No es fácil tomar la decisión de dejar un puesto de trabajo: supone pasar de un entorno seguro a uno incierto. Una vez estamos seguros de que tenemos que cambiar de empresa (por motivos personales o profesionales), inevitablemente entramos en la necesidad de pasar un proceso de selección. Con o sin crisis, a todos nos ha tocado dar ese salto al vacío, con expectación y cierto nerviosismo. ¿Qué tal me va a ir? ¿Encontraré un buen trabajo? ¿Estaré a la altura? ¿Cubrirá mis expectativas?
Más allá de estas interrogantes, hay una certeza con la que podemos contar: nos va a tocar pasar por procesos de selección varias veces en nuestra vida. ¿Cuál es nuestro objetivo? Independientemente de que nos cojan o no, llegar a la terna final, al exclusivo grupo de los tres candidatos seleccionados para el puesto. La decisión final recae en la empresa, pero por nuestra parte hemos cumplido el objetivo.
Prohibido mentir
¿Qué es lo que no debemos hacer en un proceso de selección? La respuesta es clara: mentir. Pero ni en el proceso ni fuera de él.
Mentir en un proceso de selección nos deja automáticamente fuera del mismo. Hay candidatos que transforman de una manera pasmosa un deseo en una realidad figurada, ofreciendo una imagen de sí mismos que no guarda relación alguna con la realidad. Es cierto que hay partes que se pueden omitir, pero no mentir.
Partiendo del hecho de que hay que ser honestos con la imagen y la realidad que vamos a dar, los estudios indican que los empleados vamos a pasar por una media de seis empresas a lo largo de nuestra vida. Los motivos son diversos, pero los podemos concentrar en descontento con la empresa, mejor salario o cambio de proyecto.
Al acudir a la entrevista tiene que informarse, lo primero, sobre la empresa. No es buena idea presentarse conociendo poco o sin conocer nada. Denota falta de interés y profesionalidad, por lo que una buena idea es buscar información sobre la empresa, su sede, trabajadores y el plan estratégico. Esto le permitirá aportar ideas sobre su encaje con la empresa y sus objetivos.
Conviene acudir bien preparados. Parece una bobada, pero no lo es. La imagen es un intangible muy potente y la primera impresión puede dejarle fuera del proceso, sobre todo si no es buena. Cuidar la imagen, la postura, el habla, mirar a los ojos ayuda a dar seguridad al candidato y a la empresa. Juegue con ello y practique antes de la entrevista. Cuantos menos factores deje al azar, mejor saldrá todo.
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Procure ser educado en la forma de preguntar y responder. Cuando en la entrevista de Oprah preguntan al príncipe Harry sobre la relación con su padre, responde con un: “Todavía nos queda mucho por trabajar”. En otras partes responde con un “no me siento cómodo respondiendo a esa pregunta”, etc.
Evite responder a preguntas que no le resulten agradables o que cree que pueden dañar su imagen. En definitiva, discreción y educación son dos armas que serán sus aliados, no sólo en una entrevista sino en la vida, si las sabe manejar. Y eso se aprende.
Los puntos fuertes y los puntos débiles son dos preguntas que se llevan haciendo desde que el mundo es redondo. Creo que es difícil encontrar una entrevista que no realice esas dos cuestiones, si bien se ha avanzado mucho. Por ejemplo: “Dígame dos ejemplos de su vida diaria en los que me demuestre ese punto fuerte”. Vamos, que le están pidiendo evidencias que no debe ponerse a buscar en ese momento, sino que tiene que llevar preparadas de casa. Bloquearse en esos momentos da una mala imagen que es difícil quitar durante el resto de la entrevista. Prepare los puntos fuertes y débiles y las evidencias.
Procure no bloquearse ni dudar
“Cuénteme algún problema que haya tenido, cómo lo ha solucionado y qué ha aprendido”. Esta tríada (tres preguntas en una) o tridente le puede llegar en cualquier momento. Es el qué, cómo y para qué de la entrevista. No conviene contestar a la primera parte y pedir que le repitan las otras dos. Demuestre habilidad y soltura en las respuestas. Procure no bloquearse ni dudar.
Finalmente, cuando se acaba el proceso, se puede encontrar con un momento de relajación al ver cerca el final de la entrevista. No baje la guardia. Será su turno de preguntas para realizar las aclaraciones o dudas que tenga. Algunos candidatos se sinceran y muestran su verdadera naturaleza en este momento: ¿Cuál es el horario? ¿Hay que trabajar los viernes por la tarde? ¿Cuándo son las vacaciones? Se supone que le interesa el trabajo luego… céntrese en conseguirlo. Agradezca la oportunidad y manifieste el interés por la empresa. Quede a su disposición para cualquier aclaración y pregunte cómo continúa el proceso: ¿Le van a avisar? ¿En qué plazo de tiempo?
Participar en una entrevista de personal es una oportunidad que tenemos que aprovechar. También es importante que se convierta en una experiencia interesante y de aprendizaje. Ello dependerá de nuestra preparación previa. Pero de eso ya sabemos… hemos pasado muchos años de nuestra vida haciendo exámenes y preparándonos para ello. ¡Mucha suerte!
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. Fernando Díez Ruiz, Profesor doctor Facultad de Psicología y Educación, Universidad de Deusto