Cada vez que mira la fotografía de sus únicos tres hijos apiñados en la tina de una camioneta de la Policía, doña Juana de la Rosa Lesage Guadamuz llora. Llora porque le duele que aún siguen presos. Llora porque los extraña. Llora porque recuerda la mañana del once de julio en que se los llevaron. Ella estaba ahí, junto a toda su familia, cuando decenas de uniformados llegaron para detener a Luis Miguel, Jean Carlos y Harvin Esteban Lesage, tres jóvenes músicos que se dedicaron, desde abril, a cantar en las protestas.
Desde ese día la casa de esta señora no ha vuelto a ser la misma. Aquellas tardes y noches ruidosas de música en la que sus tres hijos se ponían a componer y cantar ya solo quedan en su recuerdo. Solo han pasado casi cuatro meses, pero para ella han sido días eternos. «Ellos siempre terminaban cantando en la sala, la casa era una explosión cuando se ponían a cantar y ahora están presos porque este régimen de Daniel Ortega no tolera que los jóvenes hayan ejercido su derecho a protestar», insiste.
Luis Miguel de 28 años, Jean Carlos de 25 y Harvin Roberto de 20, están presos por haber participado en marchas cívicas en su natal Jinotepe. Ahora son acusados de terrorismo, crimen organizado, secuestro simple, entorpecimiento de la función pública y de lesiones graves. «El rosario de delitos de los que lo acusan son casi los mismos para todos los jóvenes que protestaron en todo el país», asegura su madre. Insiste en que son inocentes. «Son unos buenos muchachos», repite hasta el cansancio. Esa frase también la replican vecinos, amigos, compañeros de estudio, y conocidos de los tres cantantes.
«Una pesadilla»
«Me duele estar sin ellos, es doloroso para una madre estar sin un hijo y en mi caso me quitaron a tres, es un golpe duro que no se lo deseo a nadie, es una pesadilla de la que aún no despierto», dice Juana de la Rosa.
Los jóvenes fueron arrestados tres días de la brutal masacre promovida por el régimen de Ortega en Carazo, en la que murieron al menos 20 jóvenes cuando grupos de paramilitares, junto a patrullas de la Policía Nacional, entraron de forma simultánea por diferentes puntos, incluyendo el mar, para “barrer con los tranques” de ese departamento, unos de los más incómodos para la dictadura.
Los hermanos Esteban Lesage, músicos, cantantes y estudiantes tiene ya más de cuatro meses encarcelados por la familia Ortega Murillo. Los queremos libres!! #LosVamosASacar #PresosPolíticos pic.twitter.com/z3QE2BCWrb
— Ana Margarita Vijil (@anavijil) 1 de noviembre de 2018
Luis Miguel y Jean Carlos son raperos. Son conocidos como «Místico» y «Jeanco», respectivamente. Ambos cantaban en actividades organizadas por el Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) y varias alcaldías de Carazo; donde promovían sus composiciones. Al ver la brutal represión del Gobierno de Ortega contra las protestas, ambos decidieron salir a las calles a protestar. Se les sumó de inmediato, el menor de los hermanos: Harvin, que también canta; pero baladas.
«Son tres chavalos estudiosos, talentosos, cariñosos, educados y trabajadores. Lo digo con orgullo porque ellos son inocentes de lo que les acuse o se les invente», escribió en Facebook, Roberto Esteban, padre de los tres músicos después de su detención.
«El calvario»
Cuando se los llevaron detenidos la familia entera les gritaba que ellos no eran delincuentes, recuerda Juana de la Rosa. Un comisionado que lideraba el operativo le respondió que se los llevaban «por tranqueros».
«Me duele que mis hijos estén presos solo por ejercer su derecho a protestar, por algo que cualquier persona con sentimiento hizo cuando se sintió impulsado de participar en una lucha cívica», explica su madre.
Los tres fueron trasladados de Santa Teresa a la estación de Jinotepe. Después se los llevaron a las celdas de El Chipote. «Pasé una semana durmiendo en el pavimento, hasta que me dieron permiso de verlos», dice.
