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Sólo somos mujeres que nos convertimos en madres y que hemos aprendido a lidiar solas con esa responsabilidad
Es irónico. Me convertí en madre por amor y luego me convertí en madre soltera, también por amor. No quería que mi hijo viera como algo natural la forma en que su padre me trataba y menos que aprendiera que las mujeres debíamos ser ‘sumisas y devotas’ con nuestros maridos.
Un 01 de julio del 2013, con seis meses de embarazo, decidí que era hora de terminar con esa relación de 12 años. No fue fácil. Me dolió en puta, pero sabía que era lo correcto. Recuerdo que manejé llorando desde San Judas hasta Valle Santa Rosa, detrás de Ciudad Sandino, buscando el consuelo de mi hermana. Y aún guardando la esperanza que en unos meses las cosas volverían a estar como estaban, cuando no sabíamos que estaba embarazada de ese hijo que por años me pidió. No pasó, así que lo que vino después es historia.
Aprendí a vivir y disfrutar estar sola. Nunca lo había hecho. Salí de la casa de mi madre rumbo a la casa de mi ex esposo. Era la primera vez viviendo sola. Y he de admitir que si no hubiera estado ‘panzona’ esta historia sería TripleX (jajaja). A los dos meses tenía un hijo en brazos y era primeriza, las cosas se complicaban y claro, necesitaba ayuda. Y entonces, aquí viene mi verdadera confesión: una asistente del hogar es lo mejor que le puede pasar a una madre soltera.
No todas la podemos costear, pero quienes podemos debemos asumirlo: qué marido ni que ocho cuartos. Las asistentes del hogar son nuestra mano derecha. Y claro, contar con el apoyo de nuestra madre o alguien con experiencia en la maternidad. Porque la primera nos facilita las tareas y la segunda nos orienta sobre cómo atender a un niño en sus primeros días de vida.
Te facilita la vida. He visto muchas mujeres madres que están casadas y la verdad esos esposos muy poco cumplen, por no decir nada. Aunque también conozco otros padres que son responsables y le cumplen a sus hijos, pero son minoría. Igual considero que la ayuda de una asistente del hogar es insuperable.
El asunto no es tan banal
Pero eso es lo más banal de ser madre soltera, porque al final te das cuenta que tu vida es una maravilla en comparación con el 33% de los hogares que en Nicaragua tienen ‘jefatura femenina’. Ser madre soltera, dicen los estudios, supone ‘mayor riesgo de caer en pobreza’. Y en este país el rostro de la pobreza es de ‘mujer’.
Probablemente, ninguna de estas mujeres tiene la posibilidad de atenderse emocionalmente luego de una separación. Estoy muy segura de que la mayoría no es madre de un solo hijo, sino de un promedio de entre cuatro y seis hijos. Ni siquiera les da tiempo de procesar la separación, porque al siguiente día deben darle de comer a varias bocas.
Y me van a disculpar, pero en este punto mencionaré que rechazo la publicidad que enaltece la condición de madre soltera. Considero que al enaltecer la condición de madre soltera libra de responsabilidades a los padres. Está bien, el amor se acaba, eso siempre lo he pensado. Pero si hay hijos, ese padre debe asumir su responsabilidad. Si emocionalmente no lo hace, pues al menos que lo haga económicamente.
Cantidad de mujeres ‘por orgullo’ deciden no demandar el pago de alimentos a los padres de sus hijos. Error. El orgullo se usa para otras cosas. Mantener un hijo y darle calidad de vida, requiere de dos personas. No de una. Si queremos calidad de vida para nuestros hijos, debemos demandar ese pago de alimentos. Y no es venganza. Es un derecho.
Y también te cargan de estereotipos
Además de lo económico, porque mantener un hijo es caro, no quiero pensar en mantener seis. Las mujeres que somos madres solteras nos vemos expuestas a una serie de estereotipos machistas socialmente implantados.
La infeliz y desdichada. No. No somos infelices y menos desdichadas. De hecho, existen estudios que afirman que las mujeres que son madres solteras tienen mejor autoestima. Ahora que lo pienso, podría ser. Quizás porque hemos logrado satisfacción en muchos ámbitos. Somos fuertes, trabajadoras, positivas y responsables.
Tampoco andamos a la ‘caza’. Muchos hombres e incluso mujeres (que nos ven como amenaza), creen que las madres solteras andamos desesperadas por ‘encontrar el amor’ o ‘el hombre de nuestras vidas’. Ya tenemos una vida. Hoy somos prácticas. No damos todo por sentado. Y disfrutamos los momentos.
Nos someten al escrutinio público. Encima de la vida de una madre soltera está no sólo el padre de la criatura (para joder), la familia del padre, su familia, los vecinos, el vigilante, la Iglesia, el Estado, la sociedad. Todos saben más sobre ser madre, que la propia madre.
Los estereotipos también alcanzan a hijos de madres solteras. No serán felices porque no tiene padre. Alto. Es mentira. Crecí sin padre y soy muy feliz. Claro, si tienen el amor de sus progenitores es una ventaja, pero si sólo tienen el de uno tampoco es una tragedia.
Ser madre soltera es sólo una condición
Es sólo eso, independientemente de cómo llegaste a serlo. Es una condición bastante cansada, peor si no contás con el apoyo de una asistente del hogar. Hoy, mientras trabajo, mi hijo va al CDI. Ana Gabriela, quien lo cuidaba, renunció. Sustituirla ha sido difícil. Yo estoy más cansada. Los hijos demandan tiempo, atención, cuido y a veces yo solo quiero estar tirada viendo tele.
En fin. Decirles que no somos ‘egocéntricas’, pero aprendimos a anteponer nuestro amor propio. Tampoco somos ‘promiscuas’, aunque disfrutamos del sexo. Ni siquiera somos ‘autocomplacientes’, seguimos en la batalla. No somos ‘borrachas’, pero el vino nos ayuda a descansar después de largas jornadas. No somos ‘fiesteras’, el dinero no alcanza, pero sí nos gusta divertirnos y cuando podemos lo hacemos. Nos gusta vernos sexy, aunque no siempre podamos y parezcamos ‘Chimoltrufias’ limpiando la casa y cuidando a los hijos.
Sólo somos mujeres, mujeres que nos convertimos en madres y que hemos aprendido a lidiar solas con esa responsabilidad.
*Texto de Maryórit Guevara (Madre Insurrecta)
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