En pantalla
El guion de 1971 está basado en memorias del abuelo paterno su director Sam Mendes. ¿Ya la viste? Acá nuestra crítica.
En una emblemática escena de “Paths of Glory” (1957), la prematura obra maestra de Stanley Kubrick escenificada en la I Guerra Mundial, seguimos el paso del coronel Dax (Kirk Douglas) recorriendo las trincheras del frente de batalla en Francia, durante la I Guerra Mundial. Moviéndose sobre rieles, la cámara acompaña el paso de Dax y registra el espacio como si fuera un personaje más. “1917” es lo que sucedería si el director nunca hubiera abandonado el punto de vista de esa cámara.
La acción se desarrolla en el frente oeste, en Francia. Dos soldados rasos, Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George Mackay), son reclutados para una peligrosa misión relámpago. Con todas las líneas de comunicación cortadas, los dos jóvenes tienen que llevar, a pie, un mensaje a través de tierra de nadie, para detener una operación que pondría en peligro la vida de 1600 soldados. Para Blake, es algo personal. Su hermano pertenece al regimiento en peligro.
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Para el director Sam Mendes, esto también es personal. El guion está basado en memorias de su abuelo paterno, y lo ha escrito a cuatro manos con Krysty Wilson-Cairns. Sin embargo, su principal aporte artístico está en la decisión creativa de filmar y editar la película como si fuera una sola toma. Para conseguirlo, dispone de más y mejores equipos que los rieles de un “dolly”. Lo más importante, es el talento del virtuoso director de fotografía, Roger Deakins. Su trabajo le ha valido el segundo Óscar de su carrera, y la catorceava nominación. No es de extrañarse, La película está concebida para que se luzca. Incluso, podría decirse que se impone sobre cualquier otro elemento.
Esta no es la primera película que recurre a este truco. En “Timecode” (2000), el director Mike Figgis sigue en tiempo real a un grupo de personajes conectados en la industria del cine, con cuatro cámaras que filman en tiempo real, simultáneamente. Las cuatro tomas se presentan al mismo tiempo, compartiendo la pantalla dividida en cuadrantes. En “Russian Ark” (Alexander Sukorov invoca siglos de historia rusa recorriendo los pasillos del museo Hermitage en una sola toma que dura 96 minutos, mientras un pequeño ejército de actores, músicos y bailarines revolotean alrededor como figuras históricas. El padre de este truco es Alfred Hitchcock. En “Rope” (1948) su cámara permanece confinada en un apartamento, moviéndose incisivamente, disimulando el corte de los rollos de película cruzando sobre las espaldas de los personajes.
“1917” funde ese desafío conceptual con la plasticidad de la escena de una sola toma. En el tiempo y espacio contenido de una sola escena, los directores diseñan intrincadas coreografías de actores, movimientos de cámara e incluso elementos escénicos, para crear la ilusión de movimiento continuo. Hasta ahora, limitaciones técnicas y presupuestarias ponían freno a este impulso estilístico. Mendes recurre a todas las herramientas digitales para liberarse de estas limitaciones. No es casualidad que se haya llevado el Óscar a Mejores Efectos Especiales. Su película es un triunfo de visualización y logística, pero también pone en evidencia las limitaciones del truco.
Cerrarse al punto de vista de dos personajes, y el tiempo contenido de una misión específica, reduce a los demás personajes a una dimensión simbólica. Véase el encuentro con una desesperada mujer en las ruinas de un pueblo francés, o el fatídico incidente aéreo protagonizado por un piloto alemán. No es casualidad que Mendes reclute a actores harto conocidos para los fugaces papeles de superiores en el ejército. Necesita el poder de estrella que Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch aportan, ante el perfil bajo de sus nóveles protagonistas. En algún nivel, tienen que ser desconocidos, para que los aceptemos como personajes reales. El estrellato sería una distracción mayor.
Algunos se han quejado de que la película se siente como un videojuego. Ciertamente, la perspectiva en primera persona será familiar para cualquier persona que tenga mínima experiencia con este medio de entretenimiento. Sin embargo, esta es más una coincidencia, que un error. Prepárese para marearse cuando Schofield se precipita a los rápidos de un río —trate— no sentarse muy cerca de la pantalla, para prevenir cualquier incomodidad. “1917” absorbe su atención, pero se desvanece una vez que su implacable maquinaria de guerra se detiene.
“1917”
Dirección: Sam Mendes
Duración: 1 hora, 59 minutos
Clasificación: (Buena)