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Veteranos encuentran acción, desgracia y redención en “Triple Frontier”
Netflix

Las primeras escenas pueden evocar las comedias ligeras, donde un grupo de amigotes se reúnen para dar un último gran golpe.

Santiago “Pope” García (Oscar Isaac) es un veterano del Ejército de Estados Unidos, que ahora trabaja como contratista privado. En su última misión, consigue información privilegiada sobre Gabriel Martín Lorea (Reynaldo Gallegos), un narcotraficante al estilo de Pablo Escobar y el “Chapo” Guzmán. Según Giovanna (Adria Arjona), la bella mulera que ha seducido, el “jefe” no confía en los bancos, y guarda sus millones en su casa, ubicada en la selva que invoca el título de la película —el borde limítrofe entre Colombia, Brasil y Perú—. ¿Qué pasaría si alguien robara al narco? Con ese propósito, Santiago reúne a sus viejos amigos. Todos se encuentran en diferentes estados de necesidad: Redfly (Ben Affleck) apenas puede mantener dos hogares, mal vendiendo condominios; “Ironhead” Miller (Charlie Hunnam) da charlas motivacionales; su hermano Ben (Garrett Hedlund) pelea en el circuito de artes marciales mixtas; el piloto “Catfish” Morales (Pedro Pascal) arriesga su licencia acarreando cocaína. Volverse millonarios en una semana suena como un buen plan.

“Frontera Triple” estaba supuesta a ser la película que Kathryn Bigelow acometería después de ganar el Óscar por “The Hurt Locker” (2008). Es testamento a la volátil naturaleza del negocio del cine, que el filme llegue a término diez años después, con un director diferente y Bigelow fungiendo como productora. No es casualidad que durante su testimonio, “Ironhead” relate un episodio similar al desenlace de esa gran película, escenificado en el banal pasillo de un supermercado. En este caso, el estrés postraumático desencadena en violencia. La película emplea como capital emocional el problema social que enfrentan los militares veteranos en la sociedad norteamericana de hoy en día: la asimetría entre el sacrificio que se demanda de ellos, muy superior a la recompensa que les espera si sobreviven a sus deberes. “Te hirieron tres veces y no puedes pagarle la universidad a tus hijas”, dice García para terminar de convencer a Redfly de unirse al plan.

Pero el universo moral del cine comercial no admite estas transgresiones, por muy bien que los personajes se justifiquen a sí mismos. Las primeras escenas pueden evocar las comedias ligeras, donde un grupo de amigotes se reúnen para dar un último gran golpe. En realidad, estamos en el territorio de “El Tesoro de la Sierra Madre” (John Huston, 1948), donde la codicia termina siendo castigada. No existen crímenes sin víctimas, ni planes infalibles. Pequeñas complicaciones escalan hasta empujar a los transgresores en un camino sin retorno.

La mejor parte del filme cubre el asalto a la mansión de Lorea. El incongruente caserón en el medio de la selva está echándose a perder por la desidia humana y la humedad del clima. Es el digno monumento a la búsqueda de riqueza por riqueza. Tanta muerte y dolor, solo para que los billetes se pudran en medio de la nada. Una vez que la acción sale del lugar, la selva se traga, literalmente, a la película. Chandor no puede imprimir un sello distintivo en sus imágenes, ni infundir en ellas un significado que vaya más allá de retratar la logística y el movimiento. Igual sucede cuando la banda cruza los Andes. Esta es, quizás, la mayor sorpresa del filme. En la fantástica “All Is Lost” (2013), siguiendo a Robert Redford como un marinero solitario a la deriva, Chandor aprovechó al máximo las posibilidades de un escenario natural. Uno no puede hacer más que imaginar lo que Bigelow hubiera hecho con este material.

El giro más desafortunado de la película tiene que ver con el retrato de una comunidad de campesinos en las faldas de los Andes. No podemos demandarle a una película como esta fidelidad etnográfica, pero la caricatura presentada parece salida de los 80. Un poco más de tiempo y atención habría matizado el trágico encontronazo. Por lo menos, el personaje de Giovanna tiene agencia personal, y es un poco más complejo que la prototípica belleza étnica. Tenemos que aceptar la cuota de sensibilidad cultural vía migración: Isaac es hijo de migrantes guatemaltecos, Pascal nació en Chile. Son norteamericanos, pero su origen es tácitamente reconocido cuando recurren al español para comunicarse con los locales.

Al final, “Triple Frontera” abona al sesgo que equipara a los filmes “originales de Netflix” con el estatus “directo a video o cable” de décadas pasadas. Se experimenta como un esfuerzo menor, no apto para distribución teatral. Al menos, los actores mantienen el interés del espectador.

“Frontera Triple”
Dirección: J.C. Chandor
Duración: 2 horas, 2 minutos
Clasificación:  ⭐⭐ (Regular)
Disponible en Netflix

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