Lo primero que hizo fue «revisarlos» para constatar que no los habían torturado. «Estaban bien y me regresé a Carazo a prepararles una cena, pero cuando me regresé me dijeron que se los habían llevado a La Modelo», cuenta.
Después, cuando me los presentaron ellos solo alcanzaron a decirle: «no se preocupe, al menos estamos en un lugar mejor porque al menos vemos un poco la claridad» porque, cuenta su madre, «estaban en unas celdas oscuras donde no sabían ni lo que comían».
La última vez que habló con ellos, por separado, le pidieron que no derramara una lágrima más. «Me pidieron que me sintiera orgullosa de ellos, porque ellos no han hecho nada malo», afirma.
Luis Miguel, la voz de la protesta
Veo al Gobierno reprimiendo a la gente en la calle,
pero no podrán pararnos porque ahí esta el detalle,
pienso que las cosas no son color de rosa,
en este mundo existe gente muy venenosa,
jóvenes protestando de manera furiosa,
contra un Gobierno que es igualito al de los Somoza.
Así cantaba desde las redes sociales, Luis Miguel Esteban Lesage. Antes del 18 de abril del 2018, este joven se dedicaba a trabajar en una gasolinera de Jinotepe. En su tiempo libre componía y cantaba en cualquier escenario en el que pudiera mostrar su talento.
Su madre lo recuerda como un niño inquieto. Le gustaba el fútbol y aprender de carpintería junto a su padre. «Se metía al taller y construía casas de madera», explica Juana de la Rosa.
La primera vez que supo que le apasionaba la música fue cuando llegó corriendo a hacer unos palillos de madera para tocar como si estuviera en una banda. «Se reunía desde pequeño con Jean Carlos que era su seguidor y no me querían decir que hacían, pero después supe que estaban empezando a componer sus canciones de rap», recuerda.
Mara Espinoza se casó con este joven caraceño y tienen un niño de diez años. «Desde que lo conocí estaba metido en la música, le encantaba subirse a las tarimas», explica. Dice que la enamoró con sus ojos y sus canciones. Admira de él que siempre ha sido amoroso y que no se afrenta de nada porque ha luchado por sacarlos adelante. Sabe de carpintería, de pintura, de construcción.
Lo ha podido ver solo dos veces. Él la consuela cuando llora. Le pide que cuide a sus padres y a su hijo. También le ha contado que sigue componiendo canciones. De hecho, ya le compuso una a José María «Chema» Campos, uno de los jóvenes asesinados, el pasado ocho de julio, por el régimen en Jinotepe.
«Me pide que esté tranquila, emocionalmente esta fuerte porque está convencido que su lucha es justa. No se arrepiente de andar en marchas y protestas, de usar sus redes sociales y su voz para protestar; porque él no ha hecho nada de lo que se le acusa», indica su esposa.
Jean Carlos, un rap contra la dictadura
Quisiera vivir en ese país deseado,
donde nuestros derechos de verdad sean respetados,
que ante los políticos no seamos marginados
y que ellos no se enriquezcan de las arcas del Estado.
Donde los gobernantes no nos engañen con falacias,
y que no se limpien el trasero con la democracia,
que ya no escuchemos discursos incoherentes,
que haya libertad pero de forma evidente,
que ya no se fomente más el odio intransigente
y que nadie te señale porque piensas diferente.
Esa fue una de las canciones que entonó «Jeanco» Esteban Lesage frente a cientos de personas frente a la Parroquia Santiago de Jinotepe el 21 de abril. Para Juana de la Rosa, el segundo de sus hijos es el más inquieto pero también «un chavalo luchador».
Recuerda que hubo un año, cuando estudiaba secundaria que se empezó a portar mal y que no quería seguir estudiando. «Tuvo esa crisis, pero en ese tiempo me enfermé y recuerdo que él se acercó a mí para decirme que iba a cambiar», comenta. Y le cumplió.
