Perfiles

Yeinner Chicas: Vivir para bailar
Foto cortesía de María Ganzarín.

Nacido y criado en el Barrio San Fernando en la periferia de Masaya, Yeinner Chicas creció en un ambiente de pandillas y peligro

     

Su primera vez en un escenario fue a los cuatro años en un acto en el preescolar donde estudiaba. Declamó el poema A Caupolicán y después bailó quebradita con una amiga. A partir de ese momento su vida se movería al compás de la música: merengue, salsa, cumbia, reguetón, folklore nicaragüense, ballet, jazz, danza contemporánea. Yeinner Chicas, 27 años, asegura que el baile lo salvó de la violencia y la delincuencia de su barrio y lo ha llevado a ganarse aplausos por el mundo, desde Costa Rica hasta Finlandia.

De alumno a profesor

Nacido y criado en el Barrio San Fernando en la periferia de Masaya, Yeinner creció en un ambiente de pandillas y peligro. Su madre, familiares y vecinos evitaron que sus pasos se convirtieran en malos pasos. A los 14 años y motivado por su amigo Jordan Aburto, también bailarín, visitó la Casa de Cultura de Masaya y se integró a las clases impartidas por el profesor Pedro René Gutiérrez quien se interesó en él por su rápido aprendizaje y lo invitó a bailar de forma profesional en el Ballet Folklórico Danzas de mi Tierra.

“En secundaria dejaba de ir a clase por ir a ensayar, para mí la prioridad siempre fue la danza porque me mantenía bien, me desconectaba, sin embargo entré a estudiar Ingeniería Forestal en la Universidad Nacional Agraria, aunque me salí en tercer año porque quería ayudar a mi mamá. Empecé a dar clases privadas y logré levantarme en un año, la gente quería trabajar conmigo. Así pude entrar a estudiar en la Academia Nicaragüense de la Danza y ya solo me dedicaba a darles clases a mis compañeros, pasé de alumno a profesor”.

Luego de haber bailado siete años en el Ballet Folklórico Danzas de mi Tierra y culminar la carrera como bailarín e intérprete en Danza Contemporánea, entró a la Compañía de Danza Contemporánea Arte y Danza y llevó sus movimientos a otras partes del planeta.

Pasos nicas por Europa

En la Compañía de Danza Contemporánea Arte y Danza, Chicas contactó a coreógrafos que le ofrecieron trabajar de intercambio en Costa Rica y en ese país bailó en la Compañía Tres Hermanos dirigida por José Andrés Álvarez Sanóu. En 2015 se embarcó en una gira por Costa Rica, Nicaragua y México. Ese mismo año colaboró con la Compañía ANISDAN de Noruega y protagonizó la película de vídeodanza Dónde estás producida por Maja Annisdal que se proyectó en festivales europeos.

“En ese tiempo tuve una propuesta de Tina Halford, una chica alemana que me invitó a hacer otra película de videodanza de la que sacamos un fragmento de 10 minutos para participar en el concurso Solo dos en danza desarrollado en Costa Rica y ganamos el primer lugar, fui el primer nicaragüense en lograrlo. El premio consistía en una gira de dos meses y medio por España con la red A Cielo Abierto que reúne a los mejores festivales de propuestas en lugares no convencionales como calles, parques y plazas. También en este caso fui el primer nicaragüense en hacer esta gira. Estuve en Cádiz, Galicia, Zaragoza, Bilbao y Madrid y proyecté el nombre de Nicaragua en alto”.

El talento de este bailarín y su amor por la danza han atraído a personas que, al igual que su primer profesor, al verlo bailar conectan de inmediato con él. El bailarín y coreógrafo Alpo Aaltokoski, leyenda de la danza contemporánea finlandesa, lo conoció durante un festival organizado en Nicaragua y en 2013 lo invitó por primera vez a Finlandia, “el rincón de Europa, otro mundo totalmente, tanto a nivel social, como económico y educativo”, describe Chicas.

“A inicios de este año se cumplieron 30 años de vida artística de Alpo como coreógrafo, él es un ícono en Finlandia y seleccionó solo dos artistas a nivel mundial para su celebración: un músico iraquí y yo. Remontó una coreografía que se llama De una semilla que había creado en 1995 inspirada en Nicaragua, pues él apoya a Nicaragua desde los años 90 y la bailé en Helsinki, en el teatro Alexander. La gente pedía la coreografía, mi trabajo fue apreciado y no sabía qué pensar porque era mi primera vez solo, en un teatro tan importante que además estaba lleno, habían críticos, gente de revistas, de periódicos”. La aventura siguió por Berlín y Barcelona con clases y presentaciones.

