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Dormís. Dormís cuando el sueño por fin te vence. A vos, que no te has dejado vencer nunca por nadie. Dormís y tu sueño es ajeno a todo. Al ruido del mundo, al silencio de la noche, a mi amor que te vela desde muy lejos. Dormís y muchas veces no he podido dormir imaginándote. Dormís y cada vez que respirás mis propios suspiros me dejan sin aire. Dormís y yo intento encontrar la cura del insomnio. Dormís, mientras la luna y las estrellas preguntan si esta noche vas a salir a verlas. Dormís, y a mí se me escapan las respuestas. Dormís, y vas a despertar en unas horas sin saber que te he pensado hasta que se me cerraron los ojos.

Pensás. Pensás y nada detiene el ritmo de tu mente. Pensás en lo abstracto y en lo concreto, en lo real y en lo irreal, en lo sentimental y en lo racional, en la guerra y en la paz. Pensás incluso cuando nadie más piensa y en lo que nadie más piensa. Pensás y no sé cómo hacés, pero cada uno de tus pensamientos va más allá que el anterior. Pensás y pensar es tu búsqueda y salvamento… ¿o debería decir búsqueda y «salvamentes»? Pensás y, por si no fuera suficiente, también me hacés pensar. Pensás y tu cabeza me parece más grande y profunda que el mar. Pensás y quién sabe si pensarás en mí, pero sé que me encanta que pensés. Así, a secas.

Sentís. Sentís con cada célula de tu cuerpo y cada centímetro de tu piel. Sentís y lo único que puedo hacer al respecto es escribirte en un papel. Sentís y tus sentimientos te arrastran, como si fueran más fuertes que vos. Sentís y no sé cómo podés sentir tanto. Sentís y no hay llanto, ni sonrisa que te contenga. Sentís y no hay canción, ni pintura, ni poema que exprese tu sentir. Sentís, sin saber. Sentís, sin razón. Sentís y tu corazón se expande y se encoge. Sentís y te duele. Sentís y me duele tu dolor. Sentís como si no hubiera mañana. Sentís como si no hubiera hoy. Sentís y te ocupás tanto en sentir que no imaginás que yo te siento a vos.

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