En pantalla
El concepto detrás de “El Contador” está entre un sketch satírico y la improvisación: un autista se convierte en contador y asesino letal
“El Contador”
(The Accountant)
Dirección: Gavin Hood
Duración: 2 horas, 8 minutos aprox.
Clasificación: * * (Regular, recomendada con ciertas reservas)
El concepto detrás de “El Contador” está a medio camino entre un sketch satírico y la improvisación: un niño autista se convierte en contador de criminales internacionales, asesino letal, y justiciero moralista. ¿Entendieron? No hace falta. La idea contiene contradicciones profundas, pero solo sirve de excusa para establecer las bases de una violenta persecución que progresivamente se adentra en el terreno de la caricatura.
Christian Wolff (Ben Affleck) es un contador que despacha desde una oficina genérica en un suburbio de Chicago. Es demasiado talentoso como para dedicarse exclusivamente a preparar declaraciones de impuestos para granjeros endeudados. En realidad, también viaja alrededor del mundo, ayudándole a lavar dólares a los grandes criminales internacionales del planeta.
Para disimular sus cuantiosos ingresos, su mánager, a quién solo escucha a través de llamadas telefónicas de sonido distorsionado, le recomienda ejecutar un trabajo “legítimo” de alto calibre: investigar los libros de la compañía tecnológica de Lamar Black (John Lightgow) y su hermana Rita (Jean Smart). La contadora de planta, Dana Cummings (Anna Kendrick), ha descubierto un faltante millonario por estafa al director financiero Ed Chilton (Andy Umberger).
Mientras Wolf investiga, y entabla un tentativo romance de monosabios con Dana, el inspector del Departamento del Tesoro, Ray King (J.K. Simmons) chantajea a Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson), una agente con un secreto criminal en su pasado, para que le ayude a identificar a un hombre que frecuenta archicriminales del mundo, y puede tener algo que ver con el ajusticiamiento de miembros de la familia mafiosa Gambino. Sí, es nuestro amigo Chris. Si cree que esto es confuso, todavía hay más: Brax (Joe Bernthal), un mercenario despiadado, merodea en los alrededores. Ocasionales flashbacks a la infancia de Christian añaden otro nivel de complejidad narrativa.
La acumulación de información y eventos, sumada al carácter sustancial de los actores, puede hacerle creer que está viendo una película de acción seria. Al menos, hasta que nos adentramos en territorio de “historia de origen de superhéroe”, en un episodio en el cual el padre de Chris (Robert C. Treveiler), un militar severo, lleva a sus hijos a entrenarse con un experto en artes marciales.
“El Contador” puede ser ofensiva para cualquier persona sensible -¿y sensata?- que conozca a alguien en el espectro del autismo, pero nadie puede acusarla de pereza a la hora de hacer que su convulsionada trama funcione como arma de distracción. Como el rompecabezas que el pequeño artista arma a ciegas, al final todas las piezas encajan. Que la imagen sea ridícula no viene al caso. El director Gavin Hood mantiene la trama en movimiento. Si peca de algo, es de ligereza.
Affleck, estoico y opaco, resulta ideal para su personaje. La interpretación casi alcanza el nivel de autoparodia. Tiene buena química con Kendrick, quien lamentablemente sucumbe al arquetipo de la chica en apuros. Simmons y Addai Robinson podrían habitar una película completamente diferente, y protagonizan el giro de trama más gratuito de toda la película: ¿realmente necesita chantajearla para que haga su trabajo?
La dinámica entre los dos es una excusa para amplificar el subtexto que denuncia tóxicas dinámicas familiares como la semilla de todos los males. Reconocerse como “un buen padre” le salva a vida a Simmons en un momento crucial.
Christian sucumbe a la violencia para vengar a una figura paternal. El rechazo de su madre lo trauma de por vida. La cualidad remota de su padre, incapaz de reconocer su condición de autista, contribuye a su conducta criminal. Claro, ese mismo impulso lo dota de las habilidades que lo convierten en un héroe de acción. No es casualidad que los magnates Lamar y Rita sean hermanos. Hasta la transgresión de Medina tiene que ver con amor filial. La familia es fuente inagotable de agonía y amor.
Ese es un sentimiento con el cual todos podemos identificarnos, y le da patente de corso a “El Contador” para correr a toda velocidad hacia la hipérbole. Podemos imaginarnos el guión de Bill Dubuque recibiendo un tratamiento más sobrio, pero probablemente, no sería igual de entretenido. Déjese llevar por la exageración y no mire atrás.