Blogs
Una vez más confirmé que no hay vida pequeña, siempre y cuando uno se acerque a ella lo suficiente
Mi tío abuelo Manuel Calero González murió delante de un plato de comida que no llegó a tocar. Sentado en su silla de ruedas ante la mesa, estaba a punto de comer, pero entonces hizo un leve ruido, agachó la cabeza y dejó de respirar. Tres años antes una embolia le había paralizado el cuerpo y además había perdido el habla, sin embargo siguió viviendo en su casa y no dejó de ser el fiel compañero de su madre, mi bisabuela materna, pues nunca se casó, ni tuvo hijos. Su existencia giró alrededor del trabajo y el alcohol. Calculo que, al expirar, no tendría todavía setenta años.
Contado de esa forma parecería que la suya fue una vida pequeña. La vida de un ser humano cuya huella en el mundo quedó reducida a anécdotas y recuerdos. Pero no. En su juventud, Manuel tuvo un buen puesto de trabajo en la Sanidad (lo que hoy conocemos como Ministerio de Salud) y lo aprovechó para adquirir un seguro en una financiera. Dicha financiera realizaba rifas como las que se estilan hoy en algunos bancos y un día, el premio de cincuenta mil córdobas le tocó a él. Cincuenta mil córdobas que aquel hombre puso a disposición de sus padres para comprar al contado la vieja casa que, luego de ser reconstruida, sería el hogar de toda la familia. Toda, literalmente. Incluyendo, durante décadas, a las familias de sus hermanos y hermanas.
Mi tío Manuel murió en 2007 y hoy, más de sesenta años después de haberse ganado aquella suma dinero, yo vivo en esa casa. Del episodio de la rifa me enteré hace pocos días por boca de mi madre y me sentí triste de haberlo conocido tan poco, de no haber conversado a profundidad con él y una vez más confirmé que no hay vida pequeña, siempre y cuando uno se acerque a ella lo suficiente. En acercarse está la clave para saber que un muchacho sordo de un oído puede ser un cantante maravilloso, que una chavala que se vuelve viral por imitar voces también es una ejemplo de lucha y emprendimiento o que el que alguna vez fue un borrachín apodado “La Renquita” haya sido el responsable de que mi familia y yo tengamos hoy este techo.
Excelente reflexión Genesis
Que todos y todas fueramos comoel To Manuel, compartiendo una suma de dinero que unio unio una familia enuna Casa……copiemos el animo y la gnerosidad y elcompartir de Tio Manuel R o s a