Soy feminista matagalpina, vivo en las tierras catalanas cerca de Barcelona desde hace 14 años, país que me adoptó. Tengo dos hijos de 7 y 18 años. Estoy casada, trabajo por cuenta propia y, desde el 13 de marzo estamos en casa aislados. Nos llegaba información de China que habían cerrado el país. Paralelo a ello, Lombardía en Italia, reportaba cienes de casos positivos de covid-19. En España sabíamos la magnitud de la gravedad, pero hacíamos vida normal, como si a nosotras y nosotros no nos iba a tocar hasta que la vimos llegar. Al principio hubo momentos de histeria colectiva.
Los comercios de la comunidad china se auto aislaron, al ver que las autoridades no tomaban medidas preventivas. Hubo un doble discurso con respecto a ellos, se decía que traían la enfermedad y nos venían a infectar, generando xenofobia.
En Catalunya desde el 13 de marzo se decretó el cierre de las escuelas por 15 días, al día siguiente, las autoridades españolas notificaron el cierre de bares, restaurantes, cines, pistas de esquí, salas de ocio y centros comerciales, excepto los dedicados a alimentación y centros de primera necesidad (p/e farmacias).
Con mi hijo de 7 años, lo primero que intentamos es explicarle el significado de estar en casa. Es importante que se sienta que es parte de esta responsabilidad colectiva y lo ha asumido bastante bien. Nos ha dado lecciones de vida, resiste más que nosotras y nosotros, son pequeños valientes, aún con sus berrinches y sus anécdotas te alegran esta cuarentena.
Lo negativo, es que la convivencia se hace pesada, para mis dos hijos. El mayor cree que no le va afectar, por lo que se convierte en una batalla familiar, ¡pero está superada! Lo más duro es ver en las noticias la cantidad de gente infectada, los muertos y saber que esto puede ir a más o que gente conocida murió o está ingresada. Cuando nos dijeron que estaríamos 15 días, estábamos un poco incrédulos, pero cuando nos dijeron que se alargaba 15 días más, ya no decimos nada.
Desde la primera semana hicimos una estructura de trabajo para que el pequeño tuviera una disciplina dentro de casa: deberes por la mañana, un poco de TV y, juegos por la tarde. Los juegos son impresionantes, nos ha hecho valorar la creatividad. Me quedo con lo positivo: juegos de infancias que saqué del baúl de mis recuerdos, la interacción desde el balcón con los vecinos que no conocía hasta ahora. Somos personas que necesitamos socializar y lo hacemos todos los días a las 20 horas cuando salimos a aplaudir como muestra de apoyo a quienes trabajan en el cuido del covid-19. Bailamos, nos animamos. Intentamos hacer ejercicio, comidas típicas o vermutillo /pica – pica, fomentamos chat entre amigas/os, chatear con los compañeritos de clases, con la familia.
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Aunque hay días bonitos, hay días duros, los niños necesitan correr, gritar, enfadarse, se agobian, se enfadan, están muchos días irritables tienen las energías a mil y es comprensible. Hay que mantener la calma. A veces no hacemos caso a nuestros cuerpos que nos envía mensajes. Es bueno desconectar, aún dentro de este encierro.cron
La salud está en nuestras manos. En Nicaragua el desgobierno de Daniel Ortega nos sigue condenando a la muerte, por eso es importante tomar en cuenta las medidas de seguridad – distanciamiento social, juntas debemos luchar contra el covid-19. Nicaragua debe florecer Libre y feminista.
*Este texto es parte de la serie CróNicas, publicada en la Revista Niú, a partir de este 16 de marzo, sobre las experiencias y reflexiones de cómo los nicaragüenses en el exterior viven las medidas de confinamiento tomadas por cada Gobierno. Desde finales del mes también publicamos crónicas de nicas en cuarentena en Estados Unidos. Te invitamos leer más testimonios en este enlace.