Blogs
¿Por qué la nota roja tiene tanto éxito en Nicaragua? ¿Nos gusta la sangre? ¿Nos gusta ver cadáveres mutilados, atropellados, golpeados, en descomposición?
La nota roja es un tema que me obsesiona a tal nivel que mi producto creativo para graduarme como comunicadora social estaba relacionado con él. Mi interés radica en que este tipo de “periodismo” es más que un problema de los canales de televisión o de los medios de comunicación: es un problema social que toca las fibras más profundas de cada persona. ¿Por qué los noticieros de nota roja tienen tanto éxito en Nicaragua? ¿Nos gusta la sangre? ¿Nos gusta ver cadáveres mutilados, atropellados, golpeados, en descomposición? ¿Sentimos placer ante el dolor, el llanto, la miseria de los otros?
En una entrevista al docente y escritor Guillermo Rothschuh Villanueva él me explicaba que
lo que está en el centro del debate y es lo que a veces se olvida o se quiere omitir es que son los derechos humanos los que están siendo lesionados de manera reiterativa, sistemática y lo que es peor: de forma deliberada, se refocilan en la desgracia de su propia gente, del prójimo, del vecino, se rompen las cadenas de solidaridad, se rompe el sentido de compasión en el aspecto ético que es lo primero que mandan a los medios de comunicación, lo primero que dicen los códigos de ética.
Los derechos humanos “perecen” junto a las víctimas de accidentes de tránsito, asesinatos y violaciones que son captadas en cámara y presentadas en televisión sin pudor, ni piedad, mientras la ética (no sólo periodística, sino también la ética en sí misma) es la gran ausente de estos noticieros “del primer lugar” que solo buscan aumentar su cobertura, audiencia y spots publicitarios, aunque para lograrlo se deba hacer mofa del sufrimiento ajeno con titulares sensacionalistas, doble sentido, lenguaje peyorativo e “imágenes fuertes” o que “pueden herir la sensibilidad de los televidentes”, tal como advierten en algunas ocasiones antes de emitirlas.
Javier Darío Restrepo, periodista, escritor y maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), experto en ética periodística, dijo en una conversación con Puroperiodismo, un proyecto de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado, de Chile, que él valora la ética como algo que humaniza a la persona:
Es la obediencia a nuestra propia naturaleza. La naturaleza del ser humano es principalmente inteligente y sociable. Esa inteligencia y esa sociabilidad determinan unos deberes. Esos deberes se han ido desarrollando en la conciencia de las personas, de modo que hoy se puede decir que somos mucho más severos que en los tiempos de Aristóteles. La ética humaniza. Y también se puede llegar a otra conclusión: todo lo que nos deshumaniza deja de ser ético.
Entonces, estamos deshumanizados y no sólo quienes son parte de las empresas que presentan nota roja, si no también los que nos sentamos tranquilamente a verla, como parte de nuestra rutina diaria, como una manera de “estar informados” sin ni siquiera parpadear ante las atrocidades que se muestran frente a nuestros ojos.
En un artículo publicado en El Nuevo Diario en julio de 2012, Carlos Corea Balladares, licenciado en Ciencias Sociales, educador y comentarista político, analiza la nota roja de los canales nacionales y “la sangre, violencia, desintegración social, alcoholismo y drogadicción que aparecen en estos espacios noticiosos, apuntalan la deformación mental porque la familia entera se reúne para ver estos sucesos que morbosamente atraen a un gran porcentaje de nuestra sociedad”.
Y lo más alarmante no es ese proceso de “deformación mental” en que nos encontramos como sociedad, sino que lo poco que nos importa que estos noticieros violen leyes nacionales como la Constitución Política de la República (art. 26 y 68), el Código Penal (art. 201 y 205), el Código de la Niñez y la Adolescencia (art. 71) y la Ley 648 de Igualdad de Derechos y Oportunidades (art. 27), además de legislaciones internacionales como la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 12) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José (art. 11), es decir, los dueños de medios, productores, periodistas y camarógrafos que viven de la nota roja coquetean intensamente con la criminalidad y, quienes la vemos desde la comodidad de nuestra casa, somos cómplices de ellos al no denunciar, ni tomar medidas.
Con esto queda a la vista el desconocimiento que las víctimas tienen de las leyes y de sus derechos y lo “intocables” que son los medios de comunicación en Nicaragua que hasta tienen patente de corso para presentar lo que quieran sin que nadie se inmute.
«No niego que haya que informar sobre sucesos violentos, que incluyen puñaladas y violaciones. Pero la morbosidad con que se suelen presentar estas noticias, el atentado contra la dignidad y la intimidad de las personas implicadas en estos casos, especialmente contra la mujer, hacen que las SS (sangre y semen, violencia y sexo) como criterio de selección no pueda ser aceptado por un periodismo que tome en serio la ética y su responsabilidad social», dice el experto en radio José Ignacio López Vigil en su Manual Urgente para Radialistas Apasionados.
O sea, la nota roja es un reto muy serio en varios sentidos: moral, ético, periodístico y sobre todo un reto social porque están siendo retados nuestros valores, nuestras leyes, el profesionalismo de las personas involucradas en estos programas grotescos y morbosos y la relevancia que le damos a la vida de quienes aparecen en ellos, vida que hoy o mañana puede ser la de nuestros padres, hijos, amigos, vecinos o la de nosotros mismos.