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"En el último año los femicidas quisieron actuar como paramilitares", señala Magaly Quintana, directora de Católicas por el Derecho a Decidir.
Cuatro días antes de ser asesinada, Sarybel Abad, recibió un mensaje de texto en el que le decían que iba a morir. Se sorprendió, pero no pensó que aquello fuera un presagio, pues creyó que su expareja, Roberto Estrada, con quien había estado durante 24 años, no sería capaz de mandar a matarla.
En ese tiempo tenían un año de haberse separado y estaban en medio de un divorcio que a ella la estaba “matando en vida”. Y lo dijo más de una vez, en una de las últimas entrevistas que dio, dijo a Canal 10 “lo único que yo quiero es mi libertad”. La disputa era porque él quería quedarse con la empresa y los bienes que juntos adquirieron durante su matrimonio, pero cuando vio ese mensaje solo pudo decir “está loco”.
El cinco de julio del 2018, un año después de que ella lo denunciara ante la Policía Nacional por abuso físico, psicológico y patrimonial, fue secuestrada por unos hombres armados cuando llegaba a casa de su mamá a bordo de una camioneta. Horas después su vehículo fue encontrado, en llamas, en la cuesta El Plomo y a unos metros de allí, su cuerpo yacía con un balazo en la cabeza.
El año pasado, a pesar de la crisis sociopolítica, se registraron 57 casos de mujeres asesinadas, seis más que el 2017, según datos de Católicas Por Derecho a Decidir. Sin embargo, lo que más sorprende a Magaly Quintana, directora de esta organización, es que muchos de los asesinos trataron de actuar como paramilitares. En lo que va del 2019 se han reportado 21 casos de femicidios y 30 casos de femicidios en grado de frustración.
“Los femicidas quisieron funcionar como paramilitares porque a los paramilitares nadie los sigue, matan y nadie investiga, como el caso de Sarybel que el exmarido les pagó a unos hombres para que la asesinaran, pero se descubrió que fue él quien mandó a matarla”, señala Quintana.
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Este año el panorama es parecido. Uno de los últimos asesinatos fue el de Emma Silva. Ella murió el nueve de marzo pasado, de dos disparos propinados por su expareja, a quien había dejado un mes y medio antes, según ha dicho su familia.
Su papá, Gregorio Silva, es quien está más afectado. Él afirma que su hija sufría maltrato desde que se juntó con Walter Juárez, quién es un exconvicto. Por eso, para este reportaje prefirió no dar más detalles.
Lo conoció en Facebook
Según la acusación del Ministerio Público, Emma, quien tenía 34 años, conoció a Walter a través de Facebook en el 2017. En ese tiempo él cumplía una condena por asesinato. Sin embargo, ella decidió frecuentarlo en el penal y posteriormente le contrató un abogado para que él saliera bajo libertad condicional.
En febrero del año pasado, Walter salió del penal y ellos iniciaron la relación de la que nació un hijo. Sin embargo, desde entonces él era agresivo con ella. Reyna Silva, hermana de Emma y una de las principales testigos en este caso, cuenta que una de las veces que más violento llegó Walter, fue el 16 de junio de 2018. Ese día golpeó a su hermana, quien estaba embarazada, la desnudó, le puso un cuchillo en la panza y le dijo que el hijo que esperaba no era suyo. Después la violó.
El asesinato
A las siete de la noche del sábado nueve de marzo de 2019, Walter Juárez llegó a la casa de su expareja, Emma Silva, ubicada en Las Jagüitas, para devolverle un carro que se había llevado prestado. Iba tomado, pudo constatar la Policía horas después. Discutió con ella y la obligó a subirse al vehículo. Una vez dentro del carro la golpeó y le disparó en dos ocasiones.
Después que la baleara condujo descontrolado con ella a bordo y se detuvo hasta chocar con un taxi en el sector de Villa Venezuela. Algunos familiares que le dieron persecución constataron que Emma todavía estaba con vida, sin embargo, dos horas más tarde falleció.
“Ese hombre ya sabía lo que venía a hacer, solo quería arrancarle la vida a mi hija, todo lo tenía planeado”, dijo a periodistas, su papá Gregorio Silva.
