Estilo
Un grupo de mujeres nicaragüenses se unió para contar historias a través del bordado. Mirá sus creaciones que se expondrán en Galería Códice.
Hace un año, Silvia Segovia se vio sumamente ansiosa, abrumada, estresada y solitaria por la crisis política y social que afecta el país. Fue entonces que supo que necesitaba hacer algo para canalizar todas sus emociones. Y así lo hizo. Primero, probó tejiendo, pero no le fue bien. Después, viendo tutoriales de bordados en internet, se dio una segunda oportunidad y comenzó a bordar. Desde entonces no ha parado.
“Me encontré súper fascinada con el bordado porque sentí que me ayudaba muchísimo a liberarme, a canalizar todo eso que yo sentía. Luego me di cuenta que el bordado era más que una manualidad. Empecé a buscar sobre su historia, el activismo con el bordado, las diferentes manifestaciones o maneras de protestar a través del bordado”, dice.
Segovia es una de las 15 mujeres que forman parte de un colectivo de bordadoras y que, desde el viernes 25 de octubre hasta el seis de noviembre de 2019, estarán mostrando sus creaciones en la exposición: Historias desbordadas, que organiza la plataforma Hojita de Agua Dulce y Managua Furiosa, en la Galería Códice.
“Son bordados que hablan sobre la relación de nosotras con nuestro cuerpo, del amor propio. También, sobre el entorno al hogar, a nuestros recuerdos de infancia o de los espacios donde nos hemos desarrollado; con cómo nos sentimos entorno a la seguridad, a la violencia de género, al dolor que hay a nivel nacional por todas las tragedias que han ocurrido en el último año”, explica Aída Castil, creadora de Hojita de Agua Dulce.
¿Por qué bordar?
El bordado llegó a sus vidas desde hace un tiempo. A Aída, por ejemplo, desde su adolescencia ha sentido fascinación por las agujas. Sin embargo, fue hasta que regresó de un viaje por México que comenzó a bordar hasta convertir esto en un proyecto personal.
“En general, el bordado me ayuda a desacelerar un poquito mis pensamientos, calmar mi ansiedad y también me da bastante satisfacción ver cómo poquito a poco voy mejorando en mi técnica. Además, que con el tiempo se ha convertido en una fuente de ingresos, pues ya es un proyecto cultural que incluye más personas porque no solo bordo por mi cuenta, sino que también doy clases”, explica.
El caso de Valeska Rodríguez es similar al de Silvia. Pues, lleva un poco más de un año bordando. Aprendió viendo videos y como una forma de distraerse de la crisis. Pronto se convirtió en su refugio.
“Al inicio fue una forma de distraerme de la crisis sociopolítica, pero ahora para mí es un refugio. Y creo que también es importante reivindicar el bordado como arte porque nos toma toda la energía y dedicación que te tomaría cualquier otro arte”, señala Rodríguez, quien tiene un emprendimiento de bordado llamado Bengala.
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Sin embargo, no todas las mujeres que se unieron a este colectivo ya sabían bordar como profesionales. Muchas aprendieron porque sus mamás o abuelas les enseñaron, otras por videos y algunas en las clases que imparte Hojita de Agua Dulce.
“El proyecto en sí ya lleva varios encuentros. Muchas de nosotras ya nos conocíamos porque tenemos emprendimientos en común y son de bordados. Entonces, este espacio nos sirvió para abrirnos, hablar sobre temas que muchas veces son invisibilidades o simplemente no les damos la importancia que deberíamos y a través del bordado nos es más fácil expresarnos. Pues yo siento que, a través de las puntadas, es más fácil transmitir cuando no tenemos palabras para hacerlo”, dice Segovia.
La exposición que se realizará en la Galería Códice es totalmente gratuita. Podrás verla de lunes a viernes en horario de nueve a cinco de la tarde y los sábados de nueve a una de la tarde. Las mujeres de este colectivo pretenden seguir haciendo encuentros en los que se puedan unir más personas interesadas en el bordado.