Un músico pierde la audición en “Sound of Metal”, una película que dramatiza sus intentos por retener su sentido del ser, trágicamente unido a su capacidad de escuchar. El director Darius Marder recrea un exuberante paisaje sensorial, tan expresivo en sonidos —o en su ausencia— como en las imágenes.
Ruben (el excelente Riz Ahmed) es el percusionista de Lou (Olivia Cooke), quien suena como una especie de Courtney Love ‘milennial’. No estamos en la órbita de las grandes estrellas, sino el circuito de rock proletario: bandas itinerantes que van de ciudad en ciudad, tocando en pequeños clubes y bares. Desde el principio, la cámara se queda insistente en Ruben, consignando la película a su punto de vista. La canción de rock pesado que tocan demanda un esfuerzo físico notable del baterista, visible a través de los músculos tensos y el sudor. El espectador no tiene que profesar gusto por este género para apreciar su pericia, y tomar medida de lo que está a punto de perder. Pronto, un zumbido en los oídos se convierte en un bajo profundo. Las voces llegan amortiguadas por una distancia inmensurable. Ruben se está quedando sordo.
Él también es un adicto en recuperación, y un ‘shock’ de esta naturaleza puede poner en peligro su sobriedad. Su red de apoyo le encuentra un programa terapéutico para que pueda aprender a vivir con su sordera. El lugar es liderado por Joe (Paul Raci), veterano de guerra de disposición cálida, pero firme. Es mitad escuela, mitad clínica, en un bosque en medio de la nada, en Missouri. Lou lo deja interno, sin los bagajes de una relación amorosa y una carrera. Por las circunstancias, ella es el avatar de todo lo que tiene que dejar atrás. Esto lo ubica en medio de un dilema existencial: asumirse como una persona no-oyente, para las cuales esta condición no va en detrimento de una vida plena, o aferrarse a su antiguo “yo” por todos los medios posibles.
Es fácil imaginarse la película como un drama de lágrima fácil. Pero el director y guionista Darius Marder tiene ambiciones que van más allá de ensalzar el espíritu humano y reconfortarnos. “Sound of Metal” habita el espacio mental de su protagonista con un nivel de compromiso encomiable. Es un viaje difícil y accidentado. Formalmente, la película observa el nuevo mundo de Ruben con economía visual. Las imágenes son compuestas con disciplina y expresividad. Mientras tanto, la banda sonora reconstruye para nosotros la experiencia sensorial de Ruben en primera persona, con ocasionales destellos de voces o sonidos ambientales que son invocados para que el espectador pueda contrastar y tomar medida del cambio. Desde la opacidad del trauma inicial, hasta el sonido metálico generado por un implante coclear, el terror sonoro que invoca hela la sangre.
La ironía está en que el antídoto para ese terror es la aceptación de una forma de comunicación distinta, y es ahí donde Ruben se complica. Aprende el lenguaje de señas, pero se resiste a seguir los ejercicios de autodisciplina de Joe. Se mete a hurtadillas en una oficina para navegar el internet y buscar noticias sobre Lou. No solo quiere recuperar la audición. No puede dejar de ser el hombre que era.
El tercio final del guion es problemático. Resulta difícil creer que Ruben tomaría una serie de decisiones médicas sin saber exactamente las consecuencias. El regreso de Lou acarrea consigo una revelación que puede experimentarse como una pequeña traición —igual, una trama se construye revelando y ocultando información hasta el momento oportuno—. Sin arruinar la sorpresa, digamos que las paupérrimas condiciones de los jóvenes rockeros no son exactamente lo que creíamos. Factores de clase social, raza y cultura irrumpen en la dinámica, como un invitado especial al final de un concierto.
Ahmed es excelente, y merece una nominación al Óscar. Raci y Mathieu Amalric deberían estar en la conversación para una nominación de Mejor Actor de Reparto. También es un buen ejemplo de cuán importante es el sonido en el espectro creativo del cine. No estoy convencido de que el giro final sea emocionalmente satisfactorio para la mayoría de los espectadores. Para mí, empuja a la película a un territorio fascinante. Un trabajo menor abría articulado escenas de grandes aspavientos dramáticos. Marder y Ahmed nos despachan con un gesto silencioso, pero elocuente.
“Sound of Metal”
(El Sonido de Metal)
Dirección: Darius Marder
Duración: 2 horas
Clasificación: * * * (Buena)
*Disponible en Amazon Prime Video