Detrás de todas las frustraciones que podamos tener respecto al sexo, siempre está la culpa. La culpa porque nos dijeron que las mujeres no se masturban. Que el ano no sirve para dar placer. Y que el sexo solo es para la reproducción. Esas son algunas de las premisas que por décadas han empujado este tema al tabú y que fueron abordadas junto a otras, durante el conversatorio Hablemos sobre Sexo, organizado por el emprendimiento, Lady In Red.
Asimismo, las expertas que condujeron el evento enfatizaron en las precauciones que debemos tener para evitar enfermedades de transmisión sexual como el Papiloma Humano y el daño que el porno podría provocar en nuestra vida sexual.
A continuación enumeramos algunos mitos o creencias que deberíamos erradicar para mejorar nuestro bienestar sexual y psicológico.
Las mujeres no se masturban. A diferencia de los hombres, la masturbación femenina es un tema del que no se habla, del que no se hace y del que más culpa se siente. Y sin embargo, “solo el seis por ciento de las mujeres consiguen un orgasmo por la penetración vaginal”, explica la psicóloga Amanda Maltez, quien además señala que esta es una idea impuesta para que las mujeres repriman su disfrute sexual.
Más duro es mejor. Este es uno de los mitos que nos ha heredado la industria del porno y, que por mucho, está alejado de la realidad. Primero porque la pornografía nos vende la imagen de cuerpos perfectamente depilados, torneados y voluptuoso (en la mayoría de casos); esto nos puede inducir a que tengamos una distorsión de nuestros cuerpos, provocando que ya no nos sintamos a gusto al momento de tener relaciones sexuales. Y segundo, porque estos filmes están dirigidos hacia el público masculino donde la rudeza es mostrada como sinónimo de placer.
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“Además, otra cosa que es súper importante es que en la industria del porno casi siempre hay relaciones sin condón y entonces, uno todo inexperto dice: ‘Ah, como en la porno no usan condones, a mí no me va a pasar nada’ y empezamos a tener una vida sexual donde no tenemos cuidados y donde empezamos a creer que lo extremo es lo más rico”, explica Maltez.
Las mujeres no disfrutan el sexo anal. Si es cierto que no a todas las mujeres les gusta esta práctica sexual, pero muchas veces es porque no se sabe hacer y porque hay vergüenza. Por eso, durante el encuentro sexual debe haber comunicación entre la pareja, juegos previos al coito anal, cuidados de limpieza para evitar propagar bacterias y sobretodo una buena lubricación para evitar heridas.
Pues, “al igual que la vagina, el ano tiene una capa que se llama mucosa y esta es la encargada de ‘tapizar’ esa parte. Eso significa que te va a proteger, pero la diferencia es que la vagina puede lubricarse y la capa de mucosa es más gruesa. Entonces, si nosotros no usamos preservativo o lo hacemos muy fuerte hay más riesgo de que existan lesiones en esa parte y por lo tanto hay muchísimo más riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual”, explica la doctora Vado.
El sexo anal es solo de homosexuales. Dentro de las parejas heterosexuales, el coito anal es enfocado del hombre a la mujer. Sin embargo, hay prácticas en las que el hombre también puede ser penetrado ya sea con juguetes sexuales o con los dedos. Sin embargo, esta preferencia no define la orientación sexual, explica la doctora Vado. Si un hombre piensa que después de hacerlo se siente atraído por personas de su mismo sexo es porque ya tenía indicios.
“El perineo y el ano es una zona rica en terminaciones nerviosas, si le sumamos la buena vascularización del recto y la sensibilidad de las paredes prostáticas (llamada punto G masculino) podemos inferir que la estimulación del mismo despierta placer”, explica en un artículo de El Clarín, el sexólogo Walter Ghedin.
Sin embargo, en esta práctica hay que considerar que “mientras más duro sea habrá más riesgo, mientras haya más fricción habrá más heridas y mientras más tiempo dure habrá más riesgo”, señala la doctora Valery Vado.