Cultura
Aquí cuatro rostros del feminismo en el país
Cuatro feministas cuentan, desde su perspectiva, cómo se vive el movimiento dentro del país
Hace unos días se debatía intensamente si era hipocresía o no, que la actriz británica Emma Watson –activa defensora de los derechos de las mujeres y feminista– mostrara parte de sus senos en la portada de la revista Vanity Fair. Se habla y se cuestiona al feminismo, pero… ¿De qué trata esta corriente?
Según la Real Academia Española, la palabra feminismo, se define como “la ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. No obstante, este mismo diccionario define “sexo débil” como “un conjunto de mujeres” (sí, eso es tela para otra discusión).
Susana Gamba, investigadora de temas de género escribe en el sitio web mujeresenred.net que el feminismo “es un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de la mujer en todos los órdenes, pretende transformar las relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual, mediante una acción movilizadora”.
Emma Watson lo ha dicho así: «El feminismo se ha confundido como el odio a los hombres. Pero, por definición, es la creencia de que los hombres y las mujeres tenemos los mismos derechos y oportunidades. Es la teoría política, económica y social de la igualdad de sexos».
¿Hay feministas nicaragüenses? ¿Quiénes son y qué persiguen? Niú te cuenta, desde cuatro perspectivas distintas, cómo se vive el feminismo en Nicaragua:
El feminismo en las redes: Camila Quintana, psicóloga
En las redes sociales la conocen mejor como @CuartoLimon, tiene 23 años y actualmente es miembro del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Nicaragua (OCAC-Nicaragua). Nació en un hogar donde desde pequeña fue “empoderada” por su mamá, que también se declara feminista.
Sin embargo, salir de una relación tóxica fue lo que le hizo comenzar a cuestionar al sistema y todas sus manifestaciones en contra de la mujer. “El maje con el que había terminado era súper violento, tenía celos enfermizos y era demasiado inseguro, yo no comprendía por qué sentía el derecho de abusar de mí, fue entonces que empecé a estudiar sobre estos temas”, recuerda.
Esta experiencia no fue la única. “Todavía recuerdo que en mi colegio se le decía ´puta´ a niñas de 13 años que probablemente hasta eran vírgenes, pero los demás se sentían en el derecho de hablarles así porque no cumplían la norma; también el acoso callejero fue un factor; ver los femicidios que pasan por la televisión otro… Todo se llenó de un conjunto de cosas que al menos a mí, me hizo cuestionar lo mal que estamos como sociedad”, asegura.
Empezó a leer sobre distintas corrientes del feminismo, informarse y estudiar cada vez más sobre el tema. “Le di fundamentos a mis palabras, orgullosamente me comencé a declarar feminista y lo expresé sin miedo en forma de crítica por las redes, sin importar nada”, cuenta.
Camilia actualmente usa su cuenta de Twitter para transmitir sus ideas. Su mayor objetivo: Que otras personas también “abran los ojos ante el sistema”.
Según ella lo ha logrado. Eso no quiere decir que a diario no tenga comentarios de odio hacia sus ideologías o hacia su persona. “Hacen cuentas únicamente para atacarme a mí y a mis amigas que también siguen el movimiento, eso indica que nos falta mucho por recorrer y que debemos seguir batallando”, afirma.
Esta joven enfatiza que “la educación es clave, pero tampoco somos profesoras. Si alguien le interesa esto, va a buscar información por su cuenta. Una cosa es impulsar el estudio de temas de género, otra, pensar que voy a hacer una conferencia por Twitter, no estoy dispuesta”.
“Feminazi” es una palabra que le da gracia y confiesa que “la usa a su favor”. En su biografía se puede leer:
“Llorona, quejumbrosa, misándrica, mal-cogida, feminazi, con daddy issues. Dale, ¿Qué más me podés decir que no haya dicho ya? Aguante papi, que esto va para largo”
Según la RAE, “misandria” es la aversión al género masculino. Muchos se refieren a Camila de esta manera, sin embargo, ella explica que términos como el «hembrismo» son un mito. «Si bien, hay días que ya estoy harta de tanta violencia e ignorancia y trato de evitar todo tipo de contacto con hombres, no hay ningún sistema en pie que promueva la misandria, así que creo que no es algo que deberíamos de preocuparnos. Pero sí están matando a millones por el machismo”, comenta.
Ella se ve luchando dentro del feminismo en un futuro.
“Está bien hacer esto de las redes, pero mis planes están afuera. El motivo de todo esto es tratar de crear un sistema totalmente nuevo, donde la mujer tenga un lugar importante en la dinámica de la economía actual. Luchar por las mujeres que hacen cosas importantes como el cuido de la casa y se les invisibiliza; las trabajadoras sexuales, aquellas que tienen trabajos informales. Me veo investigando en un ambiente más académico. Pero aquí, la lucha sigue”.
La familia y el feminismo: Alberto Sánchez, escritor
Antes de entrar a la universidad para estudiar Psicología, Alberto Sánchez era poco propenso a reaccionar ante situaciones machistas. Hasta que recibió una clase sobre género que le hizo cambiar su perspectiva.
Él se define como un “hombre feminista heterosexual”. Título que le ha traído distintas reacciones.
“Típicamente hay un rechazo al feminismo como algo negativo, una propuesta de odiar a los hombres, lo cual no es de ninguna forma así. Muchos se preguntan que cómo voy a simpatizar con algo que hace que yo deje de tener privilegios. Es una falacia. Por otro lado, están algunas personas dentro del movimiento que ven a los hombres con sospecha, pero es entendible”, expresa.
Según este escritor, el problema de los hombres feministas es que algunos tratan de tener “protagonismo”, por eso –dice– se debe saber apoyar sin querer robar la atención de lo que es importante. “Ser la voz cantante corresponde a las mujeres que se han desvivido por esto que tenemos, nuestro deber es apoyar, simpatizar y tratar de contribuir de otras formas”, afirma.
Para él una de las mejores formas de cambio es incidir en las nuevas generaciones. Él lo hace con sus dos hijos.
“Es importante demostrarle a ambos la realidad, educarlos, conversar con ellos, analizar memes que quizá no estén bien, claro, sin llegar a sermonear ni destruir sus propuestas. Con mi hija trato en empoderarla, expresarle que la única que puede decidir sobre ella… es ella misma. Lo que cualquier padre o madre de familia debería hacer”, explica.
Históricamente, el humanismo es una corriente filosófica que nació en Italia en el siglo XV. Este, trata de poner en primer plano la racionalidad, encima de cualquier dogma. Esta corriente no refiere nada sobre el género.
Alberto cree que las personas temen afirmar que son feministas por miedo a la mala concepción que arrastra el movimiento. Según él, la sociedad le ha «vendido» a la gente que si apoyás los derechos de la mujer, te hacés menos, y esto es algo que atemoriza a muchos. «Le tememos al acercamiento de la feminidad porque nos sentimos falsamente débiles”, resalta.
“Se debe cuestionar todo lo que vivimos, cuestionar la historia, lo que nos rodea. Fomentar el pensamiento crítico a los más pequeños. Estudiar, enseñar y aprender”, aconseja el escritor. Por su parte, no piensa retroceder y planea seguir abordando este tipo de temas en sus textos. “Ayudar y ser ayudado”.
Josefa Toledo de Aguerri fue la primera feminista del país, aunque es mejor conocida como «La primera educadora de Nicaragua», a como lo cuenta Victoria González Rivera, historiadora y feminista, en una entrevista para El Nuevo Diario.
“Doña Chepita”, bautizada así popularmente, en 1918 fue editora de “Revista Femenina Ilustrada”, el primer boletín centroamericano donde se exaltaba la literatura creada por mujeres. Josefa, fue también la primera mujer en ocupar un cargo importante en el Estado. Fue directora general de Instrucción Pública aunque fue despedida por ser “muy cuestionadora”.
Asimismo fue directora de la Escuela Normal Central de Señoritas de Managua. Ella preparó a la primera generación de mujeres graduadas de la universidad, entre ellas Elba Ochomogo, la primera egresada en farmacéutica, y Concepción Palacios Herrera, la primera mujer médico de Nicaragua.
Años más tarde, en 1955 bajo la dictadura Somocista se logró el derecho al sufragio de las mujeres por la persistencia de activistas feministas como Josefa Toledo. Su influencia también fue fundamental en la década de los setenta, particularmente para la Revolución Sandinista, en donde se empoderaba a las mujeres para “luchar por la patria”.
“La Chontaleña excepcional”, como también se le conoce, falleció en 1962.
El LGTBIQ y el feminismo: Elvis Salvatierra, comunicador social.
Desde joven Elvis Salvatierra ha apoyado al movimiento de la diversidad sexual, LGTBIQ (Lesbianas, Gays, Transgéneros, Transexuales y Travestis, Bisexuales, Intersex y Queer). Él es abiertamente gay y activista feminista. Pero hace diez años no estaba tan familiarizado con el tema.
“Antes mi cuerpo era más feminizado, tenía pelo largo y era bastante delgado. Sufrí acoso callejero y lo sigo teniendo. Así te das cuenta que el machismo está presente en todo cuerpo que se salga de la norma del macho”, cuenta.
Estudiando más, descubrió la propuesta de “La Corriente”, organización feminista donde actualmente trabaja. Entró al movimiento, pero no dejó atrás la diversidad. Las fusionó. De hecho, expresa que el feminismo «no es una propuesta emancipatoria del LGTBIQ», sino más bien trabajan de la mano.
Su concepto de feminismo se define como “un movimiento que no solo lucha por los derechos de las mujeres, sino por todo cuerpo feminizado, incluyendo a las personas de la diversidad sexual”.
“Muchos encontramos (en el feminismo) un refugio de contención vital para finalmente sentirnos cómodos con nuestros seres. Algunos lo vemos como una familia… –Ríe– pero que no crean que aquí es puro amor y paz ¡No es cierto! Hay diferencias dentro y es normal, está dentro del proceso como todo movimiento”, enfatiza.
Actualmente él imparte clases de género en la Universidad Centroamericana. Su experiencia como docente le ha enseñado que algunas personas le temen a llamarse feministas, buscan excusas u otros términos. Resalta que no se puede hablar sobre teorías de género sin tener una postura dentro del feminismo. “¡Es absurdo!”, destaca.
“La violan por coqueta”, es uno de los tantos titulares que se escuchan en la radio, se ven en la televisión y hasta se leen diariamente. Como comunicador, Elvis critica abiertamente a los medios y la manera de cubrir las noticias.
“No sé si hay periodistas que pecan por ignorantes o porque quieren. Pero es necesario más incidencia en educación a esta gente. Aunque se entiende que la violencia vende y es lamentable. Personalmente evito ver noticias de ese tipo, me da vergüenza”, lamenta.
“Es un movimiento que te marca para toda la vida. Yo ahora dejo mi huella de la causa a todos los espacios que me manejo. Ya no hay vuelta atrás, forma parte de mi legado, es parte de mí”, finaliza.
El eco feminismo: Nina Luna, antropóloga.
Tiene 32 años y se declara feminista desde hace 17. Desde pequeña Nina Luna participó en movimientos que defendían los derechos de la niñez y fue así como empezó a empaparse del tema. Desde entonces no ha retrocedido.
Cuando tenía 11 fue víctima de abuso sexual. Años después, un hombre “con poder” en el lugar donde ella cumplía voluntariado también la agredió. Nina recuerda que en ese momento “no podía moverse, ni sentir su cuerpo”, pero sí entendía que lo que estaba sufriendo era violencia extrema y que ninguna otra mujer debería sentirlo.
“Esos sucesos de mi vida provocaron que yo comenzara a leer y cuestionarme. Lo que sucedía en mi contexto era inaceptable. Sin embargo, el oponerte a que alguien más escoja tu ropa también es un acto de feminismo y yo comencé a ejercer ese tipo de acciones desde muy temprana edad”, confiesa.
El feminismo le fue un “refugio”, donde encontró personas que podían entenderla porque eran como ella. “Dentro del movimiento una se puede liberar porque no están los prejuicios que te impone el sistema”, expresa.
“Yo le meto a todo espacio donde participo algo del feminismo”, admite. Y es que además de ser feminista, es activista en pro de los derechos del medio ambiente. Ella sigue la corriente “eco feminista”.
Según la teórica británica Mary Mellor: “El eco feminismo es un movimiento que ve una conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural y la subordinación y la opresión de las mujeres”.
A Nina la gente la tacha de «loca», sin embargo, ella afirma tajante que “el capitalismo que es impulsado por el patriarcado, se adueña de nuestras tierras, de nuestros recursos, daña el planeta. Todo está conectado”.
Ella propone una relación entre el feminismo y la espiritualidad para empoderar a la mujer. El machismo ha hecho a las mujeres sentirse mal con su propio cuerpo, lo que según ella es totalmente incorrecto.
Su filosofía la resume con una frase: “Para poder habitar el mundo, las mujeres debemos aprender a habitar nuestro cuerpo”.
Su futuro dentro del movimiento lo ve “sin vuelta atrás”. Piensa ir a comunidades rurales, junto a otras “hermanas feministas”, a impartir talleres sobre cómo prevenir la violencia. No puede ver a una Nina sin el feminismo y sin defender al medio ambiente. “Esto va a seguir creciendo, yo espero que más mujeres de los barrios, de las comunidades rurales y de muy lejos donde casi no hay acceso a la educación tomen acción. Juntas haremos el cambio”, finaliza.