El surgimiento del Internet ha sido revolucionario, nunca habíamos estado tan conectados con quienes estimamos. Pero también trajo consigo algo curioso: nos ha acercado a la gente que no nos cae tan bien. A pesar de que existen opciones como ‘dejar de seguir’, muchos son proclives a caer en el hate-follow.
Esta tendencia consiste en «seguir en las redes sociales a personas que nos caen mal», según La Vanguardia. La raíz del desagrado puede estar en lo que la persona diga, piense o como luzca. Este término de la jerga de Internet no se encuentra en una enciclopedia, pero puede observarse con frecuencia en discusiones en línea.
Los objetos del hate-follow pueden ser excolegas de trabajo, excompañeros de apartamento, enemigos de la universidad o exparejas. Otros son «famosos blogueros o instagrameros cuyas vidas nos resultan incomprensibles», explica un artículo de El País.
A pesar de las sensaciones de odio, ira, envidia o aversión que pueden generarnos ver los perfiles de estas personas, la lógica opción de dejar de seguir o bloquear no es la primera en pasar por la mente. Sino, por el contrario, nos disponemos a revisar la cuenta de aquel influencer que provoca voltear los ojos. ¿Por qué lo hacemos?
La psicología detrás del ‘hate-follow’
A pesar de que esta práctica genera respuestas emocionales negativas, no se deja de hacer. «Con tanta gente sintiéndose decaída durante la pandemia, el sentir enojo puede recordarnos que estamos vivos», manifestó la psicóloga Peggy Kern, profesora adjunta en la Universidad de Melbourne. El hate-follow podría ser una manera de filtrar todas esas emociones, provenientes de la familia o el trabajo, hacia gente en el internet.
¿Por qué seguir a alguien que provoca sentir enojo, envidia, resentimiento o ganas de criticar? La respuesta podría estar en nuestra naturaleza humana. De acuerdo a la teoría de comparación social de Leon Festinger, el ser humano percibe qué tan valioso es basándose en comparaciones con quienes le rodean.
De acuerdo con esta teoría, practicar el hate-follow se siente bien porque define la identidad propia cuando se contrasta con los demás, otorga un sentimiento de superioridad. «Podemos hacernos sentir mejor respecto a nosotros mismos al juzgar a los demás: ‘al menos no soy como esa persona'», explica Kern.
¿Cómo salir de la espiral del hate-follow? «Todo aquello que nos lleva a desarrollar, estimular o mantener dos emociones básicas como son la ira y el miedo no nos permite llevar una vida emocional sana. Apartarse de esas emociones en las redes sociales nos conducirá a llevar una vida más saludable», recomendó el especialista Oscar Villarroya, doctor en Ciencia Cognitiva y profesor de Neurociencia en la Universidad Autónoma de Barcelona, de acuerdo a un texto de La Vanguardia.
El peligro de los extremos
El hate-follow podría tener un efecto positivo. Seguir a alguien que desagrada por pensar diferente puede ayudar a romper la burbuja ideológica en las redes sociales, explican expertos.
En los casos más inofensivos, el que practica hate-follow puede sacar captura a la publicación de la víctima para chismear con sus amigos. Pero si esto se lleva al extremo, se podría consumir muchas horas espiando a los «odiados», y poco a poco la persona puede convertirse en un troll de internet de tiempo completo. Una cosa es quedarse como espectador. Otra es que, bajo el escudo del anonimato, se comience a acosar a otros.
El hate-follow tiene muy poco que ver con el objeto de odio y tiene todo que ver con el que lo practica. Muchas veces la persona odiada es solo un recipiente del enojo proyectado. Al tener esto en cuenta, el hate-follow perderá su atractivo. Si te diste cuenta de que has caído en el hate-follow, aprovechá tu precioso tiempo para un momento de introspección, averiguar de dónde salen esas emociones y trabajar para transformarlas.