El dolor de espalda es uno de los síntomas más frecuentes en los países industrializados. Se estima que alrededor de ocho de cada diez personas van a padecerlo al menos una vez en su vida, por lo que se considera uno de los principales problemas de salud a nivel mundial.
Esta problemática es también relevante a nivel socioeconómico, ya que supone hasta el 12% de las bajas laborales y su abordaje requiere un coste económico anual similar al que acarrean la diabetes o los problemas cardiovasculares. Sin embargo, sigue habiendo cuestiones sin resolver acerca de los factores implicados en su origen y su mantenimiento.
En este sentido, la relación entre los síntomas, la intensidad del dolor y los resultados de estudios radiológicos suele ser baja, lo que desconcierta a quienes lo padecen: “¿Cómo me puede doler, si las pruebas no muestran nada?”, se preguntan.
Asimismo, aunque en la mayoría de los casos dura días o pocas semanas, frecuentemente limita las actividades de la vida diaria. Y no es raro que se agrave y cronifique.
¿Por qué unos desarrollan dolor crónico de espalda y otros no?
Si bien su origen suele ser desconocido y no atribuible a una única causa, se entiende que está relacionado con numerosos factores de riesgo. Entre ellos la edad, el sedentarismo y el exceso de peso. Pero también factores psicosociales, como la depresión, el catastrofismo, la ansiedad o el miedo-evitación al movimiento. Adicionalmente, numerosos estudios han mostrado que el dolor de espalda genera cambios a nivel cerebral que podrían favorecer su mantenimiento.
¿Cuál es el mejor tratamiento?
Actualmente, existen múltiples opciones para el abordaje del dolor de espalda, más o menos invasivas. Algunas farmacológicas –principalmente, antinflamatorios no esteroideos– y otras no farmacológicas, entre las que destacan el automanejo, la terapia cognitivo-conductual y el ejercicio físico.
Concretamente, el ejercicio físico es uno de los tratamientos más recomendados en las guías de práctica clínica. Por tres motivos: su efectividad, su bajo coste y su elevada seguridad. Una de sus principales ventajas es que raramente interacciona con otras terapias o causa efectos secundarios adversos.
Además, se ha demostrado que el uso de estrategias educativas para fomentar el aprendizaje y la comprensión del dolor incrementa los efectos beneficiosos conseguidos mediante el ejercicio físico.
No obstante, aún no se ha determinado el tipo de ejercicio o los parámetros (intensidad, duración, cantidad) más efectivos.
Espalda sana en 8 sesiones
En este contexto, se desarrolló Backfit App, una herramienta que pretende dar respuesta a las necesidades de la población con dolor lumbar. La idea es aprovechar las ventajas que brinda el uso de las nuevas tecnologías, como una mayor autonomía del paciente, la posibilidad de incrementar la frecuencia del tratamiento, la democratización de la salud, la adaptación horaria, y la mejora del seguimiento e individualización de los tratamientos gracias al registro continuo de datos.
Esta aplicación móvil se desarrolló en el marco de un proyecto de investigación (PSI2015-66295-R MINECO/FEDER, UE), con el apoyo de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universitat de les Illes Balears (UIB), y en colaboración con las empresas Apploading y BackFit.
Siguiendo las recomendaciones de las guías de práctica clínica con evidencia científica, un equipo multidisciplinar de profesionales del ámbito de la Fisioterapia, la actividad físico-deportiva y la Psicología, pertenecientes al grupo de Neurociencia Cognitivo-Afectiva y Psicología Clínica (CANCliP) de la UIB y el Instituto de Investigación Sanitaria de les Illes Balears (IdISBa), desarrolló un protocolo de intervención breve. El protocolo está compuesto por 8 sesiones de educación y ejercicio físico terapéutico para ser autoaplicado mediante el uso de nuevas tecnologías accesibles para la población general (smartphones).
Inicialmente se usó para evaluar los cambios tras la intervención en los síntomas clínicos (dolor, discapacidad), afectivos (depresión, catastrofismo, ansiedad, miedo al movimiento, pensamientos de miedo-evitación), cognitivos (control atencional) y en la condición física (rango articular, actividad muscular y equilibrio) de un grupo de pacientes con dolor crónico de espalda. Explorando, además, su posible relación con cambios en el funcionamiento de su sistema nervioso.
Las conclusiones preliminares de este estudio fueron que BackFit App consiguió mejorar los principales síntomas afectivos que acompañan al dolor crónico de espalda. Entre ellos la depresión, el miedo al movimiento y los pensamientos de miedo-evitación a la actividad física.
Lo que parece indiscutible es que el futuro tratamiento del dolor lumbar requiere un abordaje multidisciplinar y basado en evidencia científica, así como un acercamiento de los tratamientos más eficaces al paciente.
Por otro lado, la situación excepcional desencadenada por la pandemia del COVID-19 ha incrementado el interés por alternativas terapéuticas que exijan menos carga para el sistema de salud. Y, aunque todavía es necesaria más investigación, parece que las aplicaciones móviles de salud (mHealth) prometen resultados esperanzadores.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation España. Puede leerlo en este enlace. La autora Carolina Sitges Quirós es Profesora contratada doctora en Psicología de la Universitat de les Illes Balears