interactivas para que sus clases en línea fuesen interesantes, y se enfrentaba a la incertidumbre. “A veces sentía que estaba solito frente a la pantalla porque mis alumnos no decían nada”. No obstante, destaca que encontró maneras de hacer sus clases más llevaderas para sus estudiantes, “pues no sé qué está pasando al otro lado de la pantalla y debo ser flexible.
Asimismo, Sirias enfatiza que “no podía entrar en crisis depresivas, sabía que no había otra forma de salir adelante”, así que vivió la pandemia en casa como una forma de “reinventarse” y dedicar todo su tiempo y atención a su trabajo.