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Carta a Mario Arana
Carlos Herrera | Niú.

"Hay que sacarlos, no por las armas, sino por la fuerza de la protesta cívica, la desobediencia civil, la parálisis fiscal".

     

Mario Arana, disculpame, te aseguro que no es mi intención ofender, pero dadas las trágicas circunstancias del país hace falta preguntar qué parte del «no» de la dictadura no entendés.

Ya dijo no al adelanto de elecciones.

Ya dijo no al cumplimiento de un acuerdo que ustedes firmaron menos de 24 horas atrás; un acuerdo que es, por cierto, una capitulación vergonzosa del derecho ciudadano a protestar y que debería haber sido fácil de cumplir para la dictadura: «reunión pacífica sin que afecte la libre circulación de personas y vehículos». De hecho, el documento que ustedes suscribieron es un inmenso no a las aspiraciones democráticas de los nicaragüenses. Es prácticamente un decreto unilateral del régimen en el que declara legítimo lo actuado, y absurdamente se «insta» a sí mismo a respetar las leyes que él mismo violó antes, durante, y ahora, después, de llegar a un «acuerdo» con ustedes.

Parece que Ortega solo puede decir que si en referencia al miedo a las sanciones, el cual comparte con la Alianza («las sanciones nos van a destruir a todos»). Aunque es evidente que ustedes tienen más miedo que él, porque él prefiere violar los acuerdos antes que permitir la libertad de protesta que sería su fin, mientras que ustedes prefieren aceptar que Ortega viole lo firmado una y otra vez, sin consecuencia: No importa lo que la dictadura haga o no haga, ustedes regresan a reunirse en secreto con ellos a discutir Dios sabe qué, y a publicar un nuevo comunicado o dar una nueva entrevista que los hunde a ustedes más que a ellos.

No es un espectáculo de perseverancia positiva el de la Alianza, es un espectáculo vergonzoso de sometimiento cada vez más dócil, que racionaliza cualquier nuevo atropello, y hace excepción tras excepción para seguir atornillados a la silla negociando un presunto adelanto de elecciones y «el resto de acuerdos que se están negociando».

No culpen a los ciudadanos cuando estos pregunten cómo es posible que ustedes crean que la dictadura va a aceptar un proceso de democratización real, si no puede siquiera respetar un acuerdo en el cual los ciudadanos reciben «permiso” para protestar en parqueos, terrenos privados y aceras, donde no «afecten la libre circulación de personas y vehículos. ¡Ni eso! Por lo cual uno tiene que preguntarse, como yo hago, cuáles son esos «otros acuerdos» que se están negociando y que hacen que ustedes ensucien sus nombres firmando textos verdaderamente insólitos como los de esta semana, y encima de eso tengan que sufrir la humillación de que el régimen atropelle hasta el último paréntesis del acuerdo en su afán enfermizo por mantener control total.

Tiene que ser algo muy valioso y muy de peso para que personas como vos, con entrenamiento profesional en una disciplina lógica, se enreden y se traben en explicaciones que no tienen ni pie ni cabeza, que no tienen asidero, y que dañan, por no decir «destruyen», su imagen ante la ciudadanía.

Ténganse más respeto ustedes, y sobre todo, respeten más a la gente. Aunque haya otros intereses, lo cual es normal en este mundo, porque no somos ángeles todos y hay todo tipo de motivaciones en la política, también hay límites éticos. Dejen de cruzarlos como si no hubiera nada más importante que evitar las sanciones. Dejen de cruzarlos como si no les importara para nada que algún día haya libertad en Nicaragua. Dejen de cruzarlos como si viviéramos en otros tiempos, cuando todo era más fácil de ocultar, y menos personas tenían la capacidad de inmiscuirse y tratar de entorpecer los pactos de cúpulas. Dejen de cruzarlos y quédense donde todo ciudadano decente debe estar, frontalmente en contra de un régimen genocida que no está dispuesto a dejar el poder por las buenas.

Hay que sacarlos, no por las armas, sino por la fuerza de la protesta cívica, la desobediencia civil, la parálisis fiscal que haga el país ingobernable para la tiranía. No es pidiéndoles la firma en un papel que se van. Eso lo sabe hasta un bebé de pecho en Nicaragua. ¿No es hora de que ustedes actúen como que lo saben?

Háganlo, y la gente los va a respetar y apoyar. No se hundan con el régimen. Protejan su buen nombre, déjenle a sus hijos un legado de honor. Hagan valer ese concepto para Nicaragua.

Saludos cordiales,

Fran