Una vida y dos festivales

Yeinner tiene “una vida y dos festivales” pues este será el tercer año que producirá y dirigirá el Festival Internacional de Danza Contemporánea MARYLEY y el Festival Abierto a Espacios Alternativos CALACHE, ambos en Masaya.

“Yo soy un artista de danza contemporánea, pero me pregunté qué estoy haciendo por mi país, por mi ciudad y me respondí que lo que quiero es sembrar influencia en los jóvenes para que la danza vaya creciendo. La primera vez fue sin apoyo de nadie, solo con contactos, un amigo que me regaló una gallinita, otro un chanchito, yo iba a los restaurantes, a las fritangas a pedir dinero y así pude recaudar lo necesario. Fue una semana intensa donde tuve que garantizar hospedaje, alimentación, transporte interno, programas de mano y publicidad”.

El segundo año el evento fue en la Casa de la Cultura al Centro Cultural Antiguo Mercado de Masaya más conocido como Mercado Viejo. “La presentación fue un solo día, duró dos horas, pero eran como 32 bailarines. Para mí se trata compartir, no les ofrezco un pago, ellos incluso pagan su tiquete, pero claro, en sus países tienen la posibilidad de recibir un financiamiento por su gobierno u otras instituciones y yo acá he tratado de hacer eso, pero es súper difícil”.

Con el Festival Abierto a Espacios Alternativos CALACHE también lo llevó a las calles. «Llevaba una cajita, iba a una fritanga y comenzaba a hablar de que el festival es completamente independiente, con artistas independientes y solo puedo solventar las necesidades de alimentación, agua, hospedaje a través de ustedes y ponía la cajita, al inicio sentí vergüenza porque jamás había hecho eso, pero las personas reaccionaron bien porque ver una propuesta de danza a ese nivel, en la calle y gratis era muy bueno. En esa ocasión lo hice solo un día (el festival) y recogí 1,500 córdobas”, dice.

Pero no se quedó ahí. En 2016 participaron en CALACHE artistas de Estados Unidos, Mozambique, Chile y este año Yeinner quiere que “sea explosivo”. “Que sea un carnaval y hacerlo en diferentes lugares y durante varios días porque si no hay arte en un país, no hay nada. El arte es algo completo, se obtienen valores, se despiertan las emociones, se lleva una información a la comunidad y el público interpreta, se hacen propuestas para educar a la gente”.

El pan de cada día

El cuerpo delgado y moreno de Yeinner va de un lado a otro en Chicas Estudio, un local fundado y dirigido por él desde hace seis años y que está ubicado a una cuadra del parque central de Masaya. Sentado en el piso, conversa mientras mueve los brazos o la cabeza. En el salón contiguo hay clase de zumba y en el que estamos pronto iniciará la de belly dance. “Dicen que el que es bailarín es gay, desde que entré a bailar folklore recibí muchos insultos inclusive de los que consideraba mis amigos, la comunidad en Masaya me maltrató mucho y hay momentos en me acosan en la calle solo porque uso pelo largo y camisola”, lamenta.

Este bailarín tiene una escoliosis en la parte baja de la espalda que le advirtieron podría dejarlo en cama. «Pasé una semana con una crisis muy fuerte y el doctor me dijo que dejara de bailar, pero yo seguí bailando y si me voy a quedar, va a ser en el escenario”.

Habla de su Metamorfosis, una pieza de danza contemporánea que creó a partir de un pantalón comprado en una tienda de ropa usada y que ya ha presentado en Nicaragua, Guatemala, Alemania y España. “Se llama Metamorfosis porque hay muchas cosas a nivel personal, quienes lo ven lo relacionan con el ser humano, la evolución y otros con el nacimiento de una planta o un animal. Hay gente que me ha dicho que ha sentido miedo, asco, o que están en otro planeta viéndome bailar, es lindo recibir diferentes percepciones”.

En Finlandia le propusieron trabajar en la producción y rodaje de un proyecto sobre las danzas de Masaya, «tanto populares, como urbanas y folklóricas y además vamos a hacer una película de videodanza de Metamorfosis, es solo de movimientos, sin textos”. Sus palabras fluyen sin parar. Cuenta que tiene tres semanas de haber regresado de Europa, que este fin de semana va a León con unos amigos de Eslovaquia que impartirán talleres en esa ciudad y que luego solo regresa a Masaya a recoger sus cosas para partir a Costa Rica y de ahí, a Alemania. Se disculpa por la avalancha de información. “Yo soy así, todo el tiempo estoy pensando en movimientos, creando. Todo lo de la vida cotidiana lo relaciono con la danza, para mí todo es danza, no puedo evitarlo, es mi pan de cada día”.

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