Walter fue capturado y enfrenta un nuevo juicio por el femicidio cometido contra su expareja. Este fue programado el próximo nueve de mayo. Mientras en casa aguardan dos niños que quedaron sin su madre, una niña de ocho años que era hija de Emma y un niño de dos meses que ambos procrearon.
Mujeres aún más desprotegidas
Para las expertas en violencia hacia las mujeres, desde hace años el Gobierno de Nicaragua se ha encargado de mantener un estado de impunidad sobre la violencia y los femicidios, y esto ha ido en aumento.
“El Estado de lo que ha hecho es invisibilizar esta tragedia. Lo hace porque los indicadores de violencia hacia la mujer, ya sea violencia sexual, física o femicidio son los indicadores más importantes a nivel internacional para medir si un país respeta o violenta los derechos de las mujeres”, señala la feminista Magaly Quintana.
Sin embargo, cuando el año pasado inició la brutal violación a los derechos humanos contra el pueblo esto empeoró. “En el año anterior y este año el asunto se complica más porque desde abril disminuye la posibilidad de las mujeres de buscar la protección de la Policía porque sabe que esta se ha dedicado a reprimir a la población. Y como no hay confiabilidad en esta Policía, las mujeres estamos mucho más desprotegidas”, afirma Quintana.
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Históricamente la Costa Caribe del país es una de las zonas que tiene una cifra significativa de femicidios y de violencia hacia las mujeres. Sin embargo, el año pasado los datos estadísticos del observatorio de Católicas por el Derecho a Decidir disminuyeron, basado en reportes del Policía y en información proporcionada por los medios de comunicación.
“Todos los años el Caribe Sur y el Caribe Norte tenían lo indicadores más altos de femicidio y de repente en el 2018 bajaron tremendamente. ¿Sabés vos quién era para nosotros el mayor informador de los femicidios en nuestro observatorio? Ángel Gahona (periodista asesinado durante las protestas cívicas en Bluefields). Él era un periodista que no había un femicidio que se le pasara”, lamenta Quintana.
En 2017, por ejemplo, la cifra de femicidios en la Costa Caribe fue de 20 y el año pasado solamente se documentaron 12 casos.
El duro año de Sarybel
La relación entre Sarybel Abud, de 43 años, y Roberto Estrada, de 62 años, se terminó completamente el 30 de junio de 2018. Ese día él la despidió de la empresa que ambos crearon y le dijo que no se le ocurriera volver a la casa. Su hija, Jennifer Correa, aún no se explica qué fue lo que pasó para que él tomara esa decisión.
“Él tenía muchos problemas económicos y yo creo que él por eso se descontroló. Él siempre que tenía problemas de dinero se ponía muy mal”, dice.
Con ellos, Estrada siempre fue violento. Jennifer recuerda a haber visto de niña a su mamá con morados en el cuerpo que ella justificaba diciendo que se había golpeado con algún objeto. También recuerda haberlos oído discutir en varias ocasiones. Sin embargo, haberla echado de la casa y de la empresa fue algo que Sarybel ya no pudo perdonarle.
“Esta vez ella decidió no regresar más. Él le rogó por bastante tiempo y cuando vio que mi mamá ya estaba decidida a no volver, allí comenzaron los ataques”, asegura.
Desde ese momento Estrada se volvió agresivo con su expareja y con sus hijos, los acusó de haber robado en la empresa y les prohibió entrar a la casa. Por esto, Sarybel lo denunció ante la Fiscalía. Sin embargo, pasaron ocho meses para que le respondieran que no daba a lugar su causa porque su matrimonio era disfuncional.
Durante ese tiempo, Estrada y unos hijos que tenía fuera del matrimonio, asegura Jennifer, iniciaron campañas de difamación en redes sociales e incluso pusieron a gente en las rotondas con pancartas para desprestigiarla. Esto afecto mucho a Sarybel quien cambió su personalidad alegre y se volvió sombría. Su expareja fue condenado a 38 años de cárcel por mandar a matarla.