Estilo

Crónica de viaje

Paseo por Escandinavia
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La vegetación verde tierno, el mar de acero y las casas típicas del Norte de Europa hacen de estos paisajes una visión maravillosa que el viajero no podrá olvidar

     
  • Nicasio Urbina
  • 21 de agosto 2016

Navegar por el Báltico es una experiencia muy bella, comparable quizás con la de navegar la costa de Alaska o el sur de Chile, siempre y cuando se haga en verano, ya que en invierno la experiencia debe ser totalmente diferente y nada agradable. Con una temperatura de 10 grados C, vientos a babor de 12 nudos por horas, el mar en calma y la luz maravillosa de estas latitudes, ir de San Petersburgo a Helsinki toma 14 horas. El barco crucero ofrece todas las comodidades que uno pueda desear, el tiempo pasa rápido y se duerme muy bien.

Entrar en el archipiélago de Finlandia por la mañana, con sus cientos de islas es como acercarse un poco al cielo. La vegetación verde tierno, el mar de acero, las casas típicas de Escandinavia construidas de madera pintadas de rojo, con techo de dos aguas y gran inclinación para evitar que se acumule la nieve, hacen de estos paisajes una visión maravillosa que el viajero no podrá olvidar.

Helsinki es una ciudad humana, pequeña, sin pretensiones. No tiene grandes edificios como Estocolmo, pero no deja de tener su encanto, con su bello Parlamento, la calle Mannerheimintie, la Catedral de Uspenki y la Catedral Nacional. Su gente es una mezcla de vikingos y corsarios que han logrado forjar un país entre dos imperios que trataron de dominarlos por siglos. Se puede decir que han logrado una de las mejores sociedades del mundo.

En Finlandia el que recoge la basura gana casi lo mismo que el cardiólogo, y todos conviven con cierta felicidad y seguridad social. Con una población menor que la de Nicaragua, todo el mundo tiene cobertura de salud total, y educación gratuita hasta donde te dé el gusto y el talento. El primer ministro llega a veces a su oficina en autobús, a la empleada que limpia tu cuarto te la podés encontrar en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, y el crimen se considera un problema mental, ya que no hay necesidad de robar.

Ojalá en Nicaragua aprendiéramos algo de Finlandia.

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Estocolmo, por su parte, es una ciudad de una belleza impresionante. La parte antigua de la ciudad está poblada de edificios hermosos, muy bien conservados y sumamente elegantes. Compuestas por decenas de islas comunicadas con hermosos puentes, rodeada de agua por todos lados, con gran actividad marítima y mucha actividad cultural. La Opera Real es majestuosa, desde la terraza se puede disfrutar una copa de champán y ver gran parte de la bahía y el majestuoso Parlamento. La Alcaldía o City Hall es bellísima, y el Palacio Real sin duda hace justicia a su nombre.

La ciudad antigua o Gamla Stand es alegrísima, llena de pequeñas tiendas que venden todo tipo de productos suecos, antiguos y modernos. La ciudad tiene más museos de los que puede visitar un viajero en cuatro días, y se siente por todos lados la energía y la vitalidad de esta gente descendientes de vikingos. La sociedad sueca, a pesar de ser también una social-democracia, tiene más desigualdades que la de sus vecinos. Se ha integrado más al capitalismo mundial y eso ha hecho que sufra más de la manipulación de la banca que causó el colapso del 2008, hay más evasión de impuestos por parte de las grandes corporaciones y la élite social.

El costo de vida en Suecia es sumamente caro, pero la población goza de todas las garantías que los seres humano necesitamos para poder alcanzar cierta felicidad. La filosofía norteamericana de la que la vida es para hacer dinero, y que la medida de la felicidad está en la elegancia y la opulencia aquí no tienen sentido. En estos países social-demócratas la filosofía es que la vida es para disfrutarla y hacer cosas constructivas para la sociedad en general, y no solo para el individuo.

Entre los muchos logros de Suecia es haber alcanzado la mayor equidad en el mundo entre hombres y mujeres, tanto en sus salarios como en las oportunidades de vida. En los últimos años cuatro prisiones han sido clausuradas por falta de prisioneros, comparado con los Estados Unidos donde encarcelar a la gente se ha convertido en un negocio. Recordemos que Estados Unidos tiene el nivel más alto de prisioneros per cápita, o pensemos en la situación de las cárceles en países como El Salvador, Venezuela o Brasil, donde el hacinamiento es infrahumano y el control de las cárceles la tienen los prisioneros.

Sin embargo, Suecia no está exenta de tener problemas sociales. En los últimos años se han visto muchos crímenes raciales, en parte como consecuencia de una política generosa de recibimiento de refugiados. Hay una buena cantidad de gente que deambula por las calles viviendo por la libre, y aunque el consumo de droga se trata como una enfermedad no como un crimen, los carteles de la droga han invadido Suecia, al igual que Estados Unidos y Europa, con heroína barata y poderosísima, lo que está causando una enorme epidemia de drogadicción a nivel mundial.

Giuseppe Milo | Flickr.com | Creative Commons
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Oslo es una ciudad muy bonita pero sin opulencia. La austeridad luterana de esta ciudad se ve hasta en el Palacio Real. La Ópera es un edificio moderno, diseñado por Tarald Lundevall, con el techo inclinado en forma de rampa por el que uno puede caminar y disfrutar de la vista maravillosa de toda la ciudad, la Fortaleza de Akershus a un lado y el fiordo de Oslo en lontananza. Los fiordos de Noruega son un paraíso terrenal, el trabajo artístico de los glaciares a lo largo de milenios, ha esculpido la roca y creado algunos de los paisajes más bellos de la tierra, dádole a los noruegos esta maravilla que han sabido aprovechar. Lo que en otras manos hubiera sido un territorio inhóspito, ellos lo han convertido en una mina de oro gracias al turismo y la dedicación de sus habitantes.

Las superficies de las montañas muestran marcas y signos que para los que los saben leerlas representan la escritura de la tierra. Aquí el aire tiene una especificidad diferente, quizás solo comparable con aquella “región más transparente del aire” de las que nos ha hablado Alfonso Reyes. Hasta la luz es diferente, en agosto el sol se pone a las 10 de la noche y sale a las 5 de la mañana. Pero yo he estado escribiendo desde la 4:30 frente a la ventana del Hotel Knikves, en Balestrand, Sonjafjord, sin luz artificial, iluminado solamente por el resplandor de un sol invisible pero omnipresente, y una luna llena que parece cubrir todo el cielo.

https://www.youtube.com/watch?v=5MVXCzChWnk

Para los que vivimos rodeados de automóviles y todos sus contaminantes, el aire puro de estos fiordos maravilla el olfato y estimula los pulmones. Las cascadas que adornan las montañas como collares contrastan con los tupidos bosques de pinos y enebros, y uno que otro banco de nieve. Porque el calentamiento global también está afectando a los fiordos y el clima -te dicen los noruegos- está enloquecido. Habían tenido seis semanas de lluvia ininterrumpida en julio y agosto, pero tuvimos la suerte que paró de llover el día antes de nuestra llegada, salió el sol, y todos los noruegos salieron de sus casas, abrieron sus tiendas, y los pueblos que habían estado encerrados por semanas volvieron a la vida. ¡Y qué vida! Salmones, cangrejos gigantes, hamburguesas de reno, chuletas de alce, cerveza Hansa, música de todos los géneros y bellas noruegas bronceándose al sol.

Estos pueblos, en latitudes infrahumanas, han logrado crear sociedades modelos para todos los seres humanos. Mientras que en el Trópico, donde la naturaleza es pródiga y generosa, seguimos viviendo con los índices de desigualdad más altos del mundo, y dictadorzuelos como Leonidas Trujillo o Anastasio Somoza, François Papa Doc Duvalier o Daniel Ortega, toman posesión del poder y someten a la población por medio de las armas, la corrupción, la intimidación y el cohecho.

En el próximo artículo hablaré de algunas de las razones por las cuales creo los escandinavos han logrado la mejor social-democracia del mundo. Mientras tanto regreso a deleitarme en la belleza indescriptible de los fiordos, mientras degusto una buena jarra de cerveza y albóndigas de alce en salsa de arándanos escandinavos.

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