Durante la década de los 30, un hombre llamado Víctor Hugo Green empezó a publicar “The Negro Motorist’s Green Book”, una guía de viaje para afroamericanos visitando los estados del sur de EE. UU. En sus páginas, señalaba los hoteles, cafeterías, restaurantes y comercios dispuestos a atenderles. El libro era indispensable. Las leyes segregacionistas, vigentes en la época, convertían la región en un verdadero campo minado. Entrar al lugar equivocado podía conducir a una humillación, una golpiza o algo aún peor. El “Libro Verde” es visto fugazmente en el vehículo del cerebral Dr. Don Shirley (Mahershala Ali), un pianista clásico de gira por teatros, clubes y mansiones del sur, en el invierno de 1966. Su chofer y guardaespaldas es Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un italoamericano que trabaja como portero de club nocturno, con los puños rápidos y el corazón de oro. Esta pareja dispareja, separada por barreras de raza, educación y estatus social, confrontará lo peor del racismo —y sus propios prejuicios—, hasta establecer las bases de una amistad entrañable.
Las pretendidas buenas intenciones de la película, resultan disonantes en el contexto actual. La normalización de ideas racistas en el discurso público, y el repunte de violencia racial, hacen que su discurso de concordia suene insuficiente. Más problemático aún es su énfasis en el personaje de raza blanca. El conflicto principal de Tony tiene que ver con encontrar trabajo para pagar sus cuentas. El Dr. Shirley es un hombre negro que ha alcanzado estatus en Nueva York, pero qué por principio, hace una gira por el sur, para probarle al público más racista, que un hombre negro puede ser virtuoso de la música clásica. A pesar de su inteligencia y sensibilidad, sufre en carne propia el látigo de la segregación. Y el ser homosexual lo convierte en un paria por partida doble. Pero, claro, el foco de la película reside en el hombre blanco. Para añadir sal a la herida, hay una escena en la que Tony acusa al Dr. Shirley de no ser “suficientemente negro”. “¡Yo soy más negro que vos!”, le dice. Y luego, procede a enseñarle cómo comer pollo frito. Es increíble que ninguna de las personas con control creativo pudo anticipar cómo serían recibidas estas escenas.
Sin embargo, el protagonismo de Tony no es un error, es una característica. Nick Vallelonga es su hijo, y escribió el guion como homenaje a su padre —a lo largo del camino, fue trabajado también por Brian Currie y el director Peter Farrelly—. Por supuesto que el guionista tiene derecho de contar la historia de su progenitor, pero en el gran balance, es mucho menos interesante que la del Dr. Shirley. La reciente “Roma” (Alfonso Cuarón, 2018) nos ha demostrado que es posible desactivar el ego: en su película biográfica, el director mexicano cede protagonismo al personaje que representa a su nana. Puede argumentarse que al final, los realizadores de “Una Amistad sin Fronteras” hicieron lo correcto. Después de todo, ganaron los premios Óscar a Mejor Guion Original y Mejor Película. Pero estos premios son ampliamente vistos como pasos en falso de un cuerpo colegiado dividido entre una vieja guardia y una nueva generación.
Bajo toda la controversia, nos queda una película regular. Farrelly saltó a la fama con “Dumb and Dumber” (1994) y “There’s Something About Mary” (1997), comedias dirigidas a cuatro manos con su hermano Bobby, que se destacaban por aderezar la fórmula con vulgaridad y fluidos corporales. Después de una serie de éxitos comerciales en clave similar, desapareció por algunos años. En su regreso, parece haberse despojado de su personalidad. Su dirección es plana y desprovista de inspiración. Las nominaciones a Mejor Director en los Óscar y los premios del Sindicato de Directores son nuevos misterios legendarios de Hollywood.
Es refrescante ver a Mortensen en un rol eminentemente cómico. Ali es excelente, evocando dignidad bajo asedio. Mención aparte merece Linda Cardellini, haciendo maravillas en el papel de la esposa de Tony. Por lo demás, “Una Amistad sin Fronteras” capitaliza las buenas intenciones de la audiencia, y en el proceso, simplifica un profundo problema social. En un giro de brutal ironía, es premiada por su narrativa del “salvador blanco”, frente a un trabajo más complejo y beligerante, como “Blackkklansman” (Spike Lee, 2018). Si solo ve una película en el cine esta semana, trate de que sea esa.
“Una Amistad sin Fronteras”
(Green Book)
Dirección: Peter Farrelly
Duración: 2 horas, 10 minutos aprox.
Clasificación: ⭐️⭐️(Regular)