En pantalla

Madre, interrumpida: tomando medida del dolor de la pérdida en “Pieces of a Woman”
Pieces of a woman

Pieces of a Woman sería mejor si un editor implacable hubiera recortado los excesos y contenido el foco en su protagonista.

Vanessa Kirby deja atrás a la princesa Margarita de “The Crown” para tomar por asalto la pantalla grande con Pieces of a Woman. Por sus esfuerzos, se llevó el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cine de Venecia.

Sean (Shia LaBeouf) trabaja en la construcción de un puente en Boston. Su compañera de vida, Martha (Kirby), está a punto de dar a luz. La pareja, joven y carismática, espera el evento con ilusión. Ambos han decidido tener un parto casero. Cuando su fuente se rompe, descubren que la partera no puede llegar, y envía como sustituta a Eva (Molly Parker). Es apenas el primer revés de una noche que culminará en tragedia.

El parto fatídico es presentado como una escena de una sola toma. O al menos, parece serlo —es relativamente fácil ocultar cortes cuando las cámaras cruzan puertas y umbrales—. Como sea que se consiga, el efecto es el mismo: darle al espectador la sensación de que usted está ahí, en el mismo espacio, a la par de los personajes. Pero el pretendido realismo de este artificio es elástico. Martha demanda música desde la bañera y la melodía se desvanece mágicamente cuando la tensión incrementa. Los latidos de la bebé irrumpen en la banda sonora, aunque solo la partera los oye a través de un estetoscopio prenatal. No es un ‘spoiler’ decirle que la bebé muere.

La escena es impecable. Con casi 26 minutos de duración, podría funcionar como un cortometraje brillante. La hora y media que sigue es problemática. A pesar de la capacidad de Kirby para explorar las profundidades del duelo, el director Kornel Mundruczó y la guionista Kata Wéber divagan, acumulando incidentes. Martha contiene sus emociones y no reacciona como todos esperan, chocando con los familiares desconcertados —ecos de Meryl Streep en “A Cry in the Dark” (Fred Schepisi, 1988) —. La protagonista demanda nuestra atención, pero su madre (Ellen Burstyn) promueve un juicio contra la partera. Sean escapa hacia la bebida y la infidelidad. Las diferencias de clase entre hombre y mujer vibran cómo fallas geológicas —él es de extracción humilde, ella pertenece a una familia judía adinerada—. Pero el único conducto para este conflicto está en la relación entre Sean y su suegra. Nunca sabemos realmente qué piensa Martha sobre el asunto, ni su posición ante la sorda guerra de poder entre las personas más importantes en su vida.

En una subtrama que no va a ninguna parte, Sean vende secretamente la camioneta que su suegra les regalo —sin una hija, ya no la necesitan—. La cualidad furtiva de la transacción, y la complicidad de su cuñado, Chris (Benny Safdie), planta la semilla de una confrontación que nunca llega. La dinámica entre este moderno Stanley Kowalski y su Stella es difusa. Ciertamente, el duelo de un padre que no llega a serlo es digno de consideración, pero la película nunca va más allá de un sensacionalismo elegante: vean a este galán proletario, en francas escenas de sexo y violencia emocional. Peor aún, las recientes denuncias de abuso presentadas contra LaBeouf por FKA Twigs, excompañera de vida y coestrella en “Honey Boy” (Alma Har’el, 2019), añaden estática. La brutalidad casual del personaje perturba por razones ajenas a la película que estamos viendo.

Algunas distracciones pueden ser interesantes, como el monólogo de la madre, sobre su nacimiento en un campo de concentración. La idea de que la pérdida conduce a Martha a cambiar de perspectiva sobre su estatus de hija es apenas intuida. La película contiene buenas ideas, arruinadas por la insistencia. El paso del tiempo se registra con el avance de la obra en que Sean trabaja, pero también se reitera con innecesarias referencias a la fecha de los eventos. Líneas de diálogo explicativo surgen en claro afán de recordarle relaciones entre los personajes, o lo que están sintiendo. Quizás la peor ofensa sea un acto final reiterativo, con al menos dos momentos que servirían como última toma, y una analogía que pasa de la transparencia a la obviedad.

Pieces of a Woman sería mejor si un editor implacable hubiera recortado los excesos y contenido el foco en su protagonista. La enigmática Martha nunca termina de decirnos los que aprendió en ese lugar que solo las mujeres conocen, donde la vida da su primer respiro. Y a veces, el último.

“Pieces of a Woman”
(Fragmentos de una mujer)
Dirección: Kornel Mundruczó
Duración: 2 horas, 6 minutos aprox.
Clasificación: * * * (Recomendada con ciertas reservas)
* Disponible en Netflix