Si Meryl Streep fuera más ‘cool’, sería Isabelle Huppert. No se sienta culpable por no identificar fácilmente a la actriz francesa. Su extensa filmografía —134 películas hasta la fecha— ha estado vedada a los cinéfilos nicaragüenses. Los de cierta edad, quizás tuvieron la suerte de verla en la pantalla grande, en el épico ‘film maudit’ “Gates of Heaven” (Michael Cimino, 1984). O quizás recuerdan sus trabajos recientes en “L’ivresse du Pouvoir” (Claude Chabrol, 2006) o “L’avenir” (Mia Hansen-Løve, 2016), dos películas que llegaron a nuestras pantallas vía el Tour de Cine Francés. Es poético, y frustrante a la vez, que una de las mejores actrices de nuestro tiempo aparezca en cines vía un proyecto eminentemente comercial. Pero no debemos renegar de nuestra buena suerte, cuando esta se presenta.
Frances (Chloë Grace Moretz) es una joven vulnerable, que acaba de perder a su madre por un cáncer. Trata de procesar su trauma mientras trabaja en un restaurante y vive con su mejor amiga Erika (Maika Monroe), en Nueva York. Un día, encuentra un bolso olvidado en un asiento del tren subterráneo. Gracias a un carnet de identificación, localiza la dirección de la dueña. Su nombre es Greta Hideg (Huppert), una maestra de piano viuda, que vive en un pintoresco y anticuado departamento, en un patio oscuro entre viejos edificios. Parece el escenario para un cuento encantado, que contrasta con la modernidad de la ciudad. Resulta harto apropiado, porque Greta está cerca de ser una bruja de cuento y de hadas, y su casa bien puede contener los cuerpos de Hansel y Gretel.
Greta invita a la dulce Frances a tomar el té. Así nace una amistad inusual, en la cual cada quién encuentra lo que no tiene. La viuda ofrece cariño maternal a la joven de duelo. A su vez, ella funciona como hija putativa, llenando el vacío que deja una hija biológica estudiando en Francia. Al menos, hasta que Frances descubre una repisa llena de carteras idénticas a la que encontró en el metro. Cada una, está marcada con el nombre y teléfono de otra buena samaritana. Asustada, Frances trata de cortar relaciones, pero es demasiado tarde. La mujer inicia una campaña de acoso en el límite de la legalidad, cercando paulatinamente a su presa.
Esta sinopsis puede sonarle a ‘spoiler’, pero tanto así puede dilucidar vía las escenas promocionales. Quedan suficientes giros y sorpresas a la espera. La película es un ‘thriller’ inscrito en la larga tradición narrativa, centrada en personajes relativamente inocentes, que abren su corazón a sujetos que se revelan eventualmente como agentes de caos y destrucción. La “amante infernal” que Glenn Close presentó en “Atracción Fatal” (Adrian Lyne, 1987); el inquilino psicópata interpretado por Michael Keaton en “Pacific Heights” (John Schlesinger, 1990); Jennifer Jason Leigh como la compañera de apartamento homicida de “Single White Female (Barbet Shroeder, 1992)… todos son dignos antecesores de “Greta”.
La trama es una máquina desvencijada. Algunos de sus engranajes son la coincidencia, la compulsión, y la inexplicable insistencia de personas inteligentes proclives a hacer estupideces. Sin embargo, los placeres de este tipo de películas residen en las oportunidades que brindan a buenos actores para hincar el diente en personajes extremos. Huppert lo disfruta al máximo, y se toma en serio este ejercicio de cine de género, que fácilmente podría ser visto de menos. Su extravagante actuación contrasta con la sincera fragilidad de Grace Moretz. Juntas, ejecutan un ‘pas de deux’ que eleva el material por encima de sus debilidades.
La película existe incómodamente entre la necesidad de chocar y la contemplación de la soledad moderna. El vínculo intergeneracional entre los personajes acarrea sus propias tensiones, que trascienden la esfera maternal y filial. Después de todo, Greta quiere poseer a sus víctimas, no solo como hijas, sino como objetos. La película es extrañamente pudorosa a la hora de contemplar los posibles matices sexuales de la relación. No es casualidad que los tres personajes femeninos son fuertes. Los hombres son distantes como el padre (Colm Feore, desperdiciado), o trágicamente inefectivos, como el detective encarnado por Steven Rea. La violencia emocional se traduce en repuntes de sanguinolencia gráfica, que harán las delicias de los fanáticos del ‘gore’, y motivará a los demás a taparse los ojos. Es tan chocante, como hilarante. “Greta” es una distracción menor, dominada por un monstruo memorable.
“La Viuda” (Greta)
Dirección: Neil Jordan
Duración: 1 hora, 38 minutos
Clasificación: