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Los dictadores son los que nos emiten sus “Supremos Mandamientos” cuya desobediencia, nos advierten, nos acarreará consecuencias eternas.
El discurso izquierdistoide a conveniencia, del régimen del FSLN en Nicaragua, se combina con el discurso iglesiero, confesional, a conveniencia. Uno es para calmar las reivindicaciones materiales y cotidianas de las “masas” y el otro, para control de las necesidades espirituales e íntimas del pensamiento mágico popular. Son ejes importantes de la narrativa desde el poder sandinista o lo que sea quedó de ese poder, esa esfera tenebrosa, que busca capturar los cuerpos y las mentes de sus súbditos o atemorizar y reprimir a los que se atrevan a cuestionar la narrativa del poder.
En el último comunicado, el régimen “sandinista” (sí, estoy aceptando ahora que es mejor entrecomillar ese carácter del régimen actual) hace gala del uso de esos dos ejes y la cereza en el pastel es que, viniendo de asesinar, secuestrar, herir, torturar, perseguir a miles de personas, afirma que todo ha sido en aras de su lucha de erradicación del “satanismo”, que la suya es una lucha confesional contra los que a su juicio, “ofenden y reniegan de los “Supremos Mandamientos” .
No se trata de los famosos “diez mandamientos” cristianos que tienen un quinto que dice “No Matarás”, sino de unos ubicuos “Supremos Mandamientos“, que es mas precisamente, una expresión del dictado de su poder, la manifestación de su voluntad “divina”, la de la familia y las del partido armado que dirigen.
El panfleto de marras está lleno de esa orfebrería sui generis de la palabrería vana, pero con el doble filo citado condenando hasta las acciones en redes sociales a las que llama también “Terrorismo virtual” que es “propio de almas congeladas en prácticas que intentan destruir la vida buena y segura que los pueblos queremos”.
Ellos son los que nos emiten sus “Supremos Mandamientos” cuya desobediencia, nos acarreará consecuencias eternas. Simple: nos arrancarán la vida, impune y cruelmente. Y concluyen que continuarán “luchando y erradicando” a los herejes de su mundo bizarro, con el más poderoso de los mantras cristianos: “¡en el Nombre Poderoso de Jesús !