Este joven actualmente estudiaba quinto año de administración de empresas en la Facultad Regional Multidisciplinaria (FAREM) Carazo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Dice que su hijo se unió a las protestas al ver las injusticias y el desprecio para la juventud nicaragüense por parte del Gobierno. Su madre lo recuerda siempre cantando pero también con sus libros. «Tiene una montaña de libros, siempre se la pasaba encerrado leyendo», expresa.
Un 16 de diciembre del 2015, Irma Mora lo conoció en el parque central de Jinotepe. Ella llegaba al lugar a conectarse a la red wifi para hablar con familiares y él estaba ahí leyendo. «Conectamos de inmediato porque empezamos a hablar de libros», asegura.
Lo describe como un chavalo autodidacta que siempre quería leer para aprender del mundo. «Es un joven muy amistoso, siempre le gustaba estar rodeado de gente y me duele saber que ahora está preso por exigir un mejor país», explica su amiga.
Su madre dice que la última vez que lo vio no lo pudo abrazar. Pero sonríe al recordar que desde adentro escuchó otro grito. Era Luis Miguel que le decía: «Padres, aquí estoy. ¡Viva Nicaragua libre!». Jean Carlos también sonrío y le mandó un beso a través del cristal que los separaba.
Harvin, el romántico luchador
Dale una luz a la gente que ha buscado
su libertad contra el cielo y contra humanos
dale una luz a este pueblo que ama tanto vivir
en Nicaragua…
El video de Harvin Roberto Esteban Lesage cantando esa canción del Dúo Guardabarranco se ha viralizado en las redes sociales desde su detención. Este joven, estudiaba segundo año de mercadeo en la Universidad Central de Nicaragua (UCN) en Jinotepe y le apasionaba cantar canciones románticas.
«Sus hermanos siempre han cantado, pero él hasta hace unos cuatro años empezó a descubrir su talento para el canto», asegura su madre. Ella dice que sus hijos lo heredaron de ella, porque siempre fue su sueño subirse a los escenarios.
«Él trajo la quietud a mi vida», explica Juana de la Rosa. Cuando supo que cantaba empezó imitando a cantantes como Sebastián Yatra y José José.
Leonor Trujillo es la mejor amiga de Harvin. Lo conoce desde que tiene cinco años. Para ella es una persona muy alegre. «Nunca paramos de reírnos. Es una buena persona, porque siempre ha estado cerca para quien lo necesita», dice.
Recuerda que un día de repente escucharon a alguien cantando en el Instituto. «Mi sorpresa fue cuando vi que era Harvin y que cantaba super lindo», expresa. Desde ese momento, siempre que salían temprano de clases se quedaba un grupo pidiéndole que les cantara canciones.
Le envió una carta a la cárcel en la que le decía que lo amaba porque es su amigo incondicional. «Le pedí tener fe, porque yo espero que pronto esté libre», insiste.
Para Betzabé de los Ángeles, una de las amigas de la universidad de este joven jinotepino, él tiene una personalidad protectora. «Siempre me decía hermanita, de hecho hablamos el día que lo arrestaron porque él estaba sorprendido por el asesinato de ‘Chema’, uno de mis primos, y quería saber si yo estaba bien», expresa.
Esta joven llora cuando recuerda a Harvin planificando su fiesta de cumpleaños para este año. «Nunca le gustaba celebrar, pero este año estaba emocionado, quería reunir a sus amigos en su casa y hasta quería quebrar una piñata», afirma. Un mes después de su detención, el 11 de agosto, cumplió 20 años en la prisión.
«Una vez que lo miré en una protesta le dije que se cuidara», recuerda su amiga.
-No te preocupes, si estoy aquí es para que vos estés bien, para que Nicaragua esté bien. Sé que es una lucha difícil, pero si yo me quedo en mi casa no vamos a hacer nada. Estoy aquí por mi familia, por ustedes- le respondió.