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Una semana de:
Cuando ya sabés cómo cocinarte tu comida, lo que te gusta, lo que te hace bien, sabés mejor, automáticamente, qué comer fuera
Desde mi página, Comidología, inicié lo que, para mí, era TODO un reto tipo de esos de año nuevo: comer, para el almuerzo, comida hecha en casa por siete días.
Primero, dejame contarte por qué esto era un reto para mí:
- Estoy consciente de que comer la comida hecha en casa es la mejor manera de controlar la calidad, cantidad y sabor de los ingredientes. Sin embargo, llego muy tarde en las noches a mi casa y, a veces, cocinar a esas horas es realmente fastidioso.
- Trabajo sin horarios ni locaciones fijas (oh, la vida del trabajador independiente), así que no todos los días tengo dónde calentar mis alimentos ni sentarme a comer.
- A pesar de que busco recetas “lonchera-friendly”, el paso de la comida por el refrigerador y luego por el microondas deteriora, para mi humilde gusto, su aspecto, sabor y consistencia. Esto no me agrada.
Pasados los siete días, donde incluí los fines de semana cuando uno suele comer fuera, te resumo mis aprendizajes los cuales, espero, sean de valor para vos.
1. Planificación: planifiqué el menú de la semana y todo iba bien, hasta que, de repente, me di cuenta de que debía hacer bistec empanizado el miércoles. Eso NO sucedió. Demasiado complicado para una noche entre semana. Por ello, tuve que hacer varios cambios sobre la marcha. Lección: poner recetas rápidas para los almuerzos entre semana.
2. Administración de sobras: para efectos de que el reto resultara variado para todo el mundo, hice platillos diferentes todos los días. Lo que no contemplé es que, normalmente y porque vivo sola, me sobra comida. Pasó la semana del reto y tenía sobras de por lo menos cuatro platos en la nevera que, obvio, con el paso del tiempo disminuyeron su calidad. Lección: contemplar las sobras para la planificación semanal.
3. Preparación previa: tener lavadas mis hojas verdes, porcionadas las carnes y pensadas las comidas con antelación fue CRUCIAL. No sé qué hubiera hecho sin la posibilidad de ahorrarme esos minutos.
4. Cocinar te enseña a comer mejor fuera: cuando ya sabés cómo cocinarte tu comida, lo que te gusta, lo que te hace bien, entre otros, sabés mejor, automáticamente, qué comer fuera. Evitás la chatarra, buscás algo más casero y tendés a no olvidarte de los vegetales.
5. Te ayuda con las “dietas”: si estás con un médico o nutricionista llevando una “dieta”, no hay mejor manera de apegarte a tus objetivos que cocinando en casa. Si el almuerzo es muy difícil, tal vez, intentar desayunar o cenar en casa te dé un empujón.
En mi Facebook encontrás todo el reto, en las publicaciones del 23 al 29 de enero. Si querés apuntarte a un reto similar, ¡hacelo! nunca es tarde para animarte a cocinar